jueves, 27 de septiembre de 2012

RIESGO Y SU PRIMA

Riesgo (mirando hacia el cielo, con unos prismáticos en la mano derecha y un megáfono en la izquierda).
- Pero, prima: ¿cómo has llegado hasta ahí arriba?.
Prima de.- A empujones.
Riesgo.- ¿De quien?.
Prima de.- De los mercados, como llaman ahora a los capitalistas.
Riesgo.- ¡Chssssss!. Ándate con ojo y no pronuncies ese nombre en voz alta, que como te oigan pueden sacarte de la atmósfera de un solo envite. Llámales inversores financieros, que no suena tan verdad.
Prima de.- ¿No había que llamar al pan, pan y al vino, vino?
Riesgo.- Eso vale solo para el pan y el vino.
Prima de.- Yo pensé que era más general.
Riesgo.- Pues no: solo vale para el pan y el vino. Por ejemplo, la subida del IRPF no se llama subida del IRPF.
Prima de.- ¿Entonces cómo?
Riesgo.- Recargo transitorio de solidaridad.
Prima de.- ¡Qué bonito, primo!
Riesgo.- En Junio te lo contaré.
Prima de.- Lo que yo te cuento es que estoy harta de vivir aquí colgada.
Riesgo.- ¿No puedes bajar tu sola?
Prima de.- Ojalá. Me suben y bajan a pelotazos. Ellos lo llaman flujos de inversión.
Riesgo.- ¿Quieres que te baje yo?
Prima de.- No puedes. Manejan el mecanismo on-line.
Riesgo.- Una curiosidad: ¿A cuántos puntos básicos estás ahora?.
Prima de.- Traen conmigo un trajín, que ni lo sé.
Riesgo.- Toma Biodramina; es muy buena para el mareo de cabeza.
Prima de.- También tengo vértigo.
Riesgo.- Coño, no te asomes.
Prima de.- Es que me puede la curiosidad: no te figuras lo pequeño que se ve desde aquí arriba el bono alemán.
Riesgo.- Pues es enorme de grande. Da miedo.
Prima de.- Qué rabia, no poder echarle un pulso.
Riesgo.- Tú siempre serás peso mosca. Enfrentándote a él recibirías más sopapos que un funcionario en la nómina.
Prima de.- Ya me los dan aquí arriba.
Riesgo.- A pesar de la altura, te noto con la moral por los suelos.
Prima de.- Es que la tengo.
Riesgo.- ¿Por?.
Prima de.- Oí que el nuevo gobierno iba a bajarme del todo, y mira donde sigo.
Riesgo.- ¿Quién dijo eso?.
Prima de.- La gente de Intereconomía. Luego lo leí en La Razón.
Riesgo.- Es que te metes unas sobredosis de chute talibán divinos de la muerte.
Prima de.- Que como Rajoy generaba una confianza que te pasas en los foros más influyentes del mundo, era cosa hecha.
Riesgo.- ¿Y no contrastaste con otras opiniones?.
Prima de.- Tenía tantas ganas de bajar, que no quise por si acaso me chafaban la ilusión.
Riesgo.- Me acuerdo que de pequeños, cuando jugábamos a los animales, tú siempre te pedías hacer de avestruz. Escondías la cabeza bajo el sobaco mucho mejor que Mari Loli.
Prima de (a lo suyo).- Después me enteré de que el Ministro de Economía fue hasta hace poco un antiguo directivo de Lehman Brothers y me sofoqué más.
Riesgo.- A mí me dio risa, de los nervios que me entraron.
Prima de (se echa a llorar).- Ahora sé que cuando baje de aquí, si algún día bajo, será porque lo diga la Merkel.
Riesgo.- Si quieres me paso por el Banco Central Europeo a ver qué pueden hacer por ti.
Prima de (secándose las lágrimas con un boceto de eurobono).- No sé para qué, si no sabes alemán. Riesgo.- Me llevo al tío Hans conmigo.
Prima de.- El tío Hans es de los suyos.
Riesgo.- ¡Jó, qué mundo!.
Prima de.- Ya, ni la familia.
Riesgo.- Bueno, chata, tengo que dejarte porque me empieza a doler el cuello de mirar hacia arriba. Un beso, y cuídate mucho.

