jueves, 31 de diciembre de 2009

DIÁLOGOS D'AUJOUR´DHUI: PEDIR UN CRÉDITO


El señor A entra en una sucursal del Banco B.

A.- Hola, buenas. ¿Ustedes dan créditos?
B.- ¿Ha dicho dan?
A.- Sí
B.- Entonces, no
A.- Bueno, dar, dar, lo que es dar, ya sé que no. Preguntaba que si también aquí han cerrado el grifo.
B.- Depende. Se cierra y se abre, según veamos qué ofrece el que viene con sed.
A.- Yo es que quería un crédito
B.- ¿De cuánto?
A.- De cien.
B.- ¿Y, qué aporta en garantía?
A (saca billetes de un sobre y los pone sobre la mesa).- Estos quinientos euros.
B.- ¿Sólo quinientos? ¿Es que nos toma por tontos?
A.- Pero, hombre, si les estoy dejando en metálico cinco veces lo que pido.
B.- Con eso no tenemos nosotros ni para un TAE de tres al cuarto.
A.- ¿Cuánto, entonces?
B.- Tienen que ser mil
A.- Pues yo más de quinientos no doy.
B.- Si se pone así de intransigente no habrá crédito que valga.
A.- ¿Y, qué cantidad me prestarían ustedes por estos quinientos que dejo?
B.- Cincuenta, como mucho
A.- Joder, qué poco.
B.- Poco, no; lo justo. ¿En qué tiempo lo piensa devolver?
A.- No sé. Ponga dos años.
B.- En ese plazo le saldría un total a reintegrar de cuatrocientos.
A.- ¿Por cincuenta que me prestan?
B.- Nosotros también comemos
A.- Así, el que no comerá soy yo.
B.- No se puede tener todo en la vida. Bueno, ¿se decide o no?
A.- Es que no sé... Hágase cargo: para que ustedes me presten cincuenta, tengo yo que dejarles quinientos ahora y acabar pagando cuatrocientos.
B.- Ya, pero tenga en cuenta que si usted cumple y paga religiosamente, al final le devolveremos sus quinientos.
A.- Estaría bonito...
B.- Menos la comisión, claro.
A.- ¿La comisión? ¿Qué comisión?
B.- No querrá que le guardemos el dinero gratis durante dos años ¿verdad?.
A.- Estoy pensando... ¿Y si les prestara yo estos quinientos a cambio de que ustedes no me concedieran a mí ningún crédito?.
B.- En ese caso le saldría la operación mucho más barata...
A (pone ojos de loco y se levanta de un salto)- Sin embargo, a usted le costaría cara
B.- Pero, ¿por qué me mira así?... Haga el favor de dejar el abrecartas en su sitio, ¿no ve que se puede hacer daño...? ¡¡Señor director, señor director, socorro....!!

(El señor A empuña el abrecartas y se pone en pie delante del empleado del Banco B. Por fortuna, unos clientes que hacen cola en la caja, se abalanzan sobre el aspirante a crédito y le quitan el estilete. Al rato llega la policía)
Policía.- ¿Qué pasa aquí?
Director.- Nada; este tipo, que pretendía sacarnos un préstamo abusivo por la fuerza.

miércoles, 30 de diciembre de 2009


EL ATAÚD

Cliente (entra llorando).- Muy horrendas

Dependiente.- Sólo mortecinas

Cliente.- Quisiera un ataúd.

Dependiente.- ¿Lleno o vacío?

Cliente.- ¿Los venden también llenos?

Dependiente.- Hay gente sin muerto que llevarse al lacrimal y tenemos que darle servicio.

Cliente.- Pues yo, si el muerto no es mío no le lloro. Y no porque no quiera; es que no me sale.

Dependiente.- Eso ya va en el carácter. Bueno, aquí puede ver varios modelos. Éste, por ejemplo, le tenemos en oferta: tres por el precio de dos.

Cliente.- Es una ganga, lo que pasa es que yo sólo tengo un muerto.

Dependiente.- Hágale tres trozos y le entrará en la vida eterna con más holgura. Eso al espíritu, mal no le hace.

Cliente.- Hombre, ya, pero hágase cargo.

Dependiente.- La única pega que veo es que el muerto se desperdigue, pero puede hacer otra cosa: un tríplex de bricolage.

Cliente.- Es que me da no sé qué dejar a la gente en el duelo con el cadáver y ponerme a serrar enmedio.

