domingo, 16 de diciembre de 2012
sábado, 15 de diciembre de 2012
sábado, 1 de diciembre de 2012
EN EL LÍMITE
¡Toc! ¡Toc!
-
Adelante
-
Hola, buenas. Venía a matarle.
-
¿Cómo dice?
-
Lo que oye
-
¿Por?
-
Nada. Cosas mías.
-
¿Qué respuesta es esa? ¿No puede ser algo más
explícito?.
-
Para qué, si dentro de unos minutos estará muerto.
-
¿Va a tener usted el valor de quitarme de en medio sin
una mínima explicación?.
-
Desde luego que sí. Vengo a matarle y punto.
-
¿Así, sin ton ni son?
-
Son tendrá cuando se descubra el cadáver y salga en los
periódicos.
-
¿Lo hace por afán de notoriedad, entonces?
-
No me maree y
váyase haciendo a la idea.
-
Al menos, preséntese.
-
Con esta táctica dilatoria lo que trata usted es que se
me pasen las ganas de matarle.
-
Estoy en mi derecho.
-
Lo único que conseguirá con ello es retrasar la
ejecución y, por tanto, su propia angustia.
-
Si es así, máteme cuanto antes y me hará un favor, ¿no
es eso?.
-
Afirmativo. Ya sabe lo que se dice sobre los malos
tragos.
-
Pero, ¿y, el arma? ¿dónde está el arma?
-
Como mi visita se debe a un arrebato imprevisto, no traigo.
-
No pensará que la ponga yo, ¿verdad?
-
Me evitaría tener que estrangularle.
-
Miraré a ver, pero creo que no tengo nada a mano que le
pueda servir.
-
Por si no lo sabe, me sienta como un tiro que me
mientan.
-
Es decir, que si le lanzo una mentira que le llegue al
corazón, el muerto sería usted.
-
Déjese de circunloquios y busque algo para asesinarle.
-
Si me asesino yo, le ahorraría la molestia.
-
No sea animal. Usted no puede asesinarse. En todo caso,
se suicidaría.
-
¿Está seguro de eso? ¿No cree que si yo lograra matarme
en contra de mi voluntad, cometería un asesinato?.
-
¿Cómo dice?
-
Uno se suicida cuando está de acuerdo en quitarse la
vida, pero si lo hace forcejeando consigo mismo, no sería suicidio, sino
asesinato propio.
-
Haga el favor de no enredar más esta conversación: para
mí no es ninguna molestia matarle. Recuerde que he venido a eso.
-
Le comprendo: ir decidido a liquidar a alguien y que la
víctima se mate sola, debe poner de muy mala leche.
-
Frustra mucho. Le ruego que no se asesine y me deje a
mí hacerlo. Solo será un momento. Además, si usted se quitara la vida, pecaría.
-
¿Adónde quiere llegar? ¿A que si no le dejo que me
mate, iré al infierno?
-
Es de cajón. Puesto que de todas formas va a morir,
evítese empeorar las cosas.
-
Desde esa perspectiva, la argumentación es irreprochable,
pero existe otra: que sea yo el que acabe matándole a usted.
-
No se lo consentiría.
-
Sin embargo, admitirá que es posible.
-
Sí. He de reconocer que como posibilidad existe, no se
lo niego.
-
Supongo que me concederá una última voluntad.
-
Estaría bueno… ¿De qué se trata?.
-
Cierre los ojos. Concéntrese e imagine por un momento
que fuera yo el asesino y usted el fiambre.
-
Espere que me ponga en situación… ¡Ya!.
-
¿Qué siente?
-
Desconcierto, mucho desconcierto.
-
¿Solo?
-
Y un cabreo del copón.
-
Más.
-
Estertores agónicos y mucho frío.
-
¿A qué conclusión llega?
-
Que será mejor que me vaya por si las moscas.
-
Si quiere voy a buscar el arma, pero no olvide la
sensación que acaba de vivir.
-
No, no. No se moleste; ya mataré a otro menos
enrevesado. Que pase un buen día.
-
Y usted que lo mate bien.
STAFF MANIFIESTAMENTE MEJORABLE
A José Ignacio Wert le suspenden categóricamente padres, profesores y alumnos de la enseñanza pública. Contra Ana Mato se rebelan médicos y enfermeras. El Financial Times ve a Luís de Guindos como el peor ministro de finanzas de la Unión Europea. Ruiz Gallardón, con su ley de tasas, tiene enfrente a letrados, jueces y fiscales. La política de empleo de Fátima Báñez provoca dos huelgas generales en ocho meses. A los contribuyentes de ley nos indigna la amnistía fiscal concedida por Cristóbal Montoro a los grandes defraudadores. Arias Cañete se muestra incapaz de solucionar el conflicto de los pescadores españoles en la zona de Gibraltar. Díaz Fernández acalla las protestas más justas de la democracia con tics represivos de otros tiempos. A José Manuel Soria le estalló la mina y el precio de la electricidad. La Ministra de Fomento, Ana Pastor, no tiene presupuesto para fomentar nada y, según las últimas encuestas oficiales, de Rajoy desconfía más del 83 por ciento de la ciudadanía española. Como se ve, estamos ante un staff manifiestamente mejorable que invita a clamar: año nuevo, gobierno nuevo (por favor).
miércoles, 14 de noviembre de 2012
EL BANCO DE MI PUEBLO
Cuando
yo era pequeño, el banco de mi pueblo era ese sitio donde los mayores guardaban
el dinero que tenían. Luego, una parte de este se lo prestaba el señor director
a don Manuel para comprar gallinas y conejos, a la señora Amparo lo que le
faltaba para ampliar la tienda de telas, y a Felipe porque tenía que comprar
cubetos nuevos antes de que llegara la vendimia. Al año siguiente, los tres
habían devuelto los préstamos gracias a las ganancias de sus actividades
productivas, con lo cual ellos estaban tan felices y el señor director también,
porque disponía de más dinero para prestar a otros vecinos. El pueblo iba
creciendo, y su economía real lo mismo. Ahora, con el dinero de los mayores,
ese mismo banco compra por Internet productos financieros que vende
inmediatamente después para ganar más en menos tiempo, y esa demasía la vuelve
a invertir en otros medios de pago más sofisticados, etc. etc… Su riqueza
aumenta, sin embargo, la economía real de mi pueblo se ha estancado, y los
hijos de don Manuel, de Felipe y de la señora Amparo han tenido que cerrar sus
negocios familiares ante la negativa del señor director del banco a prestarles
ni un euro.
domingo, 4 de noviembre de 2012
DIÁLOGOS
ESTRAMBÓTICOS: “HACER LO QUE HAY QUE HACER”
- Sabemos lo que hay que hacer y
lo vamos a hacer.
- ¿Y, qué van a hacer?
- Lo que sabemos que hay que
hacer
-
Eso ya lo ha dicho, pero ¿saben lo que hay que hacer?.
- Acabo de decírselo: lo que vamos
a hacer.
- Si se mete en el bucle, no
habrá manera de entendernos.
- Comprenda que si sabiendo lo
que hay que hacer hiciéramos otra cosa, estaríamos haciendo lo que no hay que hacer.
- Cierto, pero, ¿no puede ser
algo más concreto?
- ¿Más todavía?
- Si fuera posible…
- Está bien. Le daré otro dato
fundamental: haremos lo que sea de sentido común.
- Más tranquilo me deja.
- Y añadiré más: no haremos nada
que debamos hacer si no es de sentido común.
- ¿Y la parte contratante de la
segunda parte?
- Esa viene después. No se
precipite.
- ¿También la harán?
- No le quepa a usted la menor
duda. Cada parte contratante tendrá su tratamiento aparte.
- Acaba de salirle un pareado.
- Es que estoy sembrado.
- Y ahora, otro.
- Ya le digo.
- Dejémoslo ahí si le parece y
respóndame: ¿Cómo lo harán?.
- ¿El qué?
- Coño, qué va a ser: lo que hay
que hacer.
- Ah, sí. Lo haremos como Dios
manda.
- En esta entrevista veo que se
avanza poco.
- No se preocupe, que de esta
salimos.
- ¿Se refiere a la crisis o a la
charla?
- A la crisis, a la crisis.
- Dígame de qué forma, porque
hasta ahora no da esa impresión.
- Mi primer análisis es este:
¿cómo se sale de cualquier sitio?: saliendo.
- Del mismo modo que se entra,
entrando, ¿no es eso?
- Veo que lo va pillando.
- Con dificultad, pero sí.
- Porque lo que no puede ser no
puede ser, y además es imposible.
- Esa frase es de Guerrita.
- Es que Guerrita era de los
míos.
- Eso parece.
- Mire usted: hay que hacer
nuevas reformas, muchas reformas, cada vez más reformas.
- Sí, pero ¿cuáles?
- Las que España necesita.
- Joder, tío, diga ya algo con
sustancia, que me estoy mosqueando.
- Y ajustes, nuevos ajustes,
muchos ajustes, cada vez más ajustes.
- Ahora le pregunto que cuáles más
y me va a contestar otra vez que los que España necesita.
- Me alegra comprobar que me
sigue.
- ¿Bajarán las pensiones futuras?
- ¿Adónde?
- ¿Qué pasará con la edad de
jubilación?
- En esto quiero ser claro y
rotundo: le puedo asegurar que cada español se jubilará en su momento.
- ¿Es una primicia?
- Por ser usted.
- ¿Y del rescate, qué me cuenta?
- Que de niño era mi juego
preferido. Si quiere le explico cómo funciona.
- Mejor será que lo dejemos aquí.
No me he traído las pastillas y tengo la tensión alta.
- Lástima. Ahora que empezaba a
entrar en detalle, va usted y se marcha. ¿A hacer qué?
- Lo que hay que hacer.
- En ese caso, vaya usted con
Dios.
sábado, 27 de octubre de 2012
LO QUE NOS DEBE LA
BANCA
lunes, 22 de octubre de 2012
EL PAÍS DONDE NO SE SABÍA
DIMITIR
No
se lo van a creer, pero en el país del que hablo nadie dimitía. Y no se piensen
que era por apego al cargo; sencillamente es que la gente no sabía dimitir.
