lunes, 10 de mayo de 2010

GRECIA

Desde el punto de vista económico, podríamos decir que la Unión Europa es una gran empresa con sede social en Bruselas y tantas filiales como países la componen. Si en un momento determinado, como el actual, se descubre que quienes dirigían una de esas delegaciones, en este caso la griega, falsearon los datos para ocultar sus pérdidas hasta el punto de generar costes y causar problemas al conjunto, lo lógico, justo y razonable es que los responsables del fraude cometido, es decir, los miembros del anterior gobierno griego que intervinieron en el engaño, comparezcan ante los organismos europeos para responder de sus actos. No es de recibo que la población más pobre sufra ahora las consecuencias derivadas de las medidas de contención del gasto social, mientras los autores de la trampa perciben sueldos lustrosos en calidad de ex-ministros y ex-altos cargos públicos.
LAS FUERZAS ECONÓMICAS DE LA DERECHA

Históricamente, las fuerzas económicas de la derecha nunca han querido el pleno empleo porque les supondría pagar salarios más altos; desean una tasa de paro razonable (para ellas, claro), que les permita jugar con los sueldos de los trabajadores a la baja. En esta segunda coyuntura, los portavoces de las fuerzas económicas de la derecha no hablan de lo mal que lo pasan los parados, sino de lo bien que va todo. Sin embargo, cuando el desempleo alcanza cotas tan altas como ahora, humanizan el discurso y depotrican sobre la necesidad de resolver “la trágica situación de nuestros jóvenes”, “acabar con los dramas familiares”, etc., como si fueran esas sus preocupaciones fundamentales, cuando en el fondo, la razón última por la que piden al gobierno medidas drásticas contra el macroparo, es porque con tantos desempleados consumiendo poco, ellas venden menos y, en consecuencia, ganan menos. Hipocresías, las justas.
LOS ANTITAURINOS, QUE SE ENTEREN

Estos días atrás he oído decir en alguna tertulia radiofónica que el sistema nervioso de los toros de lidia es tan exclusivo, que cuando reciben la estocada apenas sufren porque su bravura amortigua el dolor. Tengo que manifestar que no es así en absoluto. Según varios expertos en tauromaquia cuyos nombres prefieren guardar en el anonimato, un estudio reciente realizado por la School of Maestranza and Olé, demuestra que en la plaza, los toros no son insensibles al dolor, sino que disfrutan con él. El análisis radiológico realizado a 350.000 reses bravas permite concluir que con las banderillas sienten un leve cosquilleo de placer; continúan el goce con la pica y llegan al orgasmo en la estocada. Incluso hay toros cuya casta es tal que necesitan más placer y piden ser apuntillados.
Se me olvidaba decir, que de los resultados del estudio se deriva la siguiente verdad absoluta: No hay nadie en este mundo que ame más al toro que el torero. De ahí nace, precisamente, la propuesta de añadir un nuevo refrán a nuestra ilustre colección: Quien bien te quiere, te hará sangrar.

jueves, 6 de mayo de 2010

LA POLÍTICA (REDACCIÓN)

Dice el tío Julián que la política es tirarse los trastos a la cabeza. No sé si será verdad pero por culpa de ella mi padre y el abuelo Antonio se ponen nerviosos, dan voces y regañan cuando se ven, aunque sólo sea un ratito de nada. Según el abuelo, lo que él defiende es mejor que lo que defiende mi padre, y mi padre se pone que no, que al revés. Uno llama facha al otro y el otro le contesta que mejor facha que rojo de mierda; así como suena de mal. Gritan y gritan, pero no se escuchan casi. Un sábado tuvimos que llevar al abuelo a que le vieran en urgencias porque, discutiendo, se quedó sin respiración. Menudo susto: tenía la cara blanca como una tiza gigante y las orejas marrones. Le dijo el médico que no se sulfurase tanto a partir de ahora, pero como no puede resistirlo, desde entonces, cada vez que ve a mi padre sale haciendo fú como el gato. La política tiene que ser otra cosa que no me han explicado bien.

Tampoco debe ser la política esto otro que voy a contar: Algunos días, cuando estamos comiendo, levanto los ojos al telediario mientras me llevo la cuchara a la boca y oigo cosas que son imposibles. Todo, todo lo que hacen unos está mal según los otros y al contrario. ¿A que no puede ser que de mil cosas estén mal las mil?. Bueno, pues están. Sale uno de un partido diciendo que han hecho una carretera nueva y al rato salta el otro con que más valiera que hubiesen hecho un puente, y si hacen un puente, que vaya tontería: que donde esté una carretera que se quite todo. Si gastan, que por qué gastan, y si lo guardan, que por qué lo guardan. Un tostón. A mí me cansan.

Para hacerte político te tienes que meter en un partido. Mi hermano Luisma fue a uno, rellenó la ficha, le dieron un pin para ponérselo en la chaqueta y ya está. Llegó tan contento a mi casa porque se hizo una foto con los que más mandan y la tiene puesta en su cuarto, al lado de otra de Ronaldo cuando era pobre. Eso pasó al principio de apuntarse. Se pone que luego, si quieres llevarte bien, lo mejor es hacer lo que te digan y sin rechistar, porque si rechistas, los de la mesa principal empiezan a mirarse unos a otros como de reojo, y a los pocos días te tienes que ir del partido ese a otro, aunque él cree que si te cambias da lo mismo, porque allí hay otra mesa principal.

Los partidos se dividen en dos clases: de derechas y de izquierdas, pero la semana pasada salió en la tele el alcalde de Madrid, diciendo que aunque está en un partido de derechas, él es del centro. Pregunté a mi padre que si se refería a que como Madrid está en el medio de España y es el alcalde, pues por eso, pero no. Le pedí que me lo explicara y me contestó que no lo entendía ni él, así que nada. Otra vez hicieron una entrevista en la tele a uno de izquierdas que se llama Bono de apellido, me acuerdo yo, y dijo también lo del centro. Lo suyo sería entonces que se juntara con el alcalde de Madrid y montaran los dos un partido nuevo con todos los que quieran centrarse, porque si no es un lío.

Luego están las elecciones, que es cuando los mayores votan a los que ellos quieren. Las veces que no tienen ganas de votar y se van al campo, a la playa o donde mejor les pille, se llaman abstenciones, y sirven para decir que no les mola ninguno de los que ponen las papeletas. Lo que tampoco entiendo bien de esta parte de la política es cómo se leen las cuentas. Una vez, en mi pueblo, los que tenían 4 concejales se quedaron con 1 y, según ellos, habían ganado porque ahora tocaban el suelo y antes no. No sé qué tocarían entonces. A mí me parece que es una mentira, porque toquen ellos el suelo o vuelen, los números son los números. Si yo anoche conté que tenía 4 rotus en el estuche y cuando llego a la escuela abro la cremallera y solo veo el verde, es porque el negro, el rojo y el azul los he perdido por el camino, así que ahora tengo 3 menos que antes, y eso es perder, no ganar. Por lo menos es lo que nos ha explicado la profe hasta ahora. Pues Igual que otros: eran 2, sacaron los mismos y salían a la calle tan chulitos haciendo la V con los dedos, como si 2 fueran más que 2, no te amuela. La política tiene unas matemáticas de alucine. A lo mejor es que esa parte no la he estudiado todavía porque soy pequeño; también puede ser.

Bueno, me voy, que ya he puesto mucho. Adiós.