jueves, 7 de noviembre de 2024

 

COCINA PARA PRINCIPIANTES

HUEVO FRITO

Si eres muy sibarita, acércate a un gallinero de postín, elige la gallina y espera a que ponga el huevo que, posteriormente, vas a freír. Si ves que tarda mucho, a lo mejor es que no tiene gana; pásate por el supermercado y coge un huevo de gallina criada al aire libre entre las flores, en pleno campo, de esas que viven como Dios. No sé si te venderán un solo un huevo, pero tu insiste. Llévalo en la palma de la mano, caminando muy despacio, muy despacio; no importa lo que tardes, el caso es que el huevo llegue sano y salvo. Ya has entrado. Coge un manojo de algodón, haz un nido y deposita el huevo en él, hasta que llegue su hora.

Pon aceite en una sartén San Ignacio que antes te has comprado en una sartenería selecta, y enciende la cocina a fuego lento. Si lo pones fuerte, además de la humareda que vas a formar, cuando eches el huevo saldrá volando.

Saca el huevo del nido de algodón con mucho cuidado y cáscale en el borde de la sartén sin abrasarte. Procura que caiga dentro la mayor cantidad de huevo posible y la menor de cáscara. A veces sale lo que se conoce como un “huevo descompasado”, con dos yemas y una clara, pero no por eso la dificultad es doble. Con la paleta, riega el huevo con aceite hasta que la clara se solidifique y las yemas estén líquidas. Si lo sacas antes de tiempo, la clara chorreará: da grima. Y si lo haces después, las yemas parecerán polvorones.

Para sacarle de la sartén, mete la paleta debajo y lo conduces hasta el plato de tal manera que el huevo no sufra desperfectos insalvables que lo hagan irreconocible a la vista. Si las cosas han ido según lo previsto, te vas a encontrar con el huevo en el plato, esperando ser comido. Échale una pizca de sal fina por encima y disponte a irrumpir en la yema (o yemas) con un trozo de pan. Moja y ya está. Luego viene la parte del fregado, pero esa es otra historia.

 

INGENUIDADES

Por un momento voy a ser ingenuo no, muy ingenuo.  La justicia es igual para todos. El problema de la vivienda se solucionará bien pronto. El lawfare no existe. El emérito volverá definitivamente a España para rendir cuentas. El Partido Popular abandonará la bronca como medio de hacer política. La precariedad laboral dejará de existir. VOX, como partido democrático que es, condenará el franquismo. Ayuso dejará a un lado las ocurrencias para centrarse en Madrid. Las grandes fortunas pedirán al gobierno que suba los impuestos a la riqueza para combatir la pobreza. La izquierda a la izquierda del PSOE, por fin se unirá. La inversión en sanidad y educación públicas serán objetivos prioritarios de las Comunidades Autónomas. Y fuera de España, Putin y Netanyahu se someterán a la justicia internacional.

 QUEMANDO CALORÍAS

-        Ciriaco, ¿adónde vas tan corriendo?

-        A quemar calorías, Leonardo.

-        El semáforo está rojo, así que para quieto que me pones nervioso

-        Es que entre 11 y 11 y 39 tengo que hacer 5 kilómetros, que traducido en pasos son 8.256 y ya voy con 17 de retraso.

-        ¿Y si los das en otra hora?

-        No vale. Es ahora cuando el cuerpo está mejor preparado para correr.

-        Anda leche.

-        Además, a las 11 y 40 tengo gimnasio.

-        ¿Y que hacer allí?

-        Pesas, boxeo, sentadillas, bicicleta estática, ejercicios para fortalecer la espalda, el pecho, los hombros…

-        ¿Los hombros también?

-        Huy, y los bíceps, las piernas, el abdomen, el trapecio…

-        ¿Y los dedos de los pies?

-        Sólo los dedos gordos

-        Eso es injusto

-        Ya, pero yo no entro en eso.

-        Te vas a poner como un mulo

-        Sin faltar.

-        Lo digo para animarte

-        Si quieres, aquí mismo te hago 50 flexiones y 2 de propina.

-        ¿Tú cuando descansas?

-        Cuando llego a casa hago media hora de estiramientos, me ducho y hasta mañana, si Dios quiere.