Escenas como las que cuento a continuación eran de lo más habitual:
- Anda, Gutiérrez, sal del
Ayuntamiento y no vuelvas más, que no quiero verte ni en pintura – le decía el
alcalde a uno de sus concejales, al que había pillado reformándose la salita de
estar de su casa a cargo del presupuesto municipal.
- Si te estomaga mi presencia, ya
sabes, césame –respondía el edil, arrugando la frente.
- Vete tú, y así no damos cuartos
al pregonero.
- ¿Que me vaya yo? – señalaba Gutiérrez, sorprendido, apuntándose
con el dedo en la boca del estómago.
- Tienes razón, lo he dicho sin
pensar. Ya sé que no se puede ir uno, así como así –rectificaba el alcalde, pensativo,
paseando en línea recta por su despacho, desde la bandera al busto del rey y
viceversa.
- Yo me iría, pero no sé. ¿Cómo
se hará eso? – se preguntaba Gutiérrez en voz alta, con cara de llevar tiempo
en off.
- Ni idea, chico –respondía el alcalde
sin detener su paseo mecánico.
- Lo intentaré de todas formas,
pero no te garantizo nada- apuntillaba el otro sin saber por dónde empezar.
El
concejal entraba en su despacho y se ponía a escribir: “Yo, Fermín Gutiérrez Cárdenas,
Concejal Delegado de Obras, expongo lo siguiente: Aunque todo se debe a una venganza
política urdida contra mí por la pérfida oposición, soy inocente de lo que se
me acusa, pero dadas las circunstancias, presento, presento…” . Y ahí se
detenía, sin saber continuar, dando puñetazos como un poseso al teclado del
ordenador.
Así
se pasaba los días, intentándolo sin éxito, hasta que el alcalde, cansado de
esperar, acababa cesándole, claro, pero el concejal se iba del cargo sin haber
presentado la dimisión.
Le
ocurría a todo el mundo: gobernadores civiles, senadores, diputados… Cuando
algún superior les pedía que dejaran el cargo por propia voluntad, ponían una
mueca de idiota que daba no se qué verles.
Pasó
mucho tiempo hasta que un becario que se había metido entre pecho y espalda media
docena de masters a distancia, encontró la solución. “¿Dimisoni… sidimión… nisodím…?”,
repetía en voz alta una y otra vez, sin dar con la palabra exacta. Hasta que un
martes, de madrugada, se le encendió la neurona de guardia y fue a dar con la
combinación silábica perfecta. Eufórico, salió al balcón de la sede en pelota
picada gritando como un loco:
¡DI-MI-SI-ÓN!… ¡¡¡Eureka!!...
¡DI-MI-SI-ÓN!. Y se puso a dimitir él inmediatamente, a ver qué pasaba.
¿Te has vuelto majara?. Tiene que
dimitir alguien que tenga un cargo –le corrigió, más lúcido, su compañero de
análisis.
Entusiasmados,
esa misma mañana los becarios se dirigieron a la Asamblea regional y ofrecieron
su hallazgo a un diputado autonómico, sospechoso de haberse llevado el escaño a
su casa, con micrófono y todo, para montarse karaokes nocturnos con su señora.
Siguiendo
las instrucciones de los dos lumbreras, el diputado presentó oficialmente la
carta en la que aparecía por vez primera la palabra dimisión y, acto seguido,
abandonó el cargo, aunque sin saber exactamente qué suponía en realidad aquello.
Como
era previsible, esa tarde se sintió tan raro que el día siguiente regresó a su
puesto en la Asamblea ,
donde aún andaba el descubridor de la palabra, explicando su significado a los
presentes.
Pero, ¿tú no habías dimitido? -preguntó el joven estudioso al diputado,
cuando le vio entrar.
Sí, ¿y qué?
Entonces, ¿qué haces aquí otra
vez?
¿Cómo que qué hago?
Si dimites, como que dimites. No
aparezcas, tío.
¿Por qué? A mí nadie me ha
cesado.
Tú mismo, ¿es que no lo
entiendes?.
¿Yo mismo?. De eso, nada.
Como te explicamos ayer, dimitir
significa irse antes de que a uno le echen.
Le he estado dando vueltas toda
la noche, y eso es imposible. No se puede.
Y yo te digo que sí.
Di misa si te da la gana, pero en
este país solo hay dos maneras de dejar el cargo: o te cesan o te mueres –dijo
el tipo sintiéndose acosado; tanto, que inmediatamente se acercó al Vicepresidente
segundo de la Cámara
para quejarse.
Oye, Benavides, mira lo que dice este
soplagaitas – y le contó la incidencia, mientras señalaba despectivamente al descubridor.
Tonterías. Ese es un listo- acabó
Benavides, solidario, echándole el brazo por encima del hombro.
Y el diputado en cuestión, más
crecido que un déficit público, siguió encolado al puesto y al sueldo, a la espera
de que alguien le cesara.
jueves, 18 de octubre de 2012
FAVOR POR FAVOR
Por
si alguien todavía no se ha enterado bien, hemos hecho un inmenso favor a
nuestros socios europeos aceptando que nos concedan una línea de crédito (también
llamada “la eurobicoca”) de hasta 100.000 millones. Aún se desconocen los términos
exactos del contrato, pero no hay que descartar la posibilidad de que los
intereses nos los paguen ellos a nosotros, de forma que podamos ir amortizando
el principal de la línea sin darnos cuenta. Favor por favor.
IBERDROLA INFORMA
Hemos recibido en casa la última
factura de Iberdrola y, junto a ella, una carta pretendidamente aclaratoria que
empieza así: “Al objeto de facilitar la comprensión de la factura…”. Deseoso de
comprender, sigo leyendo y me encuentro, en resumen, con la siguiente
explicación:
1. Que me refacturan el 4º
trimestre de 2011 debido a los “precios de los peajes de acceso a las redes”, y
el 1º trimestre de 2012 para “sufragar los costes regulados del sistema de
revisión de precios de los peajes”.
2. Que la compañía me carga el
consumo de abril, al tener en cuenta “la Orden por la cual se aprueban los
peajes de acceso a partir del 1 de abril de 2012”.
La nota no sigue, pero confío en
que pronto manden otra sobre la parte contratante de la segunda parte. Hasta
entonces, lo que este ignorante usuario sabe es que con las tres refacturaciones
me ha subido el recibo de la luz un 13,80 % y que la culpa de todo no la tienen
ni Iberdrola ni el gobierno, sino los peajes de acceso a las redes, que por lo
visto salen por un ojo de la cara.
LOS PARADOS SON DE
ESPAÑA
También
la demagogia (como “degeneración de la democracia”, la define la RAE en su
segunda acepción) tiene límites, pero el portavoz parlamentario del PP, Alfonso
Alonso, no parece conocerlos. Decir que los desempleados sin prestación son los
parados de Zapatero, trasciende lo demagógico. Es, sencillamente, una indecencia.
A estas alturas, todo el mundo sabe porque las hemerotecas son testigos
insobornables, que el origen de la burbuja inmobiliaria -causa principal de que
millones de personas abandonaran estudios y oficios por el ladrillo y ahora se
vean en el paro- se fraguó siendo presidente del gobierno José María Aznar.
Después, Zapatero dejó que siguiera mandando el principio liberal laissez faire, laissez passer, y ese fue
su enorme, su inmenso error. Sin embargo, cuando una bomba estalla dejando
víctimas, no es el momento de discutir quién fue más culpable, si el que
fabricó la bomba o el que no la desactivó a tiempo, pudiendo hacerlo. Ahora,
señor Alonso, hay que socorrer a los heridos, que no son ni de Aznar ni de
Zapatero, sino de España, y el deber del gobierno, sea del partido que sea, es
atenderles sin rechistar.
MADRID: SANIDAD
PÚBLICA Y LISTAS DE ESPERA
POLÍTICOS
SEÑOR PRESIDENTE, TENGO UNA PREGUNTA PARA USTED
Algo imperdonable hemos debido hacer los funcionarios para
que nos baje el sueldo, aumente nuestra jornada laboral, nos reduzca a la mitad
los días libres y Beteta abogue porque se nos racione el café (a corto plazo no
contamos con cortes de luz, agua y gas, pero todo se andará). Como es de
justicia que el múltiple castigo recibido guarde cabal proporción con los
desatinos supuestamente perpetrados por nosotros, un repaso rápido a los
fiascos más notables debería bastar para dar con la o las causas. Veamos. De
los 23.465 millones de Bankia nos enteramos por de Guindos, o sea, que por eso
no es. Los agujeros de Caja Castilla-La Mancha, Caja de Ahorros del
Mediterráneo, Banco de Valencia y las cajas gallegas tampoco, porque se
hicieron con taladros privados. Los casos Nóos, Malaya, Campeón, ERE, Gürtel,
Palma Arena, ITV, Pretoria, Millet y ese largo etcétera de asuntos
putrefactos fueron orquestados por individuos sin plaza de
funcionario. Los aeropuertos de Castellón y Ciudad Real o el circuito de Fórmula
1 de Valencia, por citar solo tres ejemplos, se aprobaron sin nuestra
participación. Ninguno de nosotros votó los sueldos siderales de ministros,
diputados, consejeros, concejales y alcaldes. No podemos formar parte de los
defraudadores a los que Montoro recibe con los brazos abiertos, porque a
nosotros él sí que nos controla la nómina… ¿Entonces, qué hemos hecho nosotros
para merecer esto, señor presidente?.
A DON CRISTÓBAL MONTORO
El gobierno anda buscando dinero como loco en
los caladeros de las clases media y baja. Después de subirnos el IRPF, el IVA,
el IBI, el transporte, la luz y el gas; después de introducir el repago
sanitario, retirar la ayuda a los dependientes, facilitar los despidos, reducir
los salarios, mandar a miles de interinos al paro, etc. etc., y mientras
deciden cuándo y cuánto nos bajará las pensiones, usted, don Cristóbal, puede
combatir la ansiedad que toda espera produce rebañando aún más los bolsillos
más humildes; por ejemplo con la instalación de fontímetros en los
grifos de las fuentes (se cobraría por tragos), ludómetros en los
columpios, toboganes y balancines de los parques públicos, sombrómetros
en los árboles de copa hermosa y banquímetros en los bancos y poyos de
las aceras patrias. También ayudaría a cumplir los objetivos del déficit cobrar
peaje en los carriles-bici, gravar el cobijo que proporcionan las marquesinas y
aplicar un impuesto que actúe como cajón de sastre de ocurrencias futuras (el
IOFU). Lo que hay que hacer es darle más el tarro, don Cristóbal, hasta
dejarnos secos como la mojama a nosotros, a los de siempre.
