EL BANCO DE MI PUEBLO
Cuando
yo era pequeño, el banco de mi pueblo era ese sitio donde los mayores guardaban
el dinero que tenían. Luego, una parte de este se lo prestaba el señor director
a don Manuel para comprar gallinas y conejos, a la señora Amparo lo que le
faltaba para ampliar la tienda de telas, y a Felipe porque tenía que comprar
cubetos nuevos antes de que llegara la vendimia. Al año siguiente, los tres
habían devuelto los préstamos gracias a las ganancias de sus actividades
productivas, con lo cual ellos estaban tan felices y el señor director también,
porque disponía de más dinero para prestar a otros vecinos. El pueblo iba
creciendo, y su economía real lo mismo. Ahora, con el dinero de los mayores,
ese mismo banco compra por Internet productos financieros que vende
inmediatamente después para ganar más en menos tiempo, y esa demasía la vuelve
a invertir en otros medios de pago más sofisticados, etc. etc… Su riqueza
aumenta, sin embargo, la economía real de mi pueblo se ha estancado, y los
hijos de don Manuel, de Felipe y de la señora Amparo han tenido que cerrar sus
negocios familiares ante la negativa del señor director del banco a prestarles
ni un euro.
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