sábado, 27 de octubre de 2012


LO QUE NOS DEBE LA BANCA

             Por el informe anual de ayudas públicas que elabora la Comisión Nacional de la Competencia recientemente publicado, me acabo de enterar de que mi casa, que somos cuatro, en el año 2010 aportó 7.386,68 euros para sanear la banca (1.846,67 € por barba). Aplicando a esa cantidad el 4 por ciento de interés legal del dinero publicado en el BOE (no quiero abusar), resulta que a 31 de diciembre de este año los bancos auxiliados me deberán 7.386,68 euros de principal más otros 886,40 euros de intereses. Me gustaría preguntar al Gobierno dos cosas: una, cuándo les va a obligar a devolvernos lo que nos deben del préstamo forzoso que les hemos concedido contra nuestra voluntad y, dos, que si no lo devuelven, si les podemos desahuciar una sucursal.

lunes, 22 de octubre de 2012






EL PAÍS DONDE NO SE SABÍA DIMITIR

 

            No se lo van a creer, pero en el país del que hablo nadie dimitía. Y no se piensen que era por apego al cargo; sencillamente es que la gente no sabía dimitir. Escenas como las que cuento a continuación eran de lo más habitual:

- Anda, Gutiérrez, sal del Ayuntamiento y no vuelvas más, que no quiero verte ni en pintura – le decía el alcalde a uno de sus concejales, al que había pillado reformándose la salita de estar de su casa a cargo del presupuesto municipal.

- Si te estomaga mi presencia, ya sabes, césame –respondía el edil, arrugando la frente.

- Vete tú, y así no damos cuartos al pregonero.

- ¿Que me vaya yo? –  señalaba Gutiérrez, sorprendido, apuntándose con el dedo en la boca del estómago.

- Tienes razón, lo he dicho sin pensar. Ya sé que no se puede ir uno, así como así –rectificaba el alcalde, pensativo, paseando en línea recta por su despacho, desde la bandera al busto del rey y viceversa.

- Yo me iría, pero no sé. ¿Cómo se hará eso? – se preguntaba Gutiérrez en voz alta, con cara de llevar tiempo en off.

- Ni idea, chico –respondía el alcalde sin detener su paseo mecánico.

- Lo intentaré de todas formas, pero no te garantizo nada- apuntillaba el otro sin saber por dónde empezar.

            El concejal entraba en su despacho y se ponía a escribir: “Yo, Fermín Gutiérrez Cárdenas, Concejal Delegado de Obras, expongo lo siguiente: Aunque todo se debe a una venganza política urdida contra mí por la pérfida oposición, soy inocente de lo que se me acusa, pero dadas las circunstancias, presento, presento…” . Y ahí se detenía, sin saber continuar, dando puñetazos como un poseso al teclado del ordenador.

            Así se pasaba los días, intentándolo sin éxito, hasta que el alcalde, cansado de esperar, acababa cesándole, claro, pero el concejal se iba del cargo sin haber presentado la dimisión.

            Le ocurría a todo el mundo: gobernadores civiles, senadores, diputados… Cuando algún superior les pedía que dejaran el cargo por propia voluntad, ponían una mueca de idiota que daba no se qué verles.

            Pasó mucho tiempo hasta que un becario que se había metido entre pecho y espalda media docena de masters a distancia, encontró la solución. “¿Dimisoni… sidimión… nisodím…?”, repetía en voz alta una y otra vez, sin dar con la palabra exacta. Hasta que un martes, de madrugada, se le encendió la neurona de guardia y fue a dar con la combinación silábica perfecta. Eufórico, salió al balcón de la sede en pelota picada gritando como un loco:

¡DI-MI-SI-ÓN!… ¡¡¡Eureka!!... ¡DI-MI-SI-ÓN!. Y se puso a dimitir él inmediatamente, a ver qué pasaba.

¿Te has vuelto majara?. Tiene que dimitir alguien que tenga un cargo –le corrigió, más lúcido, su compañero de análisis.

            Entusiasmados, esa misma mañana los becarios se dirigieron a la Asamblea regional y ofrecieron su hallazgo a un diputado autonómico, sospechoso de haberse llevado el escaño a su casa, con micrófono y todo, para montarse karaokes nocturnos con su señora.

            Siguiendo las instrucciones de los dos lumbreras, el diputado presentó oficialmente la carta en la que aparecía por vez primera la palabra dimisión y, acto seguido, abandonó el cargo, aunque sin saber exactamente qué suponía en realidad aquello.