Dependiente.- Diga que le echen una mano

Cliente.-¿Y dejar al difunto solo, para una vez que se muere?. No hago yo eso.

Dependiente.- Oiga, ¿y si los dos ataúdes que le sobran los guarda bajo la cama de matrimonio para cuando se produzcan los óbitos gananciales?

Cliente.- Qué mal rollo.

Dependiente.- Mejor situados, imposible.

Cliente.- Que no, que se llenan de pelusa.

Dependiente.- Aquí hay uno de ocasión que le va a gustar: es usado, pero está como nuevo.

Cliente.- ¿Cómo que usado?

Dependiente.- De un tipo que estaba mal muerto

Cliente.- ¿Y, alguno de estreno que no sea caro?

Dependiente.- Aquél pequeño de allí resulta algo más económico, pero el cadáver tiene que ir muy resumidito.

Cliente.- ¿Sabe cómo se prepara?

Dependiente.- Se pone el muerto en posición esquemática y se deja enfriar.

Cliente.- Al ver si luego le van a poner pegas para entrar en el cielo y se me va a estar presentando cada dos por tres.

Dependiente.- Llevando una buena almohada cervical, incluso accedería a lo eterno en mejores condiciones físicas. Pruebas de ello es cierto que no hay, pero tampoco de lo contrario, y eso ya es algo.

Cliente.- ¿Y, otros féretros?

Dependiente.- Tengo varios de cartón piedra, pero no se los recomiendo para el invierno, porque si llueve durante el entierro te quedas con el finado a la intemperie. Bien es verdad que como está muerto, ya trancazos no coge. Eso, usted verá.

Cliente.- ¿Y aquéllos tan raros?

Dependiente.- De raros, nada. Se adaptan a la postura en que los familiares quieran enterrar al occiso.

Cliente.- Ay, qué bien. Me va a poner ese en forma de silla. El pobre se pasó 40 años trabajando en una oficina. Extrañará menos el cambio.

Dependiente.- ¿Lo quiere en sillón giratorio o en silla para las visitas?

Cliente.- Poco podrá girar, el pobre.

Dependiente.- Eso depende. En caso de terremoto los desplazamientos subterráneos se ejecutan con el giratorio divinamente.

Cliente.- Para ese plan le compro una silla de ruedas.

Dependiente.- Ya; lo que pasa es que si encima de que se muere, va usted y le amortaja de paralítico, parecerá una represalia.

Cliente.- No había caído yo en eso, ¿ve?

Dependiente.- Lógico. Yo lo domino porque es mi oficio. ¿Se lo pongo con escritorio, o sólo lo que es el cuerpo?
Cliente.- Es que lo del sillón giratorio no acabo de verlo. Por aquí el terremoto se da poco.

Dependiente.- Entiérrelo en San Francisco.

Cliente.- Por no ir hasta allí...

Dependiente.- Además, así tendrá un buen pretexto para no llevarle flores todos los años el día de los santos.

Cliente.- Venga, vale; me llevo el gitarorio y un billete de avión.

Dependiente.- Para servirle.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO

En esto acaeció que dijo D. Quijote a Sancho:

D. Quijote.- Un encantamiento sin par, amigo Sancho, nos ha traído a la España del
siglo XXI para que tú y yo libremos batalla contra el gigante Especulador y limpiemos estas tierras de rufianes y malandrines. Y a ello vamos, fiel escudero.
Sancho.- Quiera Dios, valeroso hidalgo, que no sea otra aventura desas de las que salimos a trompicones, trasquilados y con el rabo entre las piernas, que ya no tengo yo el costillar para mandobles.
D. Quijote.- No ha de ser como dices, Sancho, que ya estás otra vez con lo mesmo.
No te acogotes y pega las posaderas al rocín lo mejor que sepas, porque nos dirigimos
apriesa hacia aquel lugar que desde aquí se divisa, a ver qué se cohecha.
Sancho.- Si vuestra merced presupone engolfamiento antes de llegar, barrunto pendencias.
D. Quijote.- Razón tienes en eso, amigo. Acerquémonos pues con el seso limpio de
juicios prematuros y males imaginarios. Por allí viene un lugareño bien encopetado... Eh, buen hombre, ¿sabe vuestra merced dónde hemos de dar con el gigante Especulador?
Señor.- Especuladores hay un ejército, mire usted, pero el que más no sabría indicarle.
D. Quijote.- Vaya con Dios, y si ve algunos dellos dígales que el valeroso caballero
Don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho les han de dar justo escarmiento si no abandonan sus trilerías.
Sancho.- Mire, mi señor Don Quijote, que ha dicho un ejército y nosotros sólo semos dos: vuestra merced, tan flaco que le descabalga un soplo, y yo, que en estas artes más diestro soy en recibir que en dar. Vayámonos de aquí antes de que nos destripen a lanzadas.
D. Quijote.- Temes por tus tripas porque las tienes hermosas, y el daño que te harían
hasta acabar con ellas duraría un eterno, ¿no es eso, Sancho?.
Sancho.- Como vuestra merced sólo tiene una y enjuta, reúne menos sitio que doler.
D. Quijote.- No ha de dolernos ni a ti ni a mí, hombre de flaca fe. Si te amilanas antes
de empezar la aventura, mal has de terminalla.
Sancho.- En mala hora puse el aparejo al rocín y salí tras vos, que más parece ese peto que lleváis un imán de tremolinas que otra cosa.
D. Quijote.- No es de cuerdos arrepentirse de lo que dará gloria y fama, Sancho. Cada
chichón que hoy te saliere por los palos que recibas desfaciendo entuertos, mañana será contado como hazaña sin igual.
Sancho.- Si saliere a chichón la hazaña lo daría por bien empleado, aunque no estaría mal si cada uno dellos viniere acompañado además de talega con dinero contante y sonante. Pero dígame, mi señor Don Quijote, ¿qué hace de malo, si puede saberse, el gigante Especulador, para que nos andemos tras él?
D. Quijote.- Comprar algo por diez y vendello por ciento sin que medie trabajo alguno
entre lo uno y lo otro.
Sancho.- Su oficio es la holganza, ni más ni menos, y de ella hace fortuna.
D. Quijote.- ¡Por el yelmo de Mambrino! ¿Cómo llamas oficio, Sancho ignorante, a proceder tan vano?. Mal te funciona el caletre, por lo que veo.
Sancho.- Mire vuestra merced que no conocemos las trapisondas de estos tiempos, sus costumbres ni tejemanejes, y a lo mejor lo que a nosotros nos parece fullería, para ellos es afición cabal y consentida.

D. Quijote.- ¡Por todos los rebuznos!. Fueren los tiempos que fueren, sacar cien de donde había diez sin doblar el espinazo y dedicarse a ello de corrido como cosa natural, o es ocupación de magos o de granujas, Sancho.
Sancho.- ¿Y cómo sabremos distinguir quién es el gigante Especulador que campa por estos lugares?
D. Quijote.- Según revelóme el encantamiento que hasta aquí nos trajo, es menester que nos hagamos pasar por amos de tierras rústicas que lindan con lo que llaman urbano y diremos vendellas por cuatro reales. Haz lo que digo, Sancho: colócate en aquel lindero, frente a ese montón que allí ves, con este papel en el pecho y espera.
Sancho.- ¿Qué pone en él: “Tiro al Sancho”?. Mire, mi señor D. Quijote, que prefiero irme al otro mundo oyendo sonar las tripas de hambre a morir doblado a cantazos.
D. Quijote.- Calla, mentecato. Lo que dice en el papel es: “Se vende. Razón: yo mesmo”. Al que se te acerque le cuentas que, además, vendes otras diez haciendas tan bien situadas o mejor, que esa. El que diga que te las compra todas, ese es el gigante Especulador. Hazme una seña entonces, que yo estaré escondido detrás de aquella encina.
(Pasaron por allí muchos, todos a pie: unos le compraban sólo ese rústico, otros dos, incluso tres, pero ninguno llegaba a los diez, hasta que se paró una limusina. Se bajó el cristal de una de las ventanillas traseras; alguien hizo una seña a Sancho para que se acercara. A los pocos segundos salieron del coche dos fornidos guardaespaldas y lo metieron dentro a empujones)

Sancho.- ¡¡Mi señor D. Quijote, mi señor D. Quijote, socórrame que me llevan a un sitio que llaman notaría a que firme no se qué escrituras...!!

D. Quijote.- ¡Alto ahí. Ya os tengo, bellacos! ¡Non fuyades y pelead contra el caballero andante más valeroso que conocerse haya!