Riesgo mete en la funda los prismáticos, desconecta el megáfono y se aleja tocándose la nuca, con una mueca de dolor. Su prima, allá arriba, en el columpio, tiene la impresión de que muy pronto recibirá nuevas descargas.
EDUCACIÓN PÚBLICA

UNO.- Con esto de los recortes, a los profesores les han duplicado el número de alumnos por clase. ¿Qué te parece?
OTRO.- De perlas. Donde antes aprendían 23 chavales, ahora aprenden 46.
UNO.- No rebosando, cuanta más gente se instruya, mejor.
OTRO.- Y si se ve que no caben, fuera tabiques y que agranden las aulas.
UNO.- Obras no. Hay que restringir gastos.
OTRO.- De la albañilería podrían encargarse los mismos maestros en plan voluntario.
UNO.- Incluso estaría bien que la herramienta y los materiales corrieran de su cuenta. Para eso tienen un trabajo fijo.
OTRO.- Haz la prueba: tú propónselo a uno cualquiera de ellos, aunque sea en buen plan, verás qué cara te pone.
UNO.- De intransigencia totalitaria. Se les llena la boca hablando de la educación pública, y luego no son capaces de echar ni una mano extraescolar.
OTRO.- Ya ves tú, qué trabajo les costaría dar de llana cuatro tabiques.
UNO.- Dicen ellos que cuando hay muchos alumnos por aula se enseña peor.
OTRO. - ¿Peor?. Qué risa. Eso es imposible.
UNO.- ¿Por qué lo dices?
OTRO.- Porque en la pública los maestros son funcionarios.
UNO.- Calla, calla… No menciones esa palabra que me da la escarlatina.
OTRO.- Además, si reconocen que enseñan peor, habrá que rebajar sueldos y abrir expedientes a mansalva.
UNO.- ¿Quién es mansalva?. Algún listo de la marea verde, seguro.
OTRO.- Quiero decir a lo bestia, a mogollón.
UNO.- ¡Ah!
OTRO.- También se quejan de que les han aumentado las horas lectivas.
UNO.- Pero, por Dios, si eso es buenísimo para todos: A más horas lectivas, más lecciones; a más lecciones, más lecturas, y a más lecturas, más lectores. Si lo dice la palabra.
OTRO.- ¿Cuál de ellas, que me he perdido?
UNO.- La primera que dije.
OTRO.- La primera ha sido horas.
UNO.- No digo esa.
OTRO.- Joder, cuál.
UNO.- Chico, no sé si ha sido lección, lectura o lectiva. Con tanta derivación se me ha traspapelado en la memoria.
OTRO.- No busques, que es igual. Lo cierto es que mientras la educación esté en manos de gente funcionaria, ¿qué podemos esperar?.
UNO.- Solo analfabetismo funcional.
OTRO.- Y disentería.
UNO.- ¿Disentería también?
OTRO.- Me ha venido a la cabeza de sopetón, y ya sabes que las primeras ideas son las que valen. UNO.- Entonces es que algo de eso hay.
OTRO- Y si no, que lo demuestren.
UNO.- ¿El qué? ¿El analfabetismo o la disentería funcional?
OTRO.- El disentismo, el disentismo analfabético.
UNO.- Por muy listos que sean, tendrán difícil demostrar eso.
OTRO.- Pues si no lo demuestran es porque tenemos razón.
UNO.- No, si lo tienen jodido.
OTRO.- Depende, porque luego salen los sindicalistas y les apoyan, que esa es otra.
UNO.- Eran pocos y parió la abuela.
OTRO.- Si quieres nos metemos ahora con el absentismo laboral.
UNO.- Querer, quiero, pero el que escribe esto dice que nos callemos porque no tiene más espacio. OTRO.- Pretextos. Lo que pasa es que le duele oír la verdad.
UNO.- Oye, tú, vámonos que este nos echa.
OTRO.- Entonces, habrá que despedirse con el grito que traíamos preparado.
UNO y DOS.- ¡¡La educación, o es privada o nada!!
LAS BODAS DE CANAAN

Las campanas de Canaan anuncian la ceremonia. Son las cinco de la tarde y Jesús, cansado de predicar, duerme la siesta como lo que es: un bendito. María corre a despertarle:
- Vamos, vamos, que no llegamos.
- ¿Que no llegamos adónde?- contesta él, incorporándose sobresaltado.
- ¿Adónde va a ser?: ¡A la boda!.
- Vale, vale. No grites, que vas a despertar a media Galilea- le reprocha a su madre, rascándose bajo la barbilla.
- Lo menos que podías haber hecho es quitarte la aureola para dormir,- le recrimina la Virgen, con los brazos en jarra.
- ¿Qué más da, si no se arruga?.
- Pero fosforece en la almohada y cuando entras, te asusta. Anda, levántate. Aquí te dejo la saya de los domingos – le gruñe, mientras ata la cuerda de la persiana al respaldo de la banca.
- Que sí, que ya voy – responde Jesús, metiéndose el saco de tela por la cabeza, sin lavarse ni nada.