En cuanto al capital de los de su clase y
condición, ya sabe que una parte de la riqueza la tienen a nombre de
testaferros, otra anda dando réditos en paraísos fiscales, y el resto lo
invierten en deuda pública, esa por la cual usted les paga de nuestros
bolsillos el 6 y pico por ciento de interés con fondos que ellos consiguen solo
al 1. En este último caso me estoy refiriendo a sus amigos los banqueros, ya
sabe.
Siempre ha habido ricos y pobres, señor
Montoro, y aunque no conocemos cuántos hay de cada grupo, lo que es seguro es
que con medidas como las que ustedes no se cansan de tomar, en España cada vez
hay menos ricos con mayor fortuna y más pobres con menos que llevarse a la
boca. Todo un éxito de su política popular.
miércoles, 17 de octubre de 2012
ÉPOCA
DE TRADICIÓN Y COSTUMBRES
Leo, que en un
pueblo de Albacete (Villarrobledo), el equipo de gobierno del PP ha decidido celebrar
el Día de la Mujer Rural, y para ello, doña Belén Torres, como así se llama la concejala
de allí y, a la vez, senadora, ha inaugurado una exposición de velos, rosarios,
misales y peinetas, en recuerdo de los atavíos que portaban las mujeres de los
años 50, “aquella época de tradición y costumbres”, según sus propias palabras.
Para completar la colección, propongo a la nostálgica edil que en las paredes
del museo municipal haga colgar los clásicos azulejos de cerámica con refranes
de aquel entonces dedicados a la mujer como: “La mujer casada, en casa y con la
pierna quebrada”, “La mujer traviesa, con azotes se endereza”, “A la mujer y a
la lechuga, por la cintura”, “A la mujer y a la mula, mano dura” y tantos otros
que reflejan el papel reservado a la mujer (rural y urbana) en aquellos tiempos
de sotana y coronilla. Ayudará a las nuevas generaciones de jóvenes a hacerse
una idea más exacta sobre “aquella época de tradición y costumbres”.
WERT
INNOVA LAS MATEMÁTICAS
José Ignacio
Wert ha introducido una innovación de alcance en el mundo de las matemáticas,
que el profesorado de esta disciplina debería incorporar a sus enseñanzas de
manera inminente. Según el ministro, con los recortes en Educación, “el número
de alumnos por clase no aumenta, se flexibiliza”. Pongamos un ejemplo para que
los chavales comprendan y asimilen la diferencia: si antes en su clase eran 28
y ahora son 33, no es porque ellos hayan aumentado en 5, sino porque se han flexibilizado.
Extrapolando el hallazgo al conjunto de la ciencia matemática, lo que los
estudiantes deben aprender, pues, es que, en contra de lo que se creía hasta
ahora, al ir de menos a más, los números no aumentan sino que se transforman,
varían, se modifican, cambian, se alteran, mudan, fluctúan; en definitiva, se
flexibilizan, pero en ningún caso crecen, se elevan o, mucho menos, aumentan.
Supongo que habrá que modificar los libros de texto, y rápido.domingo, 7 de octubre de 2012
CONTAR HASTA DIEZ
QUE VENGA DIOS Y LO
VEA
jueves, 4 de octubre de 2012
SANIDAD PÚBLICA A DOMICILIO
Llaman a la puerta
- ¿Quién es?
- El mensajero.
- Hola, buenas. ¿Qué quería?. No recuerdo haber pedido nada.
- ¿Vive aquí el enfermo Amancio Lista Despera?
- Sí. Está en la cama.
- Es de parte de la sanidad pública.
- ¿Qué trae ahí dentro?
- Un paquete con el instrumental para operaciones: bisturís, vendas, tijeras, anestesia, botella de suero, en fin…
- ¿Le van a operar aquí, en casa?
- Eso es.
- ¿Y cuándo viene el cirujano?
- ¿Qué cirujano?. Después de los recortes han quedado tan pocos que no dan a basto.
- ¿Quién le va a operar entonces?
- El mismo enfermo
- ¿A sí mismo?
- Él mejor que nadie sabe dónde tiene el mal.
- Pero si está anestesiado no va a…
- Anestesia local. No hay fondos para anestesiarle entero. Él se duerme la zona chunga y, cuando ya no la sienta, saca el bisturí y al toro que es una mona.
- Con lo cobardica que es, no sé si se atreverá.
- Le echa usted un par de lingotazos de coñac cabezón en la taza del desayuno y verá como sí.
- Además, lo que tiene mal es el riñón. No sé cómo se las va a apañar para operarse en la espalda.
- Es tan fácil como tumbarse boca abajo e instalar un juego de espejos en la habitación, de manera que pueda ver en cada momento y desde distintos ángulos, dónde se está metiendo mano.
- Un poco arriesgado, ¿no le parece?.
- También puede intervenirle algún familiar
- Menos mal que dan alternativa.
- Aquí le dejo el manual de instrucciones y un DVD para que observe con atención cómo operarse sin riesgo. Puede hacerlo usted misma, ya digo. Si sigue bien las directrices, será coser y cantar.
- Cortar y coser.
- Bueno, eso.
- Espere un momento: Veo que las instrucciones vienen en inglés, francés, alemán y japonés.
- Al final del todo hay un resumen en español
- ¿En esta página que dice: “Cómo operar por la vía rápida. Ahorre los pasos tontos”?
- Sí. Nosotros lo llamamos atajo quirúrgico.
- Me angustia un poco; no sé.
- Venga, señora, sea valiente. Ponga el DVD, verá qué sencillo.
- ¿Estará bien explicadito, verdad?
- No tiene pérdida. Primero vienen unas palabras de saludo que le mandan personalmente las autoridades políticas sanitarias. Preste atención porque inmediatamente después de que oiga decir: “La suma de todos”, empiezan los momentos de cirugía propiamente dichos.
- ¿Y, si la cosa se complica?
- Le da al Re-Play
- Estoy viendo que mi marido se me va.
- Seamos serios: ¿Adónde va a ir con el costado abierto?
- Que se me va, que se me muere.
- En ese caso, la Administración no se hace cargo, se lo advierto. Le traemos a casa el aparataje con las instrucciones y un apoyo visual de primer orden. Más no se puede hacer en estos momentos de crisis. Y ahora, por favor, firme debajo del recibí, y ponga su nombre y la fecha, que tengo pendientes otras siete entregas por aquí cerca. En quince días máximo vengo a recoger el utillaje.
- Si tuviera dinero, le operaría de pago.
- Pero no lo tiene, ¿a que no?
- Veré si puedo conseguirlo… ¡Eh, oiga, que se le ha caído del bolsillo una tarjeta!
- ¿Una tarjeta?... ¡Ah, sí!. Es propaganda de una clínica privada. Quédesela por si la necesita. Casualmente tengo más en la guantera del coche.
El comercial sanitario se mete en el furgón y acelera hacia la próxima entrega. La mujer, mira la tarjeta y mientras despide al agente, se la guarda en el bolsillo del delantal. Al cerrar la puerta, se dio cuenta de que hacía mucho que no le brotaba por todo el cuerpo un sudor tan frío.
Llaman a la puerta
- ¿Quién es?
- El mensajero.
- Hola, buenas. ¿Qué quería?. No recuerdo haber pedido nada.
- ¿Vive aquí el enfermo Amancio Lista Despera?
- Sí. Está en la cama.
- Es de parte de la sanidad pública.
- ¿Qué trae ahí dentro?
- Un paquete con el instrumental para operaciones: bisturís, vendas, tijeras, anestesia, botella de suero, en fin…
- ¿Le van a operar aquí, en casa?
- Eso es.
- ¿Y cuándo viene el cirujano?
- ¿Qué cirujano?. Después de los recortes han quedado tan pocos que no dan a basto.
- ¿Quién le va a operar entonces?
- El mismo enfermo
- ¿A sí mismo?
- Él mejor que nadie sabe dónde tiene el mal.
- Pero si está anestesiado no va a…
- Anestesia local. No hay fondos para anestesiarle entero. Él se duerme la zona chunga y, cuando ya no la sienta, saca el bisturí y al toro que es una mona.
- Con lo cobardica que es, no sé si se atreverá.
- Le echa usted un par de lingotazos de coñac cabezón en la taza del desayuno y verá como sí.
- Además, lo que tiene mal es el riñón. No sé cómo se las va a apañar para operarse en la espalda.
- Es tan fácil como tumbarse boca abajo e instalar un juego de espejos en la habitación, de manera que pueda ver en cada momento y desde distintos ángulos, dónde se está metiendo mano.
- Un poco arriesgado, ¿no le parece?.
- También puede intervenirle algún familiar
- Menos mal que dan alternativa.
- Aquí le dejo el manual de instrucciones y un DVD para que observe con atención cómo operarse sin riesgo. Puede hacerlo usted misma, ya digo. Si sigue bien las directrices, será coser y cantar.
- Cortar y coser.
- Bueno, eso.
- Espere un momento: Veo que las instrucciones vienen en inglés, francés, alemán y japonés.
- Al final del todo hay un resumen en español
- ¿En esta página que dice: “Cómo operar por la vía rápida. Ahorre los pasos tontos”?
- Sí. Nosotros lo llamamos atajo quirúrgico.
- Me angustia un poco; no sé.
- Venga, señora, sea valiente. Ponga el DVD, verá qué sencillo.
- ¿Estará bien explicadito, verdad?
- No tiene pérdida. Primero vienen unas palabras de saludo que le mandan personalmente las autoridades políticas sanitarias. Preste atención porque inmediatamente después de que oiga decir: “La suma de todos”, empiezan los momentos de cirugía propiamente dichos.