            Como era previsible, esa tarde se sintió tan raro que el día siguiente regresó a su puesto en la Asamblea, donde aún andaba el descubridor de la palabra, explicando su significado a los presentes.

Pero, ¿tú no habías dimitido?  -preguntó el joven estudioso al diputado, cuando le vio entrar.

Sí, ¿y qué?

Entonces, ¿qué haces aquí otra vez?

¿Cómo que qué hago?

Si dimites, como que dimites. No aparezcas, tío.

¿Por qué? A mí nadie me ha cesado.

Tú mismo, ¿es que no lo entiendes?.

¿Yo mismo?. De eso, nada.

Como te explicamos ayer, dimitir significa irse antes de que a uno le echen.

Le he estado dando vueltas toda la noche, y eso es imposible. No se puede.

Y yo te digo que sí.

Di misa si te da la gana, pero en este país solo hay dos maneras de dejar el cargo: o te cesan o te mueres –dijo el tipo sintiéndose acosado; tanto, que inmediatamente se acercó al Vicepresidente segundo de la Cámara para quejarse.

Oye, Benavides, mira lo que dice este soplagaitas – y le contó la incidencia, mientras señalaba despectivamente al descubridor.

Tonterías. Ese es un listo- acabó Benavides, solidario, echándole el brazo por encima del hombro.

Y el diputado en cuestión, más crecido que un déficit público, siguió encolado al puesto y al sueldo, a la espera de que alguien le cesara.

jueves, 18 de octubre de 2012


FAVOR POR FAVOR

            Por si alguien todavía no se ha enterado bien, hemos hecho un inmenso favor a nuestros socios europeos aceptando que nos concedan una línea de crédito (también llamada “la eurobicoca”) de hasta 100.000 millones. Aún se desconocen los términos exactos del contrato, pero no hay que descartar la posibilidad de que los intereses nos los paguen ellos a nosotros, de forma que podamos ir amortizando el principal de la línea sin darnos cuenta. Favor por favor.

IBERDROLA INFORMA

Hemos recibido en casa la última factura de Iberdrola y, junto a ella, una carta pretendidamente aclaratoria que empieza así: “Al objeto de facilitar la comprensión de la factura…”. Deseoso de comprender, sigo leyendo y me encuentro, en resumen, con la siguiente explicación:

1. Que me refacturan el 4º trimestre de 2011 debido a los “precios de los peajes de acceso a las redes”, y el 1º trimestre de 2012 para “sufragar los costes regulados del sistema de revisión de precios de los peajes”.

2. Que la compañía me carga el consumo de abril, al tener en cuenta “la Orden por la cual se aprueban los peajes de acceso a partir del 1 de abril de 2012”.

La nota no sigue, pero confío en que pronto manden otra sobre la parte contratante de la segunda parte. Hasta entonces, lo que este ignorante usuario sabe es que con las tres refacturaciones me ha subido el recibo de la luz un 13,80 % y que la culpa de todo no la tienen ni Iberdrola ni el gobierno, sino los peajes de acceso a las redes, que por lo visto salen por un ojo de la cara.

LOS PARADOS SON DE ESPAÑA

            También la demagogia (como “degeneración de la democracia”, la define la RAE en su segunda acepción) tiene límites, pero el portavoz parlamentario del PP, Alfonso Alonso, no parece conocerlos. Decir que los desempleados sin prestación son los parados de Zapatero, trasciende lo demagógico. Es, sencillamente, una indecencia. A estas alturas, todo el mundo sabe porque las hemerotecas son testigos insobornables, que el origen de la burbuja inmobiliaria -causa principal de que millones de personas abandonaran estudios y oficios por el ladrillo y ahora se vean en el paro- se fraguó siendo presidente del gobierno José María Aznar. Después, Zapatero dejó que siguiera mandando el principio liberal laissez faire, laissez passer, y ese fue su enorme, su inmenso error. Sin embargo, cuando una bomba estalla dejando víctimas, no es el momento de discutir quién fue más culpable, si el que fabricó la bomba o el que no la desactivó a tiempo, pudiendo hacerlo. Ahora, señor Alonso, hay que socorrer a los heridos, que no son ni de Aznar ni de Zapatero, sino de España, y el deber del gobierno, sea del partido que sea, es atenderles sin rechistar.