(Arremetió D. Quijote contra la limusina, y cuando yacía en el suelo con la lanza partida en dos y el yelmo abollado, salieron del coche los guardaespaldas y no le dejaron hueso sano. De Sancho se sabe que estuvo más un mes sin conocimiento en la UVI del Gregorio Marañón).

martes, 22 de diciembre de 2009

PRESENCIA Y MODA (POUR HOMME)

Con lo que todo el mundo habla de la moda y no haberme referido nunca a ella es un fallo garrafal que voy a corregir en este mismo instante. Iré de arriba abajo, siguiendo un orden que podré saltarme o no en cualquier momento, ya veremos. Este mes empezaremos por la cabeza. El que viene, según vea.

Para que una CABEZA no llame poderosamente la atención de otras que la miren, es imprescindible cumplir a rajatabla dos requisitos básicos: primero, llevarla permanentemente unida al cuerpo por la parte superior del cuello y, segundo, que el cogote quede siempre en la parte de atrás. Si, movidos por el afán de singularidad tan común en estos tiempos, nos operásemos para llevar pecho y nuca en el mismo plano, aparte de lo incómodo que resulta sonarse la nariz con el brazo en viceversa, iríamos por la vida de hostia en hostia. Al que no le guste su cabeza en general, puede encapuchársela o apagar la luz cada vez que se enfrente a un espejo, pero se engaña él solo porque la sigue teniendo. Una alternativa es degollarse, pero entonces, qué.

El PELO, es un compuesto de muchos hincados apto para hacer manojos que crece en la cabeza; en otras partes también, pero si estoy hablando ahora de la cabeza, estoy hablando de la cabeza, a ver si nos centramos. Hay masculinos que, bien porque su pelo les estomaga, bien porque no están dispuestos a peinarse a diario, se pasan la maquinilla y una obligación menos. Nada que objetar. No obstante debo advertir que antes de ir por la calle con el cráneo en porreta, es aconsejable medir la separación que en cada uno exista entre las puntas superiores de sus orejas y las sienes pelonas, y creo que se entiende por qué lo digo. Ante una distancia superior a ocho centímetros, el mundo de la moda recomienda no rapar y dejar las cosas como están. Porque una vez consumado el acto, aunque las madres siempre intentan consolar al esquilado diciéndole “no te preocupes, hijo, ya crecerá”, el mensaje no cala: crecer, crece, pero tarda, y mientras tarda hay miradas que joden.
En cuanto al pelo que se lleva sobre la cabeza, según los champús hay cuatro variedades que me acuerde ahora: seco, graso, normal y con caspa. Sea cual sea el suyo, mi consejo es lavarlo por lo menos una vez, y no voy a decir cada cuanto tiempo porque no quiero poner en evidencia a nadie. Aunque, bueno, siempre se les puede recordar por ejemplo a los de cabellera grasienta, que lo que gana si se deja mucho tiempo en aceite no es el pelo, sino el queso. Si tienes caspa, debes saber que el efecto del champú sólo dura mientras estás dándole al secador. La única manera de que no llegue a caer sobre los hombros es esquivarla, pero se vuelve uno loco. Más cómodo que eso es instalarse en la espalda un juego de ventiladores a pilas conectados a un temporizador oculto en el sobaco, que los pone en funcionamiento cada equix gramos de manto blanco. De todas formas voy a seguir dándole vueltas a este asunto porque tiene que haber otra solución menos engorrosa.

Las PATILLAS largas tienen su aquel. Hay quien las deja crecer por los brazos hasta los codos para luego taparse la calva con ellas, rematando arriba en forma de lazo. No digo que no sea un apaño flipante, pero rompe la ortodoxia modal. A propósito, los calvos no diremos nunca que lo somos, sino que tenemos el pelo de metacrilato, y si alguien se ríe mucho, en el momento de abrir la boca se le señala con el dedo al diente que tenga torcido y a tresbolillo, veréis como se le corta el cachondeo.

Los que lucen CEJAS juntas y muy densas a modo de seto o barricada pero, en cambio, empiezan a perder el pelo delantero de la cabeza y eso les traumatiza, pueden peinárselas hacia arriba hasta llegar a cubrir las calvas. Así nadie sabrá nunca cuántos dedos de frente se tienen, aunque cualquiera puede deducir que quien ha sido capaz de llegar a eso, muchos más de dos, no. A lo lejos, las cejas muy inclinadas hacia los lados de la cara parecen cicatrices con lañas. Para que quedaran bien, habría que operarse de los ojos dándoles la misma angulación que las cejas, pero ya es armar mucho lío. Que se queden como están, yo creo.

