miércoles, 14 de noviembre de 2012











EL BANCO DE MI PUEBLO


Cuando yo era pequeño, el banco de mi pueblo era ese sitio donde los mayores guardaban el dinero que tenían. Luego, una parte de este se lo prestaba el señor director a don Manuel para comprar gallinas y conejos, a la señora Amparo lo que le faltaba para ampliar la tienda de telas, y a Felipe porque tenía que comprar cubetos nuevos antes de que llegara la vendimia. Al año siguiente, los tres habían devuelto los préstamos gracias a las ganancias de sus actividades productivas, con lo cual ellos estaban tan felices y el señor director también, porque disponía de más dinero para prestar a otros vecinos. El pueblo iba creciendo, y su economía real lo mismo. Ahora, con el dinero de los mayores, ese mismo banco compra por Internet productos financieros que vende inmediatamente después para ganar más en menos tiempo, y esa demasía la vuelve a invertir en otros medios de pago más sofisticados, etc. etc… Su riqueza aumenta, sin embargo, la economía real de mi pueblo se ha estancado, y los hijos de don Manuel, de Felipe y de la señora Amparo han tenido que cerrar sus negocios familiares ante la negativa del señor director del banco a prestarles ni un euro.

domingo, 4 de noviembre de 2012


DIÁLOGOS ESTRAMBÓTICOS: “HACER LO QUE HAY QUE HACER”

 
- Sabemos lo que hay que hacer y lo vamos a hacer.

- ¿Y, qué van a hacer?

- Lo que sabemos que hay que hacer

-  Eso ya lo ha dicho, pero ¿saben lo que hay que hacer?.

- Acabo de decírselo: lo que vamos a hacer.

- Si se mete en el bucle, no habrá manera de entendernos.

- Comprenda que si sabiendo lo que hay que hacer hiciéramos otra cosa, estaríamos  haciendo lo que no hay que hacer.

- Cierto, pero, ¿no puede ser algo más concreto?

- ¿Más todavía?

- Si fuera posible…

- Está bien. Le daré otro dato fundamental: haremos lo que sea de sentido común.

- Más tranquilo me deja.

- Y añadiré más: no haremos nada que debamos hacer si no es de sentido común.

- ¿Y la parte contratante de la segunda parte?

- Esa viene después. No se precipite.

- ¿También la harán?

- No le quepa a usted la menor duda. Cada parte contratante tendrá su tratamiento aparte.

- Acaba de salirle un pareado.

- Es que estoy sembrado.

- Y ahora, otro.

- Ya le digo.

- Dejémoslo ahí si le parece y respóndame: ¿Cómo lo harán?.

- ¿El qué?

- Coño, qué va a ser: lo que hay que hacer.

- Ah, sí. Lo haremos como Dios manda.

- En esta entrevista veo que se avanza poco.

- No se preocupe, que de esta salimos.

- ¿Se refiere a la crisis o a la charla?

- A la crisis, a la crisis.

- Dígame de qué forma, porque hasta ahora no da esa impresión.

- Mi primer análisis es este: ¿cómo se sale de cualquier sitio?: saliendo.

- Del mismo modo que se entra, entrando, ¿no es eso?

- Veo que lo va pillando.

- Con dificultad, pero sí.

- Porque lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.

- Esa frase es de Guerrita.

- Es que Guerrita era de los míos.

- Eso parece.

- Mire usted: hay que hacer nuevas reformas, muchas reformas, cada vez más reformas.

- Sí, pero ¿cuáles?

- Las que España necesita.

- Joder, tío, diga ya algo con sustancia, que me estoy mosqueando.

- Y ajustes, nuevos ajustes, muchos ajustes, cada vez más ajustes.

- Ahora le pregunto que cuáles más y me va a contestar otra vez que los que España necesita.

- Me alegra comprobar que me sigue.

- ¿Bajarán las pensiones futuras?

- ¿Adónde?

- ¿Qué pasará con la edad de jubilación?

- En esto quiero ser claro y rotundo: le puedo asegurar que cada español se jubilará en su momento.

- ¿Es una primicia?

- Por ser usted.

- ¿Y del rescate, qué me cuenta?

- Que de niño era mi juego preferido. Si quiere le explico cómo funciona.

- Mejor será que lo dejemos aquí. No me he traído las pastillas y tengo la tensión alta.

- Lástima. Ahora que empezaba a entrar en detalle, va usted y se marcha. ¿A hacer qué?

- Lo que hay que hacer.

- En ese caso, vaya usted con Dios.