CAMBIO
DE HORA
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Antonio
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Qué
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¡Antonio!
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He dicho que qué
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Hijo, no te había oído
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Ya veo. ¿Qué quieres?
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Que cambies la hora del reloj del horno
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¿Del horno para qué, si nunca asas nada?
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Tú cambiala
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Vale
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Y la del microondas
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¿También?
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También. Ah, y la del despertador
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Joder
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¿Qué dices?
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No, nada. ¿Algún otro?
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Sí, la del reloj de la cocina
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¿El de la cocina?
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Sí, el de encima de la mesita. Me guío por
él, para la olla.
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Pero si ya tienes las del horno y el
microondas.
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¿Y qué?
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Y nada.
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El del comedorcito es muy necesario, como
sabes.
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Yo no sé nada.
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Algo sabrás
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¿Necesario para qué?
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Para saber a la hora que empezamos y
terminamos de comer.
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¿Algún otro?
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Sí, por favor cámbiame el mío, el de la
muñeca, que está en la mesilla.
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¿Qué hora te pongo?
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En punto.
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Eso es imposible. Si va bien uno, no puede
ir bien otro, y viceversa.
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No sé por qué
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Leche, Marisa, porque desde que empecé los
segundos han ido pasando y no tengo tanta puntería.
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Vaya respuesta. Ajusta por lo menos el
minutero.
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Eso he hecho, más o menos.
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¿Más o menos?
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Marisa, me estás cabreando.
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Pues con poco vas.
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Me voy a dar una vuelta
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¿A qué hora vas a venir?
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¿De ayer o de hoy?
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Hijo, qué manera de complicar las cosas.
Antonio se pone el abrigo
y sale de casa hablando solo.
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