- ¿Y, si la cosa se complica?
- Le da al Re-Play
- Estoy viendo que mi marido se me va.
- Seamos serios: ¿Adónde va a ir con el costado abierto?
- Que se me va, que se me muere.
- En ese caso, la Administración no se hace cargo, se lo advierto. Le traemos a casa el aparataje con las instrucciones y un apoyo visual de primer orden. Más no se puede hacer en estos momentos de crisis. Y ahora, por favor, firme debajo del recibí, y ponga su nombre y la fecha, que tengo pendientes otras siete entregas por aquí cerca. En quince días máximo vengo a recoger el utillaje.
- Si tuviera dinero, le operaría de pago.
- Pero no lo tiene, ¿a que no?
- Veré si puedo conseguirlo… ¡Eh, oiga, que se le ha caído del bolsillo una tarjeta!
- ¿Una tarjeta?... ¡Ah, sí!. Es propaganda de una clínica privada. Quédesela por si la necesita. Casualmente tengo más en la guantera del coche.
El comercial sanitario se mete en el furgón y acelera hacia la próxima entrega. La mujer, mira la tarjeta y mientras despide al agente, se la guarda en el bolsillo del delantal. Al cerrar la puerta, se dio cuenta de que hacía mucho que no le brotaba por todo el cuerpo un sudor tan frío.
jueves, 27 de septiembre de 2012
RIESGO Y SU PRIMA
Riesgo (mirando hacia el cielo, con unos prismáticos en la mano derecha y un megáfono en la izquierda).
- Pero, prima: ¿cómo has llegado hasta ahí arriba?.
Prima de.- A empujones.
Riesgo.- ¿De quien?.
Prima de.- De los mercados, como llaman ahora a los capitalistas.
Riesgo.- ¡Chssssss!. Ándate con ojo y no pronuncies ese nombre en voz alta, que como te oigan pueden sacarte de la atmósfera de un solo envite. Llámales inversores financieros, que no suena tan verdad.
Prima de.- ¿No había que llamar al pan, pan y al vino, vino?
Riesgo.- Eso vale solo para el pan y el vino.
Prima de.- Yo pensé que era más general.
Riesgo.- Pues no: solo vale para el pan y el vino. Por ejemplo, la subida del IRPF no se llama subida del IRPF.
Prima de.- ¿Entonces cómo?
Riesgo.- Recargo transitorio de solidaridad.
Prima de.- ¡Qué bonito, primo!
Riesgo.- En Junio te lo contaré.
Prima de.- Lo que yo te cuento es que estoy harta de vivir aquí colgada.
Riesgo.- ¿No puedes bajar tu sola?
Prima de.- Ojalá. Me suben y bajan a pelotazos. Ellos lo llaman flujos de inversión.
Riesgo.- ¿Quieres que te baje yo?
Prima de.- No puedes. Manejan el mecanismo on-line.
Riesgo.- Una curiosidad: ¿A cuántos puntos básicos estás ahora?.
Prima de.- Traen conmigo un trajín, que ni lo sé.
Riesgo.- Toma Biodramina; es muy buena para el mareo de cabeza.
Prima de.- También tengo vértigo.
Riesgo.- Coño, no te asomes.
Prima de.- Es que me puede la curiosidad: no te figuras lo pequeño que se ve desde aquí arriba el bono alemán.
Riesgo.- Pues es enorme de grande. Da miedo.
Prima de.- Qué rabia, no poder echarle un pulso.
Riesgo.- Tú siempre serás peso mosca. Enfrentándote a él recibirías más sopapos que un funcionario en la nómina.
Prima de.- Ya me los dan aquí arriba.
Riesgo.- A pesar de la altura, te noto con la moral por los suelos.
Prima de.- Es que la tengo.
Riesgo.- ¿Por?.
Prima de.- Oí que el nuevo gobierno iba a bajarme del todo, y mira donde sigo.
Riesgo.- ¿Quién dijo eso?.
Prima de.- La gente de Intereconomía. Luego lo leí en La Razón.
Riesgo.- Es que te metes unas sobredosis de chute talibán divinos de la muerte.
Prima de.- Que como Rajoy generaba una confianza que te pasas en los foros más influyentes del mundo, era cosa hecha.
Riesgo.- ¿Y no contrastaste con otras opiniones?.
Prima de.- Tenía tantas ganas de bajar, que no quise por si acaso me chafaban la ilusión.
Riesgo.- Me acuerdo que de pequeños, cuando jugábamos a los animales, tú siempre te pedías hacer de avestruz. Escondías la cabeza bajo el sobaco mucho mejor que Mari Loli.
Prima de (a lo suyo).- Después me enteré de que el Ministro de Economía fue hasta hace poco un antiguo directivo de Lehman Brothers y me sofoqué más.
Riesgo.- A mí me dio risa, de los nervios que me entraron.
Prima de (se echa a llorar).- Ahora sé que cuando baje de aquí, si algún día bajo, será porque lo diga la Merkel.
Riesgo.- Si quieres me paso por el Banco Central Europeo a ver qué pueden hacer por ti.
Prima de (secándose las lágrimas con un boceto de eurobono).- No sé para qué, si no sabes alemán. Riesgo.- Me llevo al tío Hans conmigo.
Prima de.- El tío Hans es de los suyos.
Riesgo.- ¡Jó, qué mundo!.
Prima de.- Ya, ni la familia.
Riesgo.- Bueno, chata, tengo que dejarte porque me empieza a doler el cuello de mirar hacia arriba. Un beso, y cuídate mucho.
Riesgo mete en la funda los prismáticos, desconecta el megáfono y se aleja tocándose la nuca, con una mueca de dolor. Su prima, allá arriba, en el columpio, tiene la impresión de que muy pronto recibirá nuevas descargas.
Riesgo (mirando hacia el cielo, con unos prismáticos en la mano derecha y un megáfono en la izquierda).
- Pero, prima: ¿cómo has llegado hasta ahí arriba?.
Prima de.- A empujones.
Riesgo.- ¿De quien?.
Prima de.- De los mercados, como llaman ahora a los capitalistas.
Riesgo.- ¡Chssssss!. Ándate con ojo y no pronuncies ese nombre en voz alta, que como te oigan pueden sacarte de la atmósfera de un solo envite. Llámales inversores financieros, que no suena tan verdad.
Prima de.- ¿No había que llamar al pan, pan y al vino, vino?
Riesgo.- Eso vale solo para el pan y el vino.
Prima de.- Yo pensé que era más general.
Riesgo.- Pues no: solo vale para el pan y el vino. Por ejemplo, la subida del IRPF no se llama subida del IRPF.
Prima de.- ¿Entonces cómo?
Riesgo.- Recargo transitorio de solidaridad.
Prima de.- ¡Qué bonito, primo!
Riesgo.- En Junio te lo contaré.
Prima de.- Lo que yo te cuento es que estoy harta de vivir aquí colgada.
Riesgo.- ¿No puedes bajar tu sola?
Prima de.- Ojalá. Me suben y bajan a pelotazos. Ellos lo llaman flujos de inversión.
Riesgo.- ¿Quieres que te baje yo?
Prima de.- No puedes. Manejan el mecanismo on-line.
Riesgo.- Una curiosidad: ¿A cuántos puntos básicos estás ahora?.
Prima de.- Traen conmigo un trajín, que ni lo sé.
Riesgo.- Toma Biodramina; es muy buena para el mareo de cabeza.
Prima de.- También tengo vértigo.
Riesgo.- Coño, no te asomes.
Prima de.- Es que me puede la curiosidad: no te figuras lo pequeño que se ve desde aquí arriba el bono alemán.
Riesgo.- Pues es enorme de grande. Da miedo.
Prima de.- Qué rabia, no poder echarle un pulso.
Riesgo.- Tú siempre serás peso mosca. Enfrentándote a él recibirías más sopapos que un funcionario en la nómina.
Prima de.- Ya me los dan aquí arriba.
Riesgo.- A pesar de la altura, te noto con la moral por los suelos.
Prima de.- Es que la tengo.
Riesgo.- ¿Por?.
Prima de.- Oí que el nuevo gobierno iba a bajarme del todo, y mira donde sigo.
Riesgo.- ¿Quién dijo eso?.
Prima de.- La gente de Intereconomía. Luego lo leí en La Razón.
Riesgo.- Es que te metes unas sobredosis de chute talibán divinos de la muerte.
Prima de.- Que como Rajoy generaba una confianza que te pasas en los foros más influyentes del mundo, era cosa hecha.
Riesgo.- ¿Y no contrastaste con otras opiniones?.
Prima de.- Tenía tantas ganas de bajar, que no quise por si acaso me chafaban la ilusión.
Riesgo.- Me acuerdo que de pequeños, cuando jugábamos a los animales, tú siempre te pedías hacer de avestruz. Escondías la cabeza bajo el sobaco mucho mejor que Mari Loli.
Prima de (a lo suyo).- Después me enteré de que el Ministro de Economía fue hasta hace poco un antiguo directivo de Lehman Brothers y me sofoqué más.
Riesgo.- A mí me dio risa, de los nervios que me entraron.
Prima de (se echa a llorar).- Ahora sé que cuando baje de aquí, si algún día bajo, será porque lo diga la Merkel.
Riesgo.- Si quieres me paso por el Banco Central Europeo a ver qué pueden hacer por ti.
Prima de (secándose las lágrimas con un boceto de eurobono).- No sé para qué, si no sabes alemán. Riesgo.- Me llevo al tío Hans conmigo.
Prima de.- El tío Hans es de los suyos.
Riesgo.- ¡Jó, qué mundo!.
Prima de.- Ya, ni la familia.
Riesgo.- Bueno, chata, tengo que dejarte porque me empieza a doler el cuello de mirar hacia arriba. Un beso, y cuídate mucho.
Riesgo mete en la funda los prismáticos, desconecta el megáfono y se aleja tocándose la nuca, con una mueca de dolor. Su prima, allá arriba, en el columpio, tiene la impresión de que muy pronto recibirá nuevas descargas.
