jueves, 7 de noviembre de 2024

 

CAMBIO DE HORA

 

-        Antonio

-        Qué

-        ¡Antonio!

-        He dicho que qué

-        Hijo, no te había oído

-        Ya veo. ¿Qué quieres?

-        Que cambies la hora del reloj del horno

-        ¿Del horno para qué, si nunca asas nada?

-        Tú cambiala

-        Vale

-        Y la del microondas

-        ¿También?

-        También. Ah, y la del despertador

-        Joder

-        ¿Qué dices?

-        No, nada. ¿Algún otro?

-        Sí, la del reloj de la cocina

-        ¿El de la cocina?

-        Sí, el de encima de la mesita. Me guío por él, para la olla.

-        Pero si ya tienes las del horno y el microondas.

-        ¿Y qué?

-        Y nada.

-        El del comedorcito es muy necesario, como sabes.

-        Yo no sé nada.

-        Algo sabrás

-        ¿Necesario para qué?

-        Para saber a la hora que empezamos y terminamos de comer.

-        ¿Algún otro?

-        Sí, por favor cámbiame el mío, el de la muñeca, que está en la mesilla.

-        ¿Qué hora te pongo?

-        En punto.

-        Eso es imposible. Si va bien uno, no puede ir bien otro, y viceversa.

-        No sé por qué

-        Leche, Marisa, porque desde que empecé los segundos han ido pasando y no tengo tanta puntería.

-        Vaya respuesta. Ajusta por lo menos el minutero.

-        Eso he hecho, más o menos.

-        ¿Más o menos?

-        Marisa, me estás cabreando.

-        Pues con poco vas.

-        Me voy a dar una vuelta

-        ¿A qué hora vas a venir?

-        ¿De ayer o de hoy?

-        Hijo, qué manera de complicar las cosas.

 

Antonio se pone el abrigo y sale de casa hablando solo.

 

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