-        Tío, qué fuerte

-        Ya lo creo. Mira que músculos tengo en las piernas

-        No, si lo de fuerte no iba por ahí.

-        Por si acaso

-        ¿Y mientras tanto tu mujer?

-        Ahí la dejo, en la cocina.

El semáforo cambia a verde y Ciriaco sigue su marcha convencido de que Leonardo le envidia

 

 

 

CAMBIO DE HORA

 

-        Antonio

-        Qué

-        ¡Antonio!

-        He dicho que qué

-        Hijo, no te había oído

-        Ya veo. ¿Qué quieres?

-        Que cambies la hora del reloj del horno

-        ¿Del horno para qué, si nunca asas nada?

-        Tú cambiala

-        Vale

-        Y la del microondas

-        ¿También?

-        También. Ah, y la del despertador

-        Joder

-        ¿Qué dices?

-        No, nada. ¿Algún otro?

-        Sí, la del reloj de la cocina

-        ¿El de la cocina?

-        Sí, el de encima de la mesita. Me guío por él, para la olla.

-        Pero si ya tienes las del horno y el microondas.

-        ¿Y qué?

-        Y nada.

-        El del comedorcito es muy necesario, como sabes.

-        Yo no sé nada.

-        Algo sabrás

-        ¿Necesario para qué?

-        Para saber a la hora que empezamos y terminamos de comer.

-        ¿Algún otro?

-        Sí, por favor cámbiame el mío, el de la muñeca, que está en la mesilla.

-        ¿Qué hora te pongo?

-        En punto.

-        Eso es imposible. Si va bien uno, no puede ir bien otro, y viceversa.

-        No sé por qué

-        Leche, Marisa, porque desde que empecé los segundos han ido pasando y no tengo tanta puntería.

-        Vaya respuesta. Ajusta por lo menos el minutero.

-        Eso he hecho, más o menos.

-        ¿Más o menos?

-        Marisa, me estás cabreando.

-        Pues con poco vas.

-        Me voy a dar una vuelta

-        ¿A qué hora vas a venir?

-        ¿De ayer o de hoy?

-        Hijo, qué manera de complicar las cosas.

 

Antonio se pone el abrigo y sale de casa hablando solo.

 

 

CAMBIO CLIMÁTICO

-        Juanito, ¿a ti qué te parece lo del cambio climático?

-        Qué me va a parecer: una gilipollez ideológica de los comunistas y los socialistas para hacerse con el poder en el mundo.

-        Y doctrinal.

-        Según ellos, ahora hace más calor que antes.

-        Hace más calor porque ahora tenemos termómetros que lo miden, y antes se calculaba a ojo. Es de cajón

-        Y que las DANAS, lo que hacen es inundarlo todo.

-        Antes no había DANAS y caía agua como no está en los escritos.

-        Mira lo del diluvio universal.

-        Mismamente.

-        Me acuerdo yo que cuando era pequeño hubo una tormenta que se ahogaron hasta las jirafas.

-        O si no, aquella vez que iban a enterrar a uno, empezó a chaparrear y la caja flotaba. Y eso que era de plomo.

-        Sí, hombre; aquello fue muy sonado.

-        O si no, la que caía cuando rezabas a la  Virgen de la Cueva.

-        No estarás culpando a la virgen, ¿verdad?

-        Dios me libre.

-        Dicen que el cambio climático es consecuencia de la acción del hombre.

-        ¿Qué hombre?

-        Eso digo yo. Cuando se acusa a alguien, hay dar su nombre.

-        Que concreten.

-        También he oído que se debe a la industria.

-        Lo que faltaba. Ahora van a tener la culpa los que crean empleo.

-        Además, hace miles y miles de años que el hombre ya hacía instrumentos de hierro. Si eso no es industria, que venga Dios y lo vea.

-        Lo que yo te diga.

-        Y entonces nadie hablaba de esas tonterías.

-        Dicen que los dinosauros se extinguieron porque cayó un meteorito, cuando la verdad es que fue en el mes de agosto, cuando más calor hacía.

-        ¿Y qué les pasó?

-        Que se derritieron. Y eso que estaban a la sombra.

