lunes, 10 de mayo de 2010

GRECIA

Desde el punto de vista económico, podríamos decir que la Unión Europa es una gran empresa con sede social en Bruselas y tantas filiales como países la componen. Si en un momento determinado, como el actual, se descubre que quienes dirigían una de esas delegaciones, en este caso la griega, falsearon los datos para ocultar sus pérdidas hasta el punto de generar costes y causar problemas al conjunto, lo lógico, justo y razonable es que los responsables del fraude cometido, es decir, los miembros del anterior gobierno griego que intervinieron en el engaño, comparezcan ante los organismos europeos para responder de sus actos. No es de recibo que la población más pobre sufra ahora las consecuencias derivadas de las medidas de contención del gasto social, mientras los autores de la trampa perciben sueldos lustrosos en calidad de ex-ministros y ex-altos cargos públicos.

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