EDUCACIÓN PÚBLICA
UNO.- Con esto de los recortes, a los profesores les han duplicado el número de alumnos por clase. ¿Qué te parece?
OTRO.- De perlas. Donde antes aprendían 23 chavales, ahora aprenden 46.
UNO.- No rebosando, cuanta más gente se instruya, mejor.
OTRO.- Y si se ve que no caben, fuera tabiques y que agranden las aulas.
UNO.- Obras no. Hay que restringir gastos.
OTRO.- De la albañilería podrían encargarse los mismos maestros en plan voluntario.
UNO.- Incluso estaría bien que la herramienta y los materiales corrieran de su cuenta. Para eso tienen un trabajo fijo.
OTRO.- Haz la prueba: tú propónselo a uno cualquiera de ellos, aunque sea en buen plan, verás qué cara te pone.
UNO.- De intransigencia totalitaria. Se les llena la boca hablando de la educación pública, y luego no son capaces de echar ni una mano extraescolar.
OTRO.- Ya ves tú, qué trabajo les costaría dar de llana cuatro tabiques.
UNO.- Dicen ellos que cuando hay muchos alumnos por aula se enseña peor.
OTRO. - ¿Peor?. Qué risa. Eso es imposible.
UNO.- ¿Por qué lo dices?
OTRO.- Porque en la pública los maestros son funcionarios.
UNO.- Calla, calla… No menciones esa palabra que me da la escarlatina.
OTRO.- Además, si reconocen que enseñan peor, habrá que rebajar sueldos y abrir expedientes a mansalva.
UNO.- ¿Quién es mansalva?. Algún listo de la marea verde, seguro.
OTRO.- Quiero decir a lo bestia, a mogollón.
UNO.- ¡Ah!
OTRO.- También se quejan de que les han aumentado las horas lectivas.
UNO.- Pero, por Dios, si eso es buenísimo para todos: A más horas lectivas, más lecciones; a más lecciones, más lecturas, y a más lecturas, más lectores. Si lo dice la palabra.
OTRO.- ¿Cuál de ellas, que me he perdido?
UNO.- La primera que dije.
OTRO.- La primera ha sido horas.
UNO.- No digo esa.
OTRO.- Joder, cuál.
UNO.- Chico, no sé si ha sido lección, lectura o lectiva. Con tanta derivación se me ha traspapelado en la memoria.
OTRO.- No busques, que es igual. Lo cierto es que mientras la educación esté en manos de gente funcionaria, ¿qué podemos esperar?.
UNO.- Solo analfabetismo funcional.
OTRO.- Y disentería.
UNO.- ¿Disentería también?
OTRO.- Me ha venido a la cabeza de sopetón, y ya sabes que las primeras ideas son las que valen. UNO.- Entonces es que algo de eso hay.
OTRO- Y si no, que lo demuestren.
UNO.- ¿El qué? ¿El analfabetismo o la disentería funcional?
OTRO.- El disentismo, el disentismo analfabético.
UNO.- Por muy listos que sean, tendrán difícil demostrar eso.
OTRO.- Pues si no lo demuestran es porque tenemos razón.
UNO.- No, si lo tienen jodido.
OTRO.- Depende, porque luego salen los sindicalistas y les apoyan, que esa es otra.
UNO.- Eran pocos y parió la abuela.
OTRO.- Si quieres nos metemos ahora con el absentismo laboral.
UNO.- Querer, quiero, pero el que escribe esto dice que nos callemos porque no tiene más espacio. OTRO.- Pretextos. Lo que pasa es que le duele oír la verdad.
UNO.- Oye, tú, vámonos que este nos echa.
OTRO.- Entonces, habrá que despedirse con el grito que traíamos preparado.
UNO y DOS.- ¡¡La educación, o es privada o nada!!
UNO.- Con esto de los recortes, a los profesores les han duplicado el número de alumnos por clase. ¿Qué te parece?
OTRO.- De perlas. Donde antes aprendían 23 chavales, ahora aprenden 46.
UNO.- No rebosando, cuanta más gente se instruya, mejor.
OTRO.- Y si se ve que no caben, fuera tabiques y que agranden las aulas.
UNO.- Obras no. Hay que restringir gastos.
OTRO.- De la albañilería podrían encargarse los mismos maestros en plan voluntario.
UNO.- Incluso estaría bien que la herramienta y los materiales corrieran de su cuenta. Para eso tienen un trabajo fijo.
OTRO.- Haz la prueba: tú propónselo a uno cualquiera de ellos, aunque sea en buen plan, verás qué cara te pone.
UNO.- De intransigencia totalitaria. Se les llena la boca hablando de la educación pública, y luego no son capaces de echar ni una mano extraescolar.
OTRO.- Ya ves tú, qué trabajo les costaría dar de llana cuatro tabiques.
UNO.- Dicen ellos que cuando hay muchos alumnos por aula se enseña peor.
OTRO. - ¿Peor?. Qué risa. Eso es imposible.
UNO.- ¿Por qué lo dices?
OTRO.- Porque en la pública los maestros son funcionarios.
UNO.- Calla, calla… No menciones esa palabra que me da la escarlatina.
OTRO.- Además, si reconocen que enseñan peor, habrá que rebajar sueldos y abrir expedientes a mansalva.
UNO.- ¿Quién es mansalva?. Algún listo de la marea verde, seguro.
OTRO.- Quiero decir a lo bestia, a mogollón.
UNO.- ¡Ah!
OTRO.- También se quejan de que les han aumentado las horas lectivas.
UNO.- Pero, por Dios, si eso es buenísimo para todos: A más horas lectivas, más lecciones; a más lecciones, más lecturas, y a más lecturas, más lectores. Si lo dice la palabra.
OTRO.- ¿Cuál de ellas, que me he perdido?
UNO.- La primera que dije.
OTRO.- La primera ha sido horas.
UNO.- No digo esa.
OTRO.- Joder, cuál.
UNO.- Chico, no sé si ha sido lección, lectura o lectiva. Con tanta derivación se me ha traspapelado en la memoria.
OTRO.- No busques, que es igual. Lo cierto es que mientras la educación esté en manos de gente funcionaria, ¿qué podemos esperar?.
UNO.- Solo analfabetismo funcional.
OTRO.- Y disentería.
UNO.- ¿Disentería también?
OTRO.- Me ha venido a la cabeza de sopetón, y ya sabes que las primeras ideas son las que valen. UNO.- Entonces es que algo de eso hay.
OTRO- Y si no, que lo demuestren.
UNO.- ¿El qué? ¿El analfabetismo o la disentería funcional?
OTRO.- El disentismo, el disentismo analfabético.
UNO.- Por muy listos que sean, tendrán difícil demostrar eso.
OTRO.- Pues si no lo demuestran es porque tenemos razón.
UNO.- No, si lo tienen jodido.
OTRO.- Depende, porque luego salen los sindicalistas y les apoyan, que esa es otra.
UNO.- Eran pocos y parió la abuela.
OTRO.- Si quieres nos metemos ahora con el absentismo laboral.
UNO.- Querer, quiero, pero el que escribe esto dice que nos callemos porque no tiene más espacio. OTRO.- Pretextos. Lo que pasa es que le duele oír la verdad.
UNO.- Oye, tú, vámonos que este nos echa.
OTRO.- Entonces, habrá que despedirse con el grito que traíamos preparado.
UNO y DOS.- ¡¡La educación, o es privada o nada!!
LAS BODAS DE CANAAN
Las campanas de Canaan anuncian la ceremonia. Son las cinco de la tarde y Jesús, cansado de predicar, duerme la siesta como lo que es: un bendito. María corre a despertarle:
- Vamos, vamos, que no llegamos.
- ¿Que no llegamos adónde?- contesta él, incorporándose sobresaltado.
- ¿Adónde va a ser?: ¡A la boda!.
- Vale, vale. No grites, que vas a despertar a media Galilea- le reprocha a su madre, rascándose bajo la barbilla.
- Lo menos que podías haber hecho es quitarte la aureola para dormir,- le recrimina la Virgen, con los brazos en jarra.
- ¿Qué más da, si no se arruga?.
- Pero fosforece en la almohada y cuando entras, te asusta. Anda, levántate. Aquí te dejo la saya de los domingos – le gruñe, mientras ata la cuerda de la persiana al respaldo de la banca.
- Que sí, que ya voy – responde Jesús, metiéndose el saco de tela por la cabeza, sin lavarse ni nada.
Al rato, madre e hijo salen de casa en dirección al convite (José está en la carpintería, ultimando un pedido urgente de tabuteres). El lunch es generoso: estofado de jabalí samaritano, sesos de centauro, arenques a la galilea, orejas de bisonte al ajillo… todo acompañado de su correspondiente vino, del que, sin embargo, muy pronto no va quedando ni gota. Las protestas no se hacen esperar:
- ¿Qué es peor: una boda sin padrino o sin vino? – grita un gracioso desde el rincón.
-¿Sin vino? ¡Qué desatino! – le sigue la rima un primo segundo de Caifás.
- ¡Que me devuelvan los denarios del cubierto! – demanda el saduceo más rata del pueblo.
Las quejas llegan a la madre de la novia, amiga de la infancia de la Virgen, que conoce de oídas la milagrosidad de Jesús:
- Qué apuro tengo, María. Nos hemos quedado sin vino antes de acabar el primer plato.
- Vaya plan- responde la Virgen, sin percatarse de lo que quería insinuar su amiga.
- ¿Y si le pides a Jesús que nos eche una mano? – espeta la otra, sin andarse por las ramas.
- Jó, siempre estáis igual... vale, lo haré por ser tú, pero no me pidas más estas cosas.
María se acerca a su hijo y le dice lo que todo el mundo sabe porque está escrito:
- “No tienen vino”.
- ¿Y? – responde Jesús, que acaba de roer una ternilla.
- Hijo, a ver si podías…
- Como comprenderás, no voy a pedir poderes a mi Padre para una tontería así, madre – la interrumpe, sin levantar la vista del plato.
- Tú verás, pero si no haces algo van a dejar de creer en tí- le advierte y se va dejándole en la incertidumbre.