-        Eso sí puede ser, pero que un meteorito matara del golpe a todos los dinosaurios, no es creíble; a menos que en ese momento estuvieran todos en el mismo sitio.

-        O que el meteorito fuera como Júpiter de grande.

-        Y eso es imposible, claro.

-        Se ponen que los combustibles fósiles son una de las causas del cambio.

-        Es el colmo. Mira que echar la culpa al petróleo…

-        Como no se puede defender…

-        Si son social comunistas, ¿qué se puede esperar?-.

-        Bueno, me voy que el termómetro marca 48 grados y son las diez de la noche.

-        ¡Joder, hace un calor como nunca a estas horas.

martes, 8 de octubre de 2024

 

DE PÁJAROS Y BILLETES

-        Más vale pájaro en mano que cien volando.

-        ¿Cien qué?

-        Qué va a ser: pájaros.

-        Según. Si el que tienes en la mano es un gorrión esmirriado y los cien que vuelan son águilas, no hay punto de comparación.

-        El refrán quiere decir que es mejor coger algo seguro, aunque sea poco, que mucho más, pero que esté en el aire.

-        ¿En el aire? No te entiendo, Fernando.

-        Mira, por ejemplo: yo te doy ahora dos billetes de cincuenta euros por tu cara bonita, pero te prometo trescientos si te esperas.

-        ¿Si me espero cuánto?

-        Hasta que yo diga.

-        Pues dilo ya.

-        Así no es la cosa.

-        Yo me espero lo que haga falta si no me quitas los dos billetes de cincuenta.

-         Eso no es así. Yo te doy los dos de cincuenta ahora o los trescientos cuando pueda.

-         ¿Y los dos que me dabas?

-        Vuelan.

-        Mira, como los pájaros.

-         Eso es.

-        Es, pero no debería ser. Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da ya no se quita.

-        Tienes que elegir, ¿lo entiendes?

-        Mucha pasta es esa. ¿De dónde la vas a sacar?

-        Estamos hablando en sentido figurado.

-        Eso tú. Yo hablo en sentido literal, Fernando.

-        Entonces hablamos de pájaros y punto.

-        Ahora no te eches atrás.

-        No te voy a dar ni dos billetes, ni trescientos.

-        Entonces, ¿para qué te pones?

-        ¿Que yo me pongo?

-        Sí, te pones en plan generoso sin que yo te haya pedido nada, y luego donde dije digo, digo Diego.

-        Estoy pensando que he puesto un mal ejemplo.

-        Será para ti. A mí me viene cojonudo.

-        Otro día seguimos hablando. Ahora tengo que ir a la compra.

-        Y tendrás el valor de pagar con mis dos billetes de cincuenta.

Fernando echa a correr como un desatalentado, con el carrito de la compra.  


F


Fernando echa a correr como un desatalentado, con el carrito de la compra.  

 

IMPUESTOS

Están en contra de los impuestos, sin embargo, se pasean con altivez en su Maserati por las autopistas y autovías del Estado, cuya construcción y mantenimiento pagamos entre todos. Repudian los tributos, pero cuando sufren cualquier incidente a quien llaman es a la policía. Les repele el fisco, aunque algunos de ellos o de sus familiares más cercanos cobran todos los meses del erario público.  Desean una sociedad libre de cargas fiscales, sin embargo, exigen las calles barridas y bien iluminadas, las playas limpias y que les recojan la basura todos los días. Rechazan los impuestos, pero en caso de incendio llaman a los bomberos, y cuando precisan el concurso de la justicia, la acusan de ser lenta. ¿Con qué creen que se financia lo que también ellos demandan?

 

VISITA INESPERADA

¡Toc! ¡Toc!

Se abre la puerta

-        Hola, buenos días.

-        Nos dé Dios.

-        ¿Es usted Cipriano?

-        Fernández Benavides, sí señora.

-        Soy la muerte.

-        Ya

-        Cómo que ya. ¿Y no se asusta?

-        Ha visto uno tanto en la vida …

-        ¿En qué ha notado que soy la parca?

-        En la guadaña y eso.

-        Podría ser un segador de cereales

-        ¿De negro riguroso y con esas pintas?

-        Es que lo mío es impactar.