MADRID: SANIDAD PÚBLICA Y LISTAS DE ESPERA

             En las comidillas populares se dice que son tres las formas complementarias de reducir las listas de espera que caracterizan la sanidad pública madrileña. A saber: de acuerdo con la primera, y más optimista, las defensas naturales del enfermo, en su papel, tras una lucha titánica a lo largo del tiempo consiguen vencer la enfermedad con ayuda de los fármacos recetados por el médico, de manera que cuando le citan, el enfermo ya se encuentra bien. Según la segunda, más costosa, el paciente, cansado de soportar el mal que le aqueja y a pesar de sus muchos años de cotización al sistema público de sanidad, acude a la medicina privada, dejándose parte de sus ahorros (si los tuviera) o pidiendo ayuda a familiares o amigos. La última es la más fuerte: durante los meses de espera, al enfermo le sobreviene una complicación fruto del deterioro general y fallece. Sonará duro, pero es lo que se oye.

POLÍTICOS

 Los resultados del último barómetro del CIS no pueden ser más desoladores para nuestros políticos. En opinión de la ciudadanía, el tercer problema más importante de la España actual son ellos, pero es que el primero (el paro), el segundo (la situación económica), el cuarto (la sanidad) y el quinto (la corrupción), son el resultado de su nefasta gestión al frente de las distintas administraciones públicas y de anteponer sus intereses personales, de grupo y de partido al interés general. Pero no aprenden. A las manifestaciones mayoritariamente pacíficas de descontento, responden con cargas policiales propias de otras épocas (o con ocurrencias como la de Rajoy sobre los que se quedan en casa, que insultan a la inteligencia), y al comentario del juez Pedraza -que no hace sino recoger el sentir general de la población- se contesta con insultos y descalificaciones personales. Su empecinamiento en el error les impide ver que estos polvos pueden traer lodos que acaben engulléndonos a todos.

SEÑOR PRESIDENTE, TENGO UNA PREGUNTA PARA USTED

Algo imperdonable hemos debido hacer los funcionarios para que nos baje el sueldo, aumente nuestra jornada laboral, nos reduzca a la mitad los días libres y Beteta abogue porque se nos racione el café (a corto plazo no contamos con cortes de luz, agua y gas, pero todo se andará). Como es de justicia que el múltiple castigo recibido guarde cabal proporción con los desatinos supuestamente perpetrados por nosotros, un repaso rápido a los fiascos más notables debería bastar para dar con la o las causas. Veamos. De los 23.465 millones de Bankia nos enteramos por de Guindos, o sea, que por eso no es. Los agujeros de Caja Castilla-La Mancha, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Banco de Valencia y las cajas gallegas tampoco, porque se hicieron con taladros privados. Los casos Nóos, Malaya, Campeón, ERE, Gürtel, Palma Arena, ITV, Pretoria, Millet y ese largo etcétera de asuntos putrefactos fueron orquestados por individuos sin plaza de funcionario. Los aeropuertos de Castellón y Ciudad Real o el circuito de Fórmula 1 de Valencia, por citar solo tres ejemplos, se aprobaron sin nuestra participación. Ninguno de nosotros votó los sueldos siderales de ministros, diputados, consejeros, concejales y alcaldes. No podemos formar parte de los defraudadores a los que Montoro recibe con los brazos abiertos, porque a nosotros él sí que nos controla la nómina… ¿Entonces, qué hemos hecho nosotros para merecer esto, señor presidente?.

A DON CRISTÓBAL MONTORO

El gobierno anda buscando dinero como loco en los caladeros de las clases media y baja. Después de subirnos el IRPF, el IVA, el IBI, el transporte, la luz y el gas; después de introducir el repago sanitario, retirar la ayuda a los dependientes, facilitar los despidos, reducir los salarios, mandar a miles de interinos al paro, etc. etc., y mientras deciden cuándo y cuánto nos bajará las pensiones, usted, don Cristóbal, puede combatir la ansiedad que toda espera produce rebañando aún más los bolsillos más humildes; por ejemplo con la instalación de fontímetros en los grifos de las fuentes (se cobraría por tragos), ludómetros en los columpios, toboganes y balancines de los parques públicos, sombrómetros en los árboles de copa hermosa y banquímetros en los bancos y poyos de las aceras patrias. También ayudaría a cumplir los objetivos del déficit cobrar peaje en los carriles-bici, gravar el cobijo que proporcionan las marquesinas y aplicar un impuesto que actúe como cajón de sastre de ocurrencias futuras (el IOFU). Lo que hay que hacer es darle más el tarro, don Cristóbal, hasta dejarnos secos como la mojama a nosotros, a los de siempre.