Los OJOS grandes con mucho blanco y poco magro dan la impresión de que el propietario mira desde el fondo del cogote. Hay que salir de ahí. Mientras tanto, podemos agrandar la circunferencia del iris pegando a su alrededor unas arandelas del mismo color o de otro que haga juego con la retina, aunque en ese caso habrá que tener cuidado con el parpadeo repetitivo y las miradas de reojo, por las rozaduras.
Cuando se tienen los ojos pequeños y muy juntos, dejan mucho sitio libre y sobra cara (dura o blanda, ahí ya no me meto). Algo hay que hacer con tanta sien. Una solución es dejarse dos carriles de patillas a cada lado, separados por una línea de pelo teñida de distinto color; otra salida, comprarse unas gafas con montura de cinco centímetros de ancho en los tramos que van desde los rabillos de cada ojo hasta la oreja de su lado. Tampoco está mal tatuarse un león de las Cortes a cada lado ... en fín, no sé; darle vueltas vosotros también, a ver si se os ocurre algo, joer.
Lo que desde el mundo de la moda podemos afirmar categóricamente de LA LEGAÑA es que no es bella; ahora bien, si se mantienen dos por ojo guardando simetría, no sólo se atenúa el mal efecto inicial sino que, a cierta distancia podrían parecer lágrimas de oro. Y eso pone.
Para terminar con los ojos, daremos un consejo a quien enamoró a primera vista: si, a los pocos días del embeleso te sale un orzuelo pertinaz, mejor no vuelvas a quedar con ella hasta que ceda la hinchazón. Aunque estuviera loca por tu body, una mirada con ojos de carnero degollado y a través de una pústula no hay flechazo que lo resista. Si no puedes estar sin verla y sales, ponte un parche y la susurras que estás tuerto por ella (¿o se dice ciego?). Bueno, no sé.

En la próxima entrega bajaré por las orejas hasta donde llegue.
CAMBIO HORARIO

Uno.- El domingo 29 cambian la hora
Otro.- ¿Qué será entonces, más tarde o más temprano?
Uno.- Más tarde
Otro.- Maravilloso; otra hora para dormir por la mañana
Uno.- Te equivocas
Otro.- ¿No dices que será más tarde?
Uno.- Las tres de ahora, después serán las cuatro.
Otro.- Pues eso. En vez de levantarme a las siete, me levantaré a las ocho
Uno.- No, porque serán las nueve
Otro.- ¿Y las ocho? ¿Adónde han ido a parar?
Uno.- Para que me entiendas, si mañana te levantas a las siete, a partir del domingo es como si te levantaras a las seis.
Otro.- ¿A las seis? ¿Y, dónde voy yo tan pronto?. Además, eso es más temprano y no más tarde, como me habías dicho antes.
Uno.- Es más temprano y, también una hora después respecto a la de hoy.
Otro.- ¿Quieres decir que con el cambio horario, antes va a ser más tarde que después?
Uno.- Yo no he dicho eso
Otro.- ¡Huy, que no!
Uno.- Me estás liando.
Otro.- Tú a mí, que dices cosas incongruentes.
Uno.- Lo que pasa es que no lo entiendes
Otro.- O no te explicas. Una hora después nunca puede ser más temprano que una hora antes
Uno.- Lo que digo es que el domingo 29, en estos momentos serán las cuatro y doce.
Otro.- ¿Y, qué?
Uno.- Que las tres y doce habrán sido hace una hora.
Otro.- Por eso
Uno.- ¿Cómo que por eso?
Otro.- Claro. Hace una hora es antes y no después.
Uno.- Mira, tío, cuando digan que adelantes el reloj lo haces. Y ahora me dejas en paz.
Otro.- Si le adelanto le llevaré adelantado. Es de cajón.
Uno.- A partir del domingo, no
Otro.- No quiero discutir, pero en este asunto hay algo que no controlas
Uno.- La forma en que tú te lías.
Otro.- Yo lo que quiero es dormir una hora más.
Uno.- Pues acuéstate antes.
Otro.- Querrás decir después.
Uno.- Ya no sé lo que quiero decir.
Otro.- Si necesitas aclararte te lo resumo en un momento de los de hoy.
Uno.- Dejémoslo así.
Otro.- Pudiendo aclarar las cosas, es tontería.
Uno.- Que sea
Otro.- Además, has empezado tu la conversación.
Uno.- Es que me da vueltas la cabeza.
Otro.- ¿En qué sentido, en el de las agujas del reloj o en el otro?
Uno.- ¡En el de la madre que me parió!
Otro.- ¿Qué sentido es ese?
Uno.- ¡¡El sentido de la vida, cojones, ya!!
Otro.- Y ahora, ¿por qué gritas de esa manera?
Uno.-
Otro.- Si el gobierno quiere adelantar la hora, que la adelante él desde La Moncloa, pero sin necesidad de que tengamos que tocar los relojes todos nosotros, ¿no te parece?
- ¡¡Me pareceeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee...!!
- Cuando te pones histérico no hay quien te resista.
DIÁLOGO DE ULTRANICHO