Al rato, madre e hijo salen de casa en dirección al convite (José está en la carpintería, ultimando un pedido urgente de tabuteres). El lunch es generoso: estofado de jabalí samaritano, sesos de centauro, arenques a la galilea, orejas de bisonte al ajillo… todo acompañado de su correspondiente vino, del que, sin embargo, muy pronto no va quedando ni gota. Las protestas no se hacen esperar:
- ¿Qué es peor: una boda sin padrino o sin vino? – grita un gracioso desde el rincón.
-¿Sin vino? ¡Qué desatino! – le sigue la rima un primo segundo de Caifás.
- ¡Que me devuelvan los denarios del cubierto! – demanda el saduceo más rata del pueblo.

Las quejas llegan a la madre de la novia, amiga de la infancia de la Virgen, que conoce de oídas la milagrosidad de Jesús:
- Qué apuro tengo, María. Nos hemos quedado sin vino antes de acabar el primer plato.
- Vaya plan- responde la Virgen, sin percatarse de lo que quería insinuar su amiga.
- ¿Y si le pides a Jesús que nos eche una mano? – espeta la otra, sin andarse por las ramas.
- Jó, siempre estáis igual... vale, lo haré por ser tú, pero no me pidas más estas cosas.

María se acerca a su hijo y le dice lo que todo el mundo sabe porque está escrito:
- “No tienen vino”.
- ¿Y? – responde Jesús, que acaba de roer una ternilla.
- Hijo, a ver si podías…
- Como comprenderás, no voy a pedir poderes a mi Padre para una tontería así, madre – la interrumpe, sin levantar la vista del plato.
- Tú verás, pero si no haces algo van a dejar de creer en tí- le advierte y se va dejándole en la incertidumbre.
- Está bien-responde el Mesías mientras se quita la servilleta de un tirón- Pero te repito: yo a Dios Padre no le pido favores para una chorrada como esta. Tendré que ingeniármelas yo solo… Anda, diles a los sirvientes que llenen seis tinajas de agua.
- ¿De agua?
- Tú dí que las llenen y no preguntes.

Conocido el requisito, los sirvientes bajan a la cueva y llenan las seis tinajas hasta el mismísimo borde con agua del pozo. Jesús baja y les dice así:
- En verdad, en verdad os digo que convertiré todo esta agua en vino. Dejadme solo y no aparezcáis por aquí hasta que yo os avise.
Inmediatamente después, hace llamar a sus discípulos.
- Pedro, Bartolomé, Mateo…tirad el agua de las tinajas al pozo. Andrés y Jacobo, id a casa de Jonás, el de las cuadrigas-cisterna, alquiláis un par de ellas y las llenáis en la cooperativa con el mejor vino que haya.
- ¿Y el dinero, qué?
- Que lo apunten en mi cuenta. Diles que si mantienen el secreto, les multiplicaré los denarios.
- ¿Yo, qué hago?- pregunta Judas Iscariote, en buen plan.
- Tú, nada, que no me fío.

Mientras esto ocurre, el malestar crece entre los invitados.
- Como vuelvas a traerme la jarra con agua, mando que te lapiden, chaval- grita un centurión desde el fondo, tirando al suelo la vasija que le ofrece uno de los camareros.
- Pasa esto en mi boda y capo al novio – suelta una mala bestia, mirando de soslayo al padre del recién casado.

Entre tanto, abajo, ocurre esto en la parte de atrás de la finca:
-¡Misión cumplida! – exclama Pedro abriendo la puerta de la cueva.
- ¡Por todos los belenes vivos, no grites! ¿O es que quieres que nos pesquen?. Vamos, acercad la cuadriga y pasarme la manguera.

Una vez llena la primera tinaja, esconden los bártulos y Jesús llama a los sirvientes:
- “Sacad ahora y llevad al maestresala” –les dice, en plan starring.

Apenas el maestresala prueba el agua hecha vino, llama al padre de la novia, que lo sabe todo por su mujer, y le dice eso de: “Todos sirven primero el mejor vino y, cuando se ha bebido bastante, el peor. Tú has guardado el buen vino hasta ahora”.
Abajo, llenando las otras cinco tinajas, quedan todos menos Judas, al que Jesús no pierde de vista por si le da por adelantar la traición antes de Semana Santa.