miércoles, 29 de mayo de 2024

 

                                        GEMELOS

Fernando y Juan siempre iban de la mano. Aunque de caracteres distintos, eran hermanos gemelos, y uno se sentía inseguro sin la presencia del otro. Eran morenos, con los ojos entre verdes y azules y de estatura media. Habían acabado el bachillerato con muy buenas notas, lo que despertó el orgullo de sus padres. María, su madre, había recibido una herencia de un hermano suyo, soltero, propietario de una tienda de antigüedades, y con ese dinero quiso que Fernando y Juan fueran a estudiar y mejorar su inglés a Inglaterra. 

Sin el inglés, hoy día no vas a ninguna parte, les decía. 

Su padre, prefería que se quedaran cerca para que les echara una mano en la panadería, pero no se opuso. 

Ya que os vais, estudiad para informáticos allí, que hoy en día son los que más salida tienen, les recomendó, resignado.

Los dos hermanos partieron hacia Edimburgo, por recomendación de Miguel, un amigo de la familia cuya sobrina había estudiado en aquella universidad. Se llevaron lo justo: un par de pantalones, dos jerséis, dos camisas más la puesta, ropa interior, los abrigos, unos cuantos libros de informática básica, los ordenadores, los móviles y dos diccionarios de inglés-español.

Cuando llegaron a Edimburgo, la ciudad les sorprendió por su grandiosidad. No se cansaban de mirar los edificios, los autobuses de dos pisos y a la gente que caminaba absorta por las aceras húmedas. En un primer momento se sintieron indefensos, acobardados, sin saber qué hacer 

¿Dónde vamos, Juan? 

¿No sé; por ahí?, respondió Fernando mientras miraba los rótulos de las casas, buscando alojamiento.

Al atardecer, encontraron un apartamento humilde en una zona  relativamente cerca de la universidad, por un precio asequible. Se instalaron en él y se tumbaron en la cama, cansados por la tensión del día.

Sus vidas transcurrían con la rutina habitual: de casa a la universidad y de la universidad a casa, salvo cuando iban a comprar comida y alguna otra cosa relacionada con los estudios. Les costaba mucho mezclarse entre gentes de aspecto tan distinto al suyo. 

Juan era muy aficionado a las redes sociales. Una tarde gris de domingo, abrió su ordenador y vio la foto de una chica española, morena, con el pelo largo, nariz pequeña y unos ojos negros que se adivinaban preciosos. Decía llamarse Natalia. Aquella imagen le enamoró. 

Hola, Natalia, me llamo Juan. Te envío mi foto, escribió en el chat, esperando con impaciencia una respuesta. Sin embargo, llegó la