En cuanto al capital de los de su clase y condición, ya sabe que una parte de la riqueza la tienen a nombre de testaferros, otra anda dando réditos en paraísos fiscales, y el resto lo invierten en deuda pública, esa por la cual usted les paga de nuestros bolsillos el 6 y pico por ciento de interés con fondos que ellos consiguen solo al 1. En este último caso me estoy refiriendo a sus amigos los banqueros, ya sabe.

Siempre ha habido ricos y pobres, señor Montoro, y aunque no conocemos cuántos hay de cada grupo, lo que es seguro es que con medidas como las que ustedes no se cansan de tomar, en España cada vez hay menos ricos con mayor fortuna y más pobres con menos que llevarse a la boca. Todo un éxito de su política popular.

miércoles, 17 de octubre de 2012


ÉPOCA DE TRADICIÓN Y COSTUMBRES

Leo, que en un pueblo de Albacete (Villarrobledo), el equipo de gobierno del PP ha decidido celebrar el Día de la Mujer Rural, y para ello, doña Belén Torres, como así se llama la concejala de allí y, a la vez, senadora, ha inaugurado una exposición de velos, rosarios, misales y peinetas, en recuerdo de los atavíos que portaban las mujeres de los años 50, “aquella época de tradición y costumbres”, según sus propias palabras. Para completar la colección, propongo a la nostálgica edil que en las paredes del museo municipal haga colgar los clásicos azulejos de cerámica con refranes de aquel entonces dedicados a la mujer como: “La mujer casada, en casa y con la pierna quebrada”, “La mujer traviesa, con azotes se endereza”, “A la mujer y a la lechuga, por la cintura”, “A la mujer y a la mula, mano dura” y tantos otros que reflejan el papel reservado a la mujer (rural y urbana) en aquellos tiempos de sotana y coronilla. Ayudará a las nuevas generaciones de jóvenes a hacerse una idea más exacta sobre “aquella época de tradición y costumbres”.

WERT INNOVA LAS MATEMÁTICAS
José Ignacio Wert ha introducido una innovación de alcance en el mundo de las matemáticas, que el profesorado de esta disciplina debería incorporar a sus enseñanzas de manera inminente. Según el ministro, con los recortes en Educación, “el número de alumnos por clase no aumenta, se flexibiliza”. Pongamos un ejemplo para que los chavales comprendan y asimilen la diferencia: si antes en su clase eran 28 y ahora son 33, no es porque ellos hayan aumentado en 5, sino porque se han flexibilizado. Extrapolando el hallazgo al conjunto de la ciencia matemática, lo que los estudiantes deben aprender, pues, es que, en contra de lo que se creía hasta ahora, al ir de menos a más, los números no aumentan sino que se transforman, varían, se modifican, cambian, se alteran, mudan, fluctúan; en definitiva, se flexibilizan, pero en ningún caso crecen, se elevan o, mucho menos, aumentan. Supongo que habrá que modificar los libros de texto, y rápido.

domingo, 7 de octubre de 2012


CONTAR HASTA DIEZ

             En 2012, el gobierno de España ha ordenado a mi Ayuntamiento que me baje el sueldo y me suba la jornada de trabajo. Para acompañar estas medidas, el gobierno municipal ha creído que el 8 por ciento de subida del IBI propiciado por Hacienda era poco, y me ha obsequiado con otro 9 por ciento más. Eso, este año, porque en 2013, además, me congelarán el sueldo (es decir, me lo bajarán lo que suba el IPC) y diré adiós a  2/3 de los días libres (que no eran sino la compensación por tener salarios más bajos que en el mundo laboral privado). Por otra parte, anuncian que me jubilaré más tarde (tengo 62 muy cumplidos) cobrando una pensión cada vez menor. Si a eso añado que los medios materiales de que dispongo para trabajar están cada vez más deteriorados por falta de mantenimiento, y que son los que utilizo para atender a una ciudadanía cuyo nivel de enfado crece por momentos, cualquiera comprenderá que se dan todas las circunstancias para que mi motivación no crezca lo que España demanda, y que cuando oigo decir a un ministro que las medidas que se están tomando son para garantizar la calidad de los servicios públicos, me ponga a contar hasta diez.