Muerto 1 (al 2, que acaba de ser enterrado).- Bienvenido al otro mundo.
Muerto 2 .- Joé, me ha dado usted un susto de muerte.
Muerto 1.- Querrá decir de vida.
Muerto 2.- Yo creía que en este estado no se hablaba.
Muerto 1.- Es que si no... Menudo aburrimiento.
Muerto 2.- ¿Hace mucho que yace usted aquí?
Muerto 1.- Ciento noventa y seis años y siete meses
Muerto 2.- Cuánta precisión. ¿Lleva la cuenta de cabeza?
Muerto 1.- En todo caso la llevaría de calavera.
Muerto 2.- ¿Sabe que se le entiende divinamente para no tener cuerdas vocales?
Muerto 1.- Es que nosotros con lo que charlamos es con el espíritu.
Muerto 2.- Así decía yo que retumbaba el nicho.
Muerto 1.- Aprovecho para decirle que hable bajo porque los vivos están en crisis y como se agriete la pared, no la van a reparar hasta sabe Dios cuando.
Muerto 2.- Calle usted, hombre, que he salido de la crisis hasta la coronilla.
Muerto 1.- Supongo que habrá dejado alguna pella hipotecaria a la familia
Muerto 2.- Es lo menos que podía hacer.
Muerto 1.- Eso sí; le estarán poniendo de hoja perejil.
Muerto 2.- No sé. Como ya no me suenan los oídos... De todas formas hubiese preferido seguir de vivo unos años más, las cosas como son.
Muerto 1.- Tonterías. Ya verá cómo se acostumbra.
Muerto 2.- Qué remedio.
Muerto 1.- Puesto que vamos a pasar juntos la eternidad, lo mejor será tutearnos, ¿no le parece?
Muerto 2.- Por mí no hay inconveniente. Ahora, eso de estar juntos la eternidad, depende. Lo mismo te mandan a ti al infierno y a mí al cielo.
Muerto 1.- También podría ser al revés, ¿no?
Muerto 2.- Era un decir. Por cierto, ¿cómo va ese asunto?
Muerto 1.- De ir, va algo lento. Sólo tienes que verme a mí.
Muerto 2.- Las cosas de palacio van despacio, ya se sabe.
Muerto 1.- De cualquier forma, ciento noventa seis años de espera que llevo yo, se hacen largos de cojones.
Muerto 2.-. Depende. Si los comparas con lo que queda, son un plís-plás.
Muerto 1.- Ya, pero se te desmoraliza mucho el espíritu.
Muerto 2.- ¿Y no nos podemos entretener apareciéndonos a alguien?
Muerto 1.- Poder, podemos, pero la gente se da unos sustos que luego te quedas pesaroso.
Muerto 2.- ¿Aunque vayas en buen plan?
Muerto 1.- Es que antes de que asomes la fosforescencia, se te desmayan de la impresión. Ponte en su lugar.
Muerto 2.- Lo comprendo. ¿Y si te reclama un vidente?
Muerto 1.- ¡Bah!. Sólo pregunta tonterías. Yo fui un par de veces y a los cinco minutos ya me había largado por el techo.
Muerto 2.- ¿La segunda también por el techo?
Muerto 1.- Es por donde más mola. No sé si habrás visto Poltergeist...
Muerto 2.- A mí es que no me gusta dar sustos grandes.
Muerto 1.- Yo tampoco soy partidario, pero por ejemplo a Bush le hubiese dado unos cuantos.
Muerto 2.- A buenas horas, mangas verdes.
Muerto 1.- Si no lo hice fue por si localizaba mi aparición y mandaba bombardear el cementerio.
Muerto 2.- ¿Para matar muertos?. Eso es una tontería
Muerto 1.- Sería lo propio, viniendo de él
Muerto 2.- También es verdad.
Muerto 1.- A otro que se le puede asustar hasta que devuelva la pasta es al Madoff, ese.
Muerto 2.- Y al juez Ferrín Calamita.
Muerto 1.- Hay tantos, que no daríamos abasto.
Muerto 2.- Te veo poco animado.
Muerto 1.- Los primeros lustros eran otra cosa, pero a medida que transcurre la eternidad, vas haciendo pereza.
Muerto 2.- Me dice mi espíritu que nos larguemos de apariciones.
Muerto 1.- ¿Ya?. Leche, pero si acabas de morirte
Muerto 2.- La novedad... Ya sabes