- Está bien-responde el Mesías mientras se quita la servilleta de un tirón- Pero te repito: yo a Dios Padre no le pido favores para una chorrada como esta. Tendré que ingeniármelas yo solo… Anda, diles a los sirvientes que llenen seis tinajas de agua.
- ¿De agua?
- Tú dí que las llenen y no preguntes.
Conocido el requisito, los sirvientes bajan a la cueva y llenan las seis tinajas hasta el mismísimo borde con agua del pozo. Jesús baja y les dice así:
- En verdad, en verdad os digo que convertiré todo esta agua en vino. Dejadme solo y no aparezcáis por aquí hasta que yo os avise.
Inmediatamente después, hace llamar a sus discípulos.
- Pedro, Bartolomé, Mateo…tirad el agua de las tinajas al pozo. Andrés y Jacobo, id a casa de Jonás, el de las cuadrigas-cisterna, alquiláis un par de ellas y las llenáis en la cooperativa con el mejor vino que haya.
- ¿Y el dinero, qué?
- Que lo apunten en mi cuenta. Diles que si mantienen el secreto, les multiplicaré los denarios.
- ¿Yo, qué hago?- pregunta Judas Iscariote, en buen plan.
- Tú, nada, que no me fío.
Mientras esto ocurre, el malestar crece entre los invitados.
- Como vuelvas a traerme la jarra con agua, mando que te lapiden, chaval- grita un centurión desde el fondo, tirando al suelo la vasija que le ofrece uno de los camareros.
- Pasa esto en mi boda y capo al novio – suelta una mala bestia, mirando de soslayo al padre del recién casado.
Entre tanto, abajo, ocurre esto en la parte de atrás de la finca:
-¡Misión cumplida! – exclama Pedro abriendo la puerta de la cueva.
- ¡Por todos los belenes vivos, no grites! ¿O es que quieres que nos pesquen?. Vamos, acercad la cuadriga y pasarme la manguera.
Una vez llena la primera tinaja, esconden los bártulos y Jesús llama a los sirvientes:
- “Sacad ahora y llevad al maestresala” –les dice, en plan starring.
Apenas el maestresala prueba el agua hecha vino, llama al padre de la novia, que lo sabe todo por su mujer, y le dice eso de: “Todos sirven primero el mejor vino y, cuando se ha bebido bastante, el peor. Tú has guardado el buen vino hasta ahora”.
Abajo, llenando las otras cinco tinajas, quedan todos menos Judas, al que Jesús no pierde de vista por si le da por adelantar la traición antes de Semana Santa.
Las campanas de Canaan anuncian la ceremonia. Son las cinco de la tarde y Jesús, cansado de predicar, duerme la siesta como lo que es: un bendito. María corre a despertarle:
- Vamos, vamos, que no llegamos.
- ¿Que no llegamos adónde?- contesta él, incorporándose sobresaltado.
- ¿Adónde va a ser?: ¡A la boda!.
- Vale, vale. No grites, que vas a despertar a media Galilea- le reprocha a su madre, rascándose bajo la barbilla.
- Lo menos que podías haber hecho es quitarte la aureola para dormir,- le recrimina la Virgen, con los brazos en jarra.
- ¿Qué más da, si no se arruga?.
- Pero fosforece en la almohada y cuando entras, te asusta. Anda, levántate. Aquí te dejo la saya de los domingos – le gruñe, mientras ata la cuerda de la persiana al respaldo de la banca.
- Que sí, que ya voy – responde Jesús, metiéndose el saco de tela por la cabeza, sin lavarse ni nada.
Al rato, madre e hijo salen de casa en dirección al convite (José está en la carpintería, ultimando un pedido urgente de tabuteres). El lunch es generoso: estofado de jabalí samaritano, sesos de centauro, arenques a la galilea, orejas de bisonte al ajillo… todo acompañado de su correspondiente vino, del que, sin embargo, muy pronto no va quedando ni gota. Las protestas no se hacen esperar:
- ¿Qué es peor: una boda sin padrino o sin vino? – grita un gracioso desde el rincón.
-¿Sin vino? ¡Qué desatino! – le sigue la rima un primo segundo de Caifás.
- ¡Que me devuelvan los denarios del cubierto! – demanda el saduceo más rata del pueblo.
Las quejas llegan a la madre de la novia, amiga de la infancia de la Virgen, que conoce de oídas la milagrosidad de Jesús:
- Qué apuro tengo, María. Nos hemos quedado sin vino antes de acabar el primer plato.
- Vaya plan- responde la Virgen, sin percatarse de lo que quería insinuar su amiga.
- ¿Y si le pides a Jesús que nos eche una mano? – espeta la otra, sin andarse por las ramas.
- Jó, siempre estáis igual... vale, lo haré por ser tú, pero no me pidas más estas cosas.
María se acerca a su hijo y le dice lo que todo el mundo sabe porque está escrito:
- “No tienen vino”.
- ¿Y? – responde Jesús, que acaba de roer una ternilla.
- Hijo, a ver si podías…
- Como comprenderás, no voy a pedir poderes a mi Padre para una tontería así, madre – la interrumpe, sin levantar la vista del plato.
- Tú verás, pero si no haces algo van a dejar de creer en tí- le advierte y se va dejándole en la incertidumbre.
- Está bien-responde el Mesías mientras se quita la servilleta de un tirón- Pero te repito: yo a Dios Padre no le pido favores para una chorrada como esta. Tendré que ingeniármelas yo solo… Anda, diles a los sirvientes que llenen seis tinajas de agua.
- ¿De agua?
- Tú dí que las llenen y no preguntes.
Conocido el requisito, los sirvientes bajan a la cueva y llenan las seis tinajas hasta el mismísimo borde con agua del pozo. Jesús baja y les dice así:
- En verdad, en verdad os digo que convertiré todo esta agua en vino. Dejadme solo y no aparezcáis por aquí hasta que yo os avise.
Inmediatamente después, hace llamar a sus discípulos.
- Pedro, Bartolomé, Mateo…tirad el agua de las tinajas al pozo. Andrés y Jacobo, id a casa de Jonás, el de las cuadrigas-cisterna, alquiláis un par de ellas y las llenáis en la cooperativa con el mejor vino que haya.
- ¿Y el dinero, qué?
- Que lo apunten en mi cuenta. Diles que si mantienen el secreto, les multiplicaré los denarios.
- ¿Yo, qué hago?- pregunta Judas Iscariote, en buen plan.
- Tú, nada, que no me fío.
Mientras esto ocurre, el malestar crece entre los invitados.
- Como vuelvas a traerme la jarra con agua, mando que te lapiden, chaval- grita un centurión desde el fondo, tirando al suelo la vasija que le ofrece uno de los camareros.
- Pasa esto en mi boda y capo al novio – suelta una mala bestia, mirando de soslayo al padre del recién casado.
Entre tanto, abajo, ocurre esto en la parte de atrás de la finca:
-¡Misión cumplida! – exclama Pedro abriendo la puerta de la cueva.
- ¡Por todos los belenes vivos, no grites! ¿O es que quieres que nos pesquen?. Vamos, acercad la cuadriga y pasarme la manguera.
Una vez llena la primera tinaja, esconden los bártulos y Jesús llama a los sirvientes:
- “Sacad ahora y llevad al maestresala” –les dice, en plan starring.
Apenas el maestresala prueba el agua hecha vino, llama al padre de la novia, que lo sabe todo por su mujer, y le dice eso de: “Todos sirven primero el mejor vino y, cuando se ha bebido bastante, el peor. Tú has guardado el buen vino hasta ahora”.
Abajo, llenando las otras cinco tinajas, quedan todos menos Judas, al que Jesús no pierde de vista por si le da por adelantar la traición antes de Semana Santa.
martes, 7 de febrero de 2012
Lot y Señora
LOT Y EDITH
(Sodoma. Hace mucho)
Homosexuales, lesbianas, heteros, bisexuales, prostitutas, pederastas, pedófilos natos, dracuines, ninfómanas, sátiros, zoofílicos, testosterónicos y sexoinómanos de reconocido vicio coitean desnudos por las calles y plazas de la ciudad. Lot, que permanece sentado en la puerta de su casa ajeno al cachondeo masivo, intenta quitarse un padrastro con el pico de una gallina descabezada.
Lot.- Ya lo tengo, ya lo tengo…
De pronto, un estruendo procedente de las alturas le da tal susto que se clava el pico en el dedo malo.
Lot.- ¡Por las lentejas de Esaú!... ¿Qué es esto? –grita, al caerse de la silla.
Un arcángel con alas de dos metros de alto por metro y medio de ancho acaba de tomar tierra, armando una polvareda de mil camellos al galope.
Arcángel.- De parte de Jehová que cojas ahora mismo a tu mujer y a tus hijos y os larguéis de este antro de pueblo, antes de que le prenda con todos dentro.
Lot (apenas repuesto del susto).- ¡Qué barbaridad! ¿Y eso?
Arcángel.- ¿Acaso no lo ves, alma de cántaro?
Lot.- ¿Qué hay que ver?
Arcángel.- El revoltijo de cuerpos yaciendo en cueros por esquinas, matorrales y descampados.
Lot.- Es que hace mucho calor, ángel.
Arcángel.- De ángel, nada; arcángel y de los que más mandan – replica el celeste, algo molesto.
Lot.- ¿Y, en qué os distinguís?
Arcángel.- En que los ángeles son buenos y los arcángeles, buenísimos.
Lot.- Entonces, los querubines deben rozar el pan bendito.
Arcángel.- A lo que iba: ¿De verdad crees que lo que pasa aquí se debe al calor?
Lot.- No sé. Digo yo.
Arcángel.- Me vas a perdonar, Lot, pero no estás en lo que debes estar. Pecan y pecan y vuelven a pecar, mientras tú estás en Babia.
Lot.- ¿Y por eso los va quemar vivos?. ¡Cómo se pasa!
Arcángel.- Si quieres un consejo: no te metas, a ver si vas a salir trasquilado. Te salva a ti porque eres el único hombre justo de Sodoma.
Lot.- Pues mi primo Holofernes es majete.
Arcángel.- ¿Qué te acabo de decir?