QUE VENGA DIOS Y LO VEA

             Como el Estado recauda menos de lo previsto, el gobierno decide subir los impuestos a la mayor parte de la ciudadanía, pero esta medida frena el consumo, y con un consumo menor las empresas reducen la producción. Esto conduce a una bajada de salarios y lleva al paro a muchos trabajadores, con lo cual se reducen los ingresos del Estado por impuestos y aumentan los gastos por desempleo, a los que hay que sumar los correspondientes a interinos y contratados laborales del sector público que se han quedado sin trabajo. En conclusión: el gobierno recauda menos que antes, gasta más, deteriora los servicios públicos y eleva el sufrimiento de la mayoría de la población. Si esto tiene algún sentido, que venga Dios y lo vea.

jueves, 4 de octubre de 2012

SANIDAD PÚBLICA A DOMICILIO

Llaman a la puerta
- ¿Quién es?
- El mensajero.
- Hola, buenas. ¿Qué quería?. No recuerdo haber pedido nada.
- ¿Vive aquí el enfermo Amancio Lista Despera?
- Sí. Está en la cama.
- Es de parte de la sanidad pública.
- ¿Qué trae ahí dentro?
- Un paquete con el instrumental para operaciones: bisturís, vendas, tijeras, anestesia, botella de suero, en fin…
- ¿Le van a operar aquí, en casa?
- Eso es.
- ¿Y cuándo viene el cirujano?
- ¿Qué cirujano?. Después de los recortes han quedado tan pocos que no dan a basto.
- ¿Quién le va a operar entonces?
- El mismo enfermo
- ¿A sí mismo?
- Él mejor que nadie sabe dónde tiene el mal.
- Pero si está anestesiado no va a…
- Anestesia local. No hay fondos para anestesiarle entero. Él se duerme la zona chunga y, cuando ya no la sienta, saca el bisturí y al toro que es una mona.
- Con lo cobardica que es, no sé si se atreverá.
- Le echa usted un par de lingotazos de coñac cabezón en la taza del desayuno y verá como sí.
- Además, lo que tiene mal es el riñón. No sé cómo se las va a apañar para operarse en la espalda.
- Es tan fácil como tumbarse boca abajo e instalar un juego de espejos en la habitación, de manera que pueda ver en cada momento y desde distintos ángulos, dónde se está metiendo mano.
- Un poco arriesgado, ¿no le parece?.
- También puede intervenirle algún familiar
- Menos mal que dan alternativa.
- Aquí le dejo el manual de instrucciones y un DVD para que observe con atención cómo operarse sin riesgo. Puede hacerlo usted misma, ya digo. Si sigue bien las directrices, será coser y cantar.
- Cortar y coser.
- Bueno, eso.
- Espere un momento: Veo que las instrucciones vienen en inglés, francés, alemán y japonés.
- Al final del todo hay un resumen en español
- ¿En esta página que dice: “Cómo operar por la vía rápida. Ahorre los pasos tontos”?
- Sí. Nosotros lo llamamos atajo quirúrgico.
- Me angustia un poco; no sé.
- Venga, señora, sea valiente. Ponga el DVD, verá qué sencillo.
- ¿Estará bien explicadito, verdad?
- No tiene pérdida. Primero vienen unas palabras de saludo que le mandan personalmente las autoridades políticas sanitarias. Preste atención porque inmediatamente después de que oiga decir: “La suma de todos”, empiezan los momentos de cirugía propiamente dichos.
- ¿Y, si la cosa se complica?
- Le da al Re-Play
- Estoy viendo que mi marido se me va.
- Seamos serios: ¿Adónde va a ir con el costado abierto?
- Que se me va, que se me muere.
- En ese caso, la Administración no se hace cargo, se lo advierto. Le traemos a casa el aparataje con las instrucciones y un apoyo visual de primer orden. Más no se puede hacer en estos momentos de crisis. Y ahora, por favor, firme debajo del recibí, y ponga su nombre y la fecha, que tengo pendientes otras siete entregas por aquí cerca. En quince días máximo vengo a recoger el utillaje.
- Si tuviera dinero, le operaría de pago.
- Pero no lo tiene, ¿a que no?
- Veré si puedo conseguirlo… ¡Eh, oiga, que se le ha caído del bolsillo una tarjeta!
- ¿Una tarjeta?... ¡Ah, sí!. Es propaganda de una clínica privada. Quédesela por si la necesita. Casualmente tengo más en la guantera del coche.

El comercial sanitario se mete en el furgón y acelera hacia la próxima entrega. La mujer, mira la tarjeta y mientras despide al agente, se la guarda en el bolsillo del delantal. Al cerrar la puerta, se dio cuenta de que hacía mucho que no le brotaba por todo el cuerpo un sudor tan frío.