lunes, 1 de julio de 2024

 En la etapa democrática, nunca como ahora se habían conchabado de manera tan clara el tercer poder del Estado, el judicial, y el cuarto, la prensa, con el fin de acabar con el gobierno de España. No importa cómo: mentiras, bulos, extrapolaciones, imputaciones sin sentido, descalificaciones personales, insultos... todo vale si va en aquella dirección.  Que la oposición política los use en sus discursos, añade gravedad al ambiente irrespirable que vivimos. La derecha, en sus distintas variantes, ni se resigna a no tener el poder, ni se va a resignar nunca, porque, como hemos visto a través de su historia, le quiere fundamentalmente para repartir el dinero público entre sus correligionarios, favorecer a su clase y distribuir las migajas a los más desfavorecidos. Así ha sido siempre. Y si no, ¿por qué le apoyan tan descaradamente los más ricos, las grandes compañías, los latifundistas, los banqueros y todos aquellos que están en la cúspide económica del país?. Hay que decir que también lo hacen los que, sin ser de ellos, esperan sus favores. La derecha política trata de adelgazar el gasto público, pero vive, y muy bien, del dinero de todos. En aquellas autonomías donde gobierna, además, tiene la desfachatez de pedir más fondos públicos al gobierno de España, a la vez que reduce los impuestos a los poderosos. No sé cómo no se dan cuenta de algo tan meridianamente claro los que, sin ser de su clase, la apoyan. También es cierto que siempre ha habido esclavos que han preferido seguir siéndolo a ser libres.     

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