(Se oye un siseo misterioso y Muerto 2 sale del nicho en forma de efluvio, sorteando cipreses con una agilidad asombrosa)

lunes, 21 de diciembre de 2009

SIN GALÁCTICOS, ADIÓS ESPAÑA

- Perdónenme. Este mes, como corresponde, tenía pensado invitarles a ver cómo beben los peces en el río y se doran los corderos en el horno, pero ha saltado a los medios la noticia más angustiosa desde el fin de la guerra fría y no tengo más remedio que centrarme en ella.

- ¿De qué se trata?

- No sé ustedes, pero yo he cogido un rebote que echo las muelas a pares; estoy que trino, colérico, aullador. Así me encuentro: a tope de ira irrefrenable contra el gobierno. Es de todo punto inaudito lo que está ocurriendo aquí, españoles todos.

- Pues, ¿qué pasa?

- ¿Cómo que, qué pasa?: que Zapatero y sus compinches parlamentarios se han propuesto entregar España al enemigo por donde más duele.

- ¿Por dónde es eso?

- Por el fútbol. ¿Es que no han oído que quieren subir el IRPF a los futbolistas de fuera que cobren más de 600.000 euros anuales?.

- Eso dicen, sí.

- ¿Y se quedan ustedes ahí tan tranquilos?. ¿No ven que si aprueban esa alevosía, deja de venir la crème de la crème balompédica y nuestra liga se convierte en una pachanga de peloteros y mindundis?.

- ¡Hala!

- Ni hala, ni halo. Hay que ir más allá y analizar las repercusiones de la medida. ¿No ven el panorama que se avecina?

- No, pero cuente, cuente.

- Parte ya se ha dicho, pero no me importa repetirlo para que tengan una visión global del cataclismo. La secuencia de las cosas será más o menos esta: Los equipos de fútbol españoles caen eliminados de la Champions a la primera de cambio; las cadenas de televisión que lo retransmiten pierden pasta por un tubo porque la gente se cansa de ver los sábados y domingos partidos de fútbol-risión. Ello lleva a la bancarrota a las televisiones, y a sus trabajadores al paro. Se acabó el piperviú, y con él se va a tomar por saco el consumo de pipas, palomitas, refrescos y cerveza. Decrece la plantación de girasoles y los excedentes de maíz y cebada hacen que baje el precio. Los agricultores cuelgan el tractor y los comercios dejan de suministrar palomitas a los cines, que también acaban cerrando.

- La cosa se pone fea.

- Y no ha hecho más que empezar. Los bares pierden lo mejor de su clientela; baja la venta de cañas y chupitos, pinchos de tortilla y raciones de oreja a la plancha, hasta que los dueños se ven obligados a bajar el cierre. A su vez, la gente deja de ir a los estadios y los clubs entran en quiebra irreversible. España entera se aburre, de modo que se dispara el número de suicidios, sobre todo masculinos, con lo cual aumentan las viudas, que se echan a la calle para sobrevivir, aumentando la prostitución y la delincuencia.

- Siga, siga.

- Para poder pagar la pensión a tanta viuda, el Estado se ve obligado a reducir, entre otros gastos, los de defensa nacional. En este clima de abatimiento, depresión social y debilidad defensiva, los moros se enteran por Internet y nos invaden de sur a norte aprovechando que no está Trillo para detenerles en la isla Perejil, ni don Pelayo en Covadonga para reiniciar la reconquista.

- Entonces, ¿qué hacemos: nos rendimos ya o esperamos acontecimientos?

Yo llevo en esta bolsa dos pares de chilabas del 42 y un turbante con la media luna en la frente.