Lot.- Vale, vale. Oído cocina.
Arcángel.- También me ha dicho que cuando salgáis del pueblo, haced el favor de no mirar hacia atrás.
Lot (extrañado).- Con lo curiosa que es mi mujer, solo obedecería ante un ataque de tortícolis…
Arcángel.- Ella verá.
Lot.- Bueno, ¿y por qué no quiere que veamos lo que pasa a nuestra espalda?
Arcángel (en voz muy baja, acercándose al oído derecho de Lot).- Manías suyas.
Lot (susurrando al arcángel) .- Ten mucho ojo, que lo oye todo.
Arcángel.- Ahora está liado colocando a la corte celestial por orden alfabético, y no se entera.
Lot.- De todas formas, anda con cuidado.
Arcángel (volviendo al tema).- Entonces quedamos en eso. No olvides que se prohíbe volver la cabeza.
Y de un salto mortal, el arcángel desaparece, dejando tras de sí un preciosísimo rastro azul clarito.
Lot entra en casa y le cuenta lo ocurrido a su mujer. Media hora más tarde, la familia sale por la puerta con un carrito lleno de trastos y se dirige hacia el monte Hebrón, esquivando vecinos que se retuercen de placer tumbados unos sobre otros, en lo más llano de los senderos. Los catorce hijos llevan los ojos vendados (1). Al principio, toda la familia camina junta, pero poco a poco, Edith, la mujer, se va quedando atrás, sola.
Lot.- No mires atrás que es peor, recuérdalo vocea, mirando siempre al frente.
Edith.- Que ya lo sé, pesao.
De pronto, se oye un fogonazo inmisericorde.
Edith.- ¿Qué habrá sido eso, Lot?
Lot.- ¡Que te calles y sigas adelante!
Edith (gira la cabeza).- Yo voy a mirar un poquito, a ver qué pasa.
Mientras, Lot y sus hijos continúan andando.
Lot (sin volverse, claro).- Edith… Oye, Edith, no lo hagas… Edith… ¡Edith, contéstame, por Dios! Dí algo, ¿no ves que no puedo volverme?...¡¡Edithhhhhh!!
Lot y sus hijos permanecieron horas y horas sentados siempre mirando al frente, hasta que, hartos de esperar a que les alcanzara la madre, decidieron reiniciar su camino. Por lo visto, se enteraron de lo de Edith en el mercadillo de Canaan, cuando fueron un día a comprar mitad de cuarto de sal.
(1) Se dice que Lot fue el precursor del OPUS, pero no hay constancia de que Monseñor Escrivá de Balaguer le citara especialmente en sus homilías.
(Sodoma. Hace mucho)
Homosexuales, lesbianas, heteros, bisexuales, prostitutas, pederastas, pedófilos natos, dracuines, ninfómanas, sátiros, zoofílicos, testosterónicos y sexoinómanos de reconocido vicio coitean desnudos por las calles y plazas de la ciudad. Lot, que permanece sentado en la puerta de su casa ajeno al cachondeo masivo, intenta quitarse un padrastro con el pico de una gallina descabezada.
Lot.- Ya lo tengo, ya lo tengo…
De pronto, un estruendo procedente de las alturas le da tal susto que se clava el pico en el dedo malo.
Lot.- ¡Por las lentejas de Esaú!... ¿Qué es esto? –grita, al caerse de la silla.
Un arcángel con alas de dos metros de alto por metro y medio de ancho acaba de tomar tierra, armando una polvareda de mil camellos al galope.
Arcángel.- De parte de Jehová que cojas ahora mismo a tu mujer y a tus hijos y os larguéis de este antro de pueblo, antes de que le prenda con todos dentro.
Lot (apenas repuesto del susto).- ¡Qué barbaridad! ¿Y eso?
Arcángel.- ¿Acaso no lo ves, alma de cántaro?
Lot.- ¿Qué hay que ver?
Arcángel.- El revoltijo de cuerpos yaciendo en cueros por esquinas, matorrales y descampados.
Lot.- Es que hace mucho calor, ángel.
Arcángel.- De ángel, nada; arcángel y de los que más mandan – replica el celeste, algo molesto.
Lot.- ¿Y, en qué os distinguís?
Arcángel.- En que los ángeles son buenos y los arcángeles, buenísimos.
Lot.- Entonces, los querubines deben rozar el pan bendito.
Arcángel.- A lo que iba: ¿De verdad crees que lo que pasa aquí se debe al calor?
Lot.- No sé. Digo yo.
Arcángel.- Me vas a perdonar, Lot, pero no estás en lo que debes estar. Pecan y pecan y vuelven a pecar, mientras tú estás en Babia.
Lot.- ¿Y por eso los va quemar vivos?. ¡Cómo se pasa!
Arcángel.- Si quieres un consejo: no te metas, a ver si vas a salir trasquilado. Te salva a ti porque eres el único hombre justo de Sodoma.
Lot.- Pues mi primo Holofernes es majete.
Arcángel.- ¿Qué te acabo de decir?
Lot.- Vale, vale. Oído cocina.
Arcángel.- También me ha dicho que cuando salgáis del pueblo, haced el favor de no mirar hacia atrás.
Lot (extrañado).- Con lo curiosa que es mi mujer, solo obedecería ante un ataque de tortícolis…
Arcángel.- Ella verá.
Lot.- Bueno, ¿y por qué no quiere que veamos lo que pasa a nuestra espalda?
Arcángel (en voz muy baja, acercándose al oído derecho de Lot).- Manías suyas.
Lot (susurrando al arcángel) .- Ten mucho ojo, que lo oye todo.
Arcángel.- Ahora está liado colocando a la corte celestial por orden alfabético, y no se entera.
Lot.- De todas formas, anda con cuidado.
Arcángel (volviendo al tema).- Entonces quedamos en eso. No olvides que se prohíbe volver la cabeza.
Y de un salto mortal, el arcángel desaparece, dejando tras de sí un preciosísimo rastro azul clarito.
Lot entra en casa y le cuenta lo ocurrido a su mujer. Media hora más tarde, la familia sale por la puerta con un carrito lleno de trastos y se dirige hacia el monte Hebrón, esquivando vecinos que se retuercen de placer tumbados unos sobre otros, en lo más llano de los senderos. Los catorce hijos llevan los ojos vendados (1). Al principio, toda la familia camina junta, pero poco a poco, Edith, la mujer, se va quedando atrás, sola.
Lot.- No mires atrás que es peor, recuérdalo vocea, mirando siempre al frente.
Edith.- Que ya lo sé, pesao.
De pronto, se oye un fogonazo inmisericorde.
Edith.- ¿Qué habrá sido eso, Lot?
Lot.- ¡Que te calles y sigas adelante!
Edith (gira la cabeza).- Yo voy a mirar un poquito, a ver qué pasa.
Mientras, Lot y sus hijos continúan andando.
Lot (sin volverse, claro).- Edith… Oye, Edith, no lo hagas… Edith… ¡Edith, contéstame, por Dios! Dí algo, ¿no ves que no puedo volverme?...¡¡Edithhhhhh!!
Lot y sus hijos permanecieron horas y horas sentados siempre mirando al frente, hasta que, hartos de esperar a que les alcanzara la madre, decidieron reiniciar su camino. Por lo visto, se enteraron de lo de Edith en el mercadillo de Canaan, cuando fueron un día a comprar mitad de cuarto de sal.
(1) Se dice que Lot fue el precursor del OPUS, pero no hay constancia de que Monseñor Escrivá de Balaguer le citara especialmente en sus homilías.
Sansón y Dalila
SANSON Y DALILA
Como bastantes saben (aunque cada día menos), allá por el siglo XX antes de Cristo, el forzudo israelita Sansón mantuvo relaciones con la filistea Dalila, aunque sus respectivos pueblos se llevaran de mal como hoy las dos Coreas, o peor. A pesar de su amor por Sansón, un buen día, a Dalila la sobornaron los suyos para que averiguara dónde residía la fuerza bruta de su pareja, y lo hizo. Así, más o menos, ocurrieron las cosas:
Una noche, en el dormitorio de la chabola:
Dalila.- Hola, Sansi. Algún día tendrás que decir a tu Dali de dónde sacas musculatura tan fiera.
Sansón.- De aquí –respondió él, hinchando la tableta hasta extremos insospechados.
Dalila.- Por Jehová, apártate un poco que me despides.
Sansón.- ¿Saco ahora la moya?
Dalila.- Los bíceps no, que tiras el candil del techo.
Sansón.- ¿De verdad quieres saber el secreto de mi fuerza, Dali?
Dalila.- Nada me gustaría más en este mundo que vencer a mi Sansi- replicó ella, pasándole su dedo índice humedecido por el pectoral derecho.
Sansón.- ¿Por qué quieres vencerme?
Dalila.- Huy, por nada en particular.
Sansón.- ¿Sabes cómo podrías hacerlo?: atándome el cuerpo con siete maromas- soltó de improviso.
Dalila.- ¿Ah, si?. ¿A que no me dejas hacer la prueba?
Sansón.- ¿A ti?. Todo lo que quieras, mi filistea buena.
Entonces, Sansón se tumbó para que Dalila le atara siguiendo sus indicaciones.
Dalila.- Ya estás- acabó la traidora, satisfecha.
En ese momento, él hinchó todos los músculos de su cuerpo hasta que las cuerdas saltaron por los aires.
Sansón (riendo y cantando).- Y se lo ha creído, matarile-rile-rile… Y se lo ha creído, matarile-rile-ron, chim-pón.
Dalila (enfadada).- Ya no me quieres- le dijo la falseta, con ademanes mimosos.
Sansón (acercándose a ella).- Era una broma, mujer. Si quieres vencerme, tendrás que atar mis siete trenzas con hilos y sujetarlas al suelo con siete clavos.
Dalila.- Qué complicado eres, hijo. ¿Y, dónde voy yo ahora a por clavos?
Sansón.- Los sacaré de las ruedas del carro.
Dalila.- ¿Con qué, si no tenemos tenazas grandes? ¿No te acuerdas que la semana pasada le arrancaste la cabeza a ciento cincuenta filisteos con ellas?.
