DUELE
Duele tener que conformarte con
ver a tus hijos, que se fueron lejos huyendo del desempleo crónico, a través de
una pantalla de ordenador. Duele leer que acaban de desahuciar a una pareja de
ancianos que avalaron con su humilde vivienda la deuda que su hijo no pudo
pagar al banco porque su empresa le incluyó en un ERE infame. Duele escuchar al
presidente del Gobierno hablando de crecimiento económico, mientras conocemos
que España es el segundo país de la Unión Europea con mayor pobreza infantil.
Duele saber que algunos de tus amigos la única calefacción que tendrán este
invierno en casa será una manta. Duele recordar el tiempo en que con la
pensión, los abuelos compraban juguetes a los nietos y no pan para matar el
hambre. Duele abrir los ojos cada mañana y comprobar que los causantes de este
gigantesco fraude, de esta indecencia, continúan mandando.
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