- Pues, hale. Que Alá le bendiga.

domingo, 20 de diciembre de 2009

MI NIETO, EL GRILLO

No se pueden ustedes imaginar el disgusto que tengo. Mi hija ha dado a luz un grillo. Los médicos no se lo explican, y menos aún Yony, su marido, al que más que los celos ha podido la impresión, y se ha dado aposta en la sien con el manillar de la camilla. Está inconsciente desde entonces, pero es mejor que siga así.

Siempre me había hecho ilusión tener un nieto diferente a los demás, sin embargo no contaba con que lo fuera tanto. Aunque tenga la ventaja de que nadie se atreverá a sacarle parecidos con alguno de la familia (eso espero), no compensa. Su madre, no digo que esté encantada, pero no lo lleva tan mal como yo; al fin y al cabo es su hijo. Ella, al verle por primera vez puso los ojos en blanco y tuvieron que ponerla oxígeno y una camisa de fuerza, pero cuando recuperó el conocimiento, un psicólogo argentino le ayudó a hacerse a la idea y ahora le ve hasta guapo.

Antes de que naciera había pensado regalarle la cuna y un buen chupete; ahora tendré que ver dónde venden jaulas y ponerle un potito de lechuga entre los barrotes. Cuando sus padres vayan a trabajar me le dejarán a mí, y si se pone enfermo o no echa los gases le llevaré al veterinario. Qué bochorno. Y cambiarle para que no se escueza... Pero, ¿hay pañales para grillos? ¿Cómo se ponen? ¿Y si se asfixia?
Mi hija quiere llamarle José, en mi honor. Ya le he dicho dos cosas: Una, que maldito honor me hace y, dos, que de José a Pepe va un paso, y de Pepe a Pepito, medio, de manera que nadie le va a llamar José Guzmán, sino Pepito Grillo. Esperemos que la criatura no salga tocapelotas.

Cuando me le dejen, durante el día no tengo problema porque le pongo un documental de la 2 o una peli de dibujos animados, y punto; no creo que sea más inteligente que los niños. Ahora bien, no quiero ni pensar en las noches que me va a dar este verano. Si supiera dónde hay correas para grillos, le sacaba todas las tardes a dar una vuelta por el campo hasta agotarle de cansancio, pero no venden. Y aunque vendieran. ¿Dónde tiene el cuello?. Joder, qué complicación de vida.
Como soy mayor, han pasado por mi cabeza las distintas etapas de la existencia que le esperan y me he tenido que tomar un tranquilizante. ¿Qué será de él cuando vaya a la escuela? ¿Le tratarán sus compañeros como a un bicho raro aunque no lo sea, puesto que el grillo es de lo más corriente? ¿Se podrá a cantar en medio de la clase?. Supongo que le apuntarán al coro del colegio. ¿Quién le enseñará a coger el lapicero sin que se le caiga encima del peso y le rompa una antena?. ¿Aprenderá a decir crí, crí, crí con acento inglés, vasco, catalán y gallego?. Duele tener un nieto así.

Después llegará el momento de hacer la Primera Comunión. Yo siempre quise ver a mi nieto vestido de marinerito, pero la vida me había preparado una frustración más. No creo que el cura ponga ninguna pega a darle la comunión por el hecho de que sea grillo; otra cosa es que además fuera homosexual. Todavía es pronto para ir pensando en la vestimenta alternativa, aunque ya le estoy dando vueltas al asunto para que no se me adelante nadie. Con lo inquieto que es, un trajecito de mosquetero le iría como anillo al dedo. Veremos a ver.

Si no vale para estudiar, tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Que aprenda un oficio y se ponga a currar. De antenista no estaría mal, sin embargo yo le aconsejaré que se dedique al cante. Aunque la pensión no me sobra, estoy dispuesto a pagarle clases particulares de solfeo; no puede estar toda la vida cantando la misma nota. Es evidente: o amplía el repertorio y los conocimientos elementales de música, o no hay futuro fuera de la jaula. Y es una pena, porque aptitudes tiene.

En cuanto a las relaciones de pareja que pueda tener, yo ahí no me meto. Sí me gustaría que hiciera buenas migas con una grilla moderna, trabajadora y, sobre todo independiente, para que mi nieto no se duerma en los laureles, o en las lechugas, ustedes ya me entienden.
Creo que el tranquilizante que me tomé hace un rato me está haciendo efecto. Tengo que dejarles. Que, ¿qué hace mi nieto ahora?. Está un poquillo fastidiado: le han puesto la trivalente y debe tener un poco de fiebre. Digo debe porque no hay manera de ponerle el termómetro.