-        Pues conmigo ha pinchado en hueso, así que váyase a impactar a otra parte.

-        No puedo. Voy por la F de Fernández. Según mi lista, le toca a usted.

-        Si estoy sanísimo. ¿De qué se supone que tengo que morir?

-        Se entiende que del susto.

-        Ya ve que no.

-        Pues de un infarto definitivo.

-        Señora, le advierto que si voy al infierno será por culpa suya.

-         Otro más que se lo ha creído.

-        ¿El qué? No me diga usted eso que llevo setenta años rezando.

-        ¡Ay pardillo…! Usted se viene conmigo, le entierro y adiós por siempre jamás.

-        ¿Y lo del juicio final, tampoco?

-        Piense un poco: ¿usted cree que puede celebrarse un juicio con tropecientos mil millones de humanos a la vez?

-        Siendo Dios, todo es posible, ¿no cree?

-        Dejémonos de hostias. Venga, que tengo el féretro vacío en la carreta.

-        He dicho que no me voy, y no me voy

-        Pero hombre, si es usted soltero y no tiene familia que alimentar.

-        A ver si por ser soltero me tengo que morir ahora mismo

-        No me haga usar la guadaña, no me haga usar la guadaña.

-        Deje al menos que coja algo de ropa.

-        No se preocupe; tengo yo sudarios de todas las tallas. Usted tendrá una XXL

-        ¿Cómo lo ha sabido?

-        Tengo poderes, ya sabe.

-        ¿Y qué hago ahora con mis ahorros? Se los pensaba dar a la Iglesia, pero como me ha dicho eso, ya no.

-        Démelos a mí.

-        ¿A usted? ¡Pero si está muerto!

-        De eso nada. Una cosa es que sea la muerte y otra que esté muerto.

-        ¿Y para qué los quiere?

-        ¿No ve cómo tengo la guadaña?

-        Con el filo oxidado y el mango hecho una mierda.

-        Tiene cuatro mil años y siete meses.

-        ¡No me diga que es la misma del principio de los tiempos!

-        Es la primera que salió después del descubrimiento del hierro.

-        Si quiere se la pido yo por Amazon. Una de acero inoxidable.

-        ¿Cuánto tarda?

-        Dos días como mucho.  

-        Creo que me está entreteniendo aposta para ver si le dejo con vida.

-        Yo se lo digo por su bien.

-        Es que todavía me queda mucha gente que llevarme al huerto y ya son las 6 de la tarde.

-        ¿Quién es su jefe?

-        Nadie. No tengo que rendir cuentas, pero me jode no cumplir mi plan.

-        ¿Cuándo acaba su jornada laboral?

-        Nunca. Lo mismo me llevo a uno de madrugada que en media tarde.

-        ¿Y el fin de semana no descansa?

-        Pero si yo no me canso, ¿no ve que soy un espectro?

-        No caía… Bueno, muerte, pues aquí estamos, de palique. Tan a gusto.

-        Tengo mala conciencia.

-        Ande, ande, pase y siéntese a tomar una cerveza

-        Bueno, pero solo una y nos vamos

-        Habrá que esperar a que traigan la guadaña los de Amazon, digo yo.

-        ¡Ah, sí! No me acordaba.

-        Dos días pasan volando.

Al cabo de dos días:

¡Toc! ¡Toc!

-        ¿Quién es?

-        Traigo un paquete para el señor Fernández

-        Sí, soy yo. (abre la puerta, recoge la guadaña y firma el recibí. Entre tanto, la muerte está viendo Telecinco)

-        Aquí tiene la guadaña. De primera marca. Acero inox. de Albacete.

-        Déjela ahí que ahora estoy viendo el programa de Ana Rosa.

-        No vea usted eso, por Dios.

-        Calle, calle, que no la oigo.

(Acaba el programa)

-        ¡Huy, qué tarde es! Ya tenía que estar llevándome a los de la letra G.

-        Tengo la solución: sáltese la F y se pone al día.

-        Eso tendré que hacer. Adiós, señor Fernández, otro día vendré.

-        Sin prisas.

La muerte desenvuelve la guadaña, se recoge el faldón negro y sale por una ventana sin abrirla ni nada.