Sansón.- ¿Y, no me las traje?
Dalila.- Con el lío de la masacre, se te olvidaron, Sansi.
Sansón.- No importa, mi reina. Sacaré los siete clavos con los dientes.
Dalila.- Buenos te vas a poner los morros de óxido… Mejor hazlo con las uñas, ¿no?
Sansón.- Tienes razón. Ahora vuelvo.
Poco después, aparecía con siete clavos, gordos no, gordísimos, de diez centímetros de largo, que había extraído del carro, tirando de ellos con las yemas de los dedos.
Dalila.- ¿Ya?. A ver… enséñame esas uñas, grandulloncito mío.
Sansón extendió la mano.
Dalila.- Huy, pero si no tienes ni señal –se sorprendió la tía.
Sansón.- Venga, déjate de pamplinas y hazlo.
Dalila sacó el martillo de un cajón y se puso a la tarea hasta que Sansón quedó clavado en el suelo del dormitorio.
Dalila.- Ahora sí que sí –dijo ella, convencida.
Pero el forzudo, de un tirón se deshizo del tinglado con una facilidad pasmosa, sin perder ni un solo pelo de su cabeza. “Hale-hop”, fueron exactamente sus palabras.
Dalila (más enfadada que antes).- Tú me engañas con otra –le espetó- Si fuera tu chica, me dirías la verdad. Lo nuestro va a ser imposible, Sansi.
Sansón (amoroso).- Está bien, te lo confesaré: es mi pelo, lo que me da la fuerza.
Dalila.- Mentiroso, ya no te creo.
Sansón (bostezando).- Anda, Dali, deja ya ese rollo y vamos a dormir, que mañana tengo que levantarme pronto a demoler templos.
Dalila.- Venga, sí. Pero antes voy al corral, que me hago pis. Y ya de paso te traigo tu vaso de agua de todas las noches.
Dalila fue a la cocina, echó en el agua treinta gotas de un anestesiante instantáneo y volvió cantando a la alcoba.
Sansón.- Qué sed tenía, leche- fue lo último que dijo después de bebérselo de un trago. Dalila, cuando comprobó que Sansón estaba grogui, sacó las tijeras de cortar alambre y se lió a cortarle el pelo hasta que le dejó la cabeza rapada al 1.
Al día siguiente:
Sansón.- Coño, ¿qué me pasa?
Dalila.- ¿A qué te refieres, Sansi?
Sansón.- Que he ido a retirar la mesilla con este dedo y me he partido la falange.
Al oirlo, Dalila fue a la calle, se metió los dedos en la boca y dio un silbido ensordecedor que pudo oirse en las doce tribus de Israel. Poco después, mil trescientos cuarenta y siete filisteos armados hasta los dientes estaban allí. No hicieron falta tantos: entre dos cogieron a Sansón por los sobacos y colorín colorado, aunque esta historia continuó, por ahora se ha acabado.
Como bastantes saben (aunque cada día menos), allá por el siglo XX antes de Cristo, el forzudo israelita Sansón mantuvo relaciones con la filistea Dalila, aunque sus respectivos pueblos se llevaran de mal como hoy las dos Coreas, o peor. A pesar de su amor por Sansón, un buen día, a Dalila la sobornaron los suyos para que averiguara dónde residía la fuerza bruta de su pareja, y lo hizo. Así, más o menos, ocurrieron las cosas:
Una noche, en el dormitorio de la chabola:
Dalila.- Hola, Sansi. Algún día tendrás que decir a tu Dali de dónde sacas musculatura tan fiera.
Sansón.- De aquí –respondió él, hinchando la tableta hasta extremos insospechados.
Dalila.- Por Jehová, apártate un poco que me despides.
Sansón.- ¿Saco ahora la moya?
Dalila.- Los bíceps no, que tiras el candil del techo.
Sansón.- ¿De verdad quieres saber el secreto de mi fuerza, Dali?
Dalila.- Nada me gustaría más en este mundo que vencer a mi Sansi- replicó ella, pasándole su dedo índice humedecido por el pectoral derecho.
Sansón.- ¿Por qué quieres vencerme?
Dalila.- Huy, por nada en particular.
Sansón.- ¿Sabes cómo podrías hacerlo?: atándome el cuerpo con siete maromas- soltó de improviso.
Dalila.- ¿Ah, si?. ¿A que no me dejas hacer la prueba?
Sansón.- ¿A ti?. Todo lo que quieras, mi filistea buena.
Entonces, Sansón se tumbó para que Dalila le atara siguiendo sus indicaciones.
Dalila.- Ya estás- acabó la traidora, satisfecha.
En ese momento, él hinchó todos los músculos de su cuerpo hasta que las cuerdas saltaron por los aires.
Sansón (riendo y cantando).- Y se lo ha creído, matarile-rile-rile… Y se lo ha creído, matarile-rile-ron, chim-pón.
Dalila (enfadada).- Ya no me quieres- le dijo la falseta, con ademanes mimosos.
Sansón (acercándose a ella).- Era una broma, mujer. Si quieres vencerme, tendrás que atar mis siete trenzas con hilos y sujetarlas al suelo con siete clavos.
Dalila.- Qué complicado eres, hijo. ¿Y, dónde voy yo ahora a por clavos?
Sansón.- Los sacaré de las ruedas del carro.
Dalila.- ¿Con qué, si no tenemos tenazas grandes? ¿No te acuerdas que la semana pasada le arrancaste la cabeza a ciento cincuenta filisteos con ellas?.
Sansón.- ¿Y, no me las traje?
Dalila.- Con el lío de la masacre, se te olvidaron, Sansi.
Sansón.- No importa, mi reina. Sacaré los siete clavos con los dientes.
Dalila.- Buenos te vas a poner los morros de óxido… Mejor hazlo con las uñas, ¿no?
Sansón.- Tienes razón. Ahora vuelvo.
Poco después, aparecía con siete clavos, gordos no, gordísimos, de diez centímetros de largo, que había extraído del carro, tirando de ellos con las yemas de los dedos.
Dalila.- ¿Ya?. A ver… enséñame esas uñas, grandulloncito mío.
Sansón extendió la mano.
Dalila.- Huy, pero si no tienes ni señal –se sorprendió la tía.
Sansón.- Venga, déjate de pamplinas y hazlo.
Dalila sacó el martillo de un cajón y se puso a la tarea hasta que Sansón quedó clavado en el suelo del dormitorio.
Dalila.- Ahora sí que sí –dijo ella, convencida.
Pero el forzudo, de un tirón se deshizo del tinglado con una facilidad pasmosa, sin perder ni un solo pelo de su cabeza. “Hale-hop”, fueron exactamente sus palabras.
Dalila (más enfadada que antes).- Tú me engañas con otra –le espetó- Si fuera tu chica, me dirías la verdad. Lo nuestro va a ser imposible, Sansi.
Sansón (amoroso).- Está bien, te lo confesaré: es mi pelo, lo que me da la fuerza.
Dalila.- Mentiroso, ya no te creo.
Sansón (bostezando).- Anda, Dali, deja ya ese rollo y vamos a dormir, que mañana tengo que levantarme pronto a demoler templos.
Dalila.- Venga, sí. Pero antes voy al corral, que me hago pis. Y ya de paso te traigo tu vaso de agua de todas las noches.
Dalila fue a la cocina, echó en el agua treinta gotas de un anestesiante instantáneo y volvió cantando a la alcoba.
Sansón.- Qué sed tenía, leche- fue lo último que dijo después de bebérselo de un trago. Dalila, cuando comprobó que Sansón estaba grogui, sacó las tijeras de cortar alambre y se lió a cortarle el pelo hasta que le dejó la cabeza rapada al 1.
Al día siguiente:
Sansón.- Coño, ¿qué me pasa?
Dalila.- ¿A qué te refieres, Sansi?
Sansón.- Que he ido a retirar la mesilla con este dedo y me he partido la falange.
Al oirlo, Dalila fue a la calle, se metió los dedos en la boca y dio un silbido ensordecedor que pudo oirse en las doce tribus de Israel. Poco después, mil trescientos cuarenta y siete filisteos armados hasta los dientes estaban allí. No hicieron falta tantos: entre dos cogieron a Sansón por los sobacos y colorín colorado, aunque esta historia continuó, por ahora se ha acabado.
miércoles, 25 de enero de 2012
¡MANDA HUEVOS!
Aunque Betoret y Campos hubieran admitido tiempo atrás su culpabilidad y fueran condenados por la misma causa; aunque ni Camps ni Costa consiguieran presentar ante el juez ni una sola factura de los trajes; aunque existan documentos con números de talones y transferencias con las que se pagaron, todos ellos procedentes de las empresas de El Bigotes”; aunque toda España haya escuchado una y otra vez las bochornosas grabaciones en las que Camps y su amiguito del alma se retrataban; aunque la tienda tuviera tiques de encargo y una cuenta abierta a nombre de la Comunidad Valenciana a la que traspasaba las deudas de los encausados… A pesar de todo ello y de otras pruebas aportadas por la fiscalía anticorrupción, por cinco votos contra cuatro el jurado popular ha absuelto a Camps y a Costa. Rememorando a Trillo, uno de los suyos: ¡Manda huevos!.
Aunque Betoret y Campos hubieran admitido tiempo atrás su culpabilidad y fueran condenados por la misma causa; aunque ni Camps ni Costa consiguieran presentar ante el juez ni una sola factura de los trajes; aunque existan documentos con números de talones y transferencias con las que se pagaron, todos ellos procedentes de las empresas de El Bigotes”; aunque toda España haya escuchado una y otra vez las bochornosas grabaciones en las que Camps y su amiguito del alma se retrataban; aunque la tienda tuviera tiques de encargo y una cuenta abierta a nombre de la Comunidad Valenciana a la que traspasaba las deudas de los encausados… A pesar de todo ello y de otras pruebas aportadas por la fiscalía anticorrupción, por cinco votos contra cuatro el jurado popular ha absuelto a Camps y a Costa. Rememorando a Trillo, uno de los suyos: ¡Manda huevos!.
sábado, 21 de enero de 2012
miércoles, 18 de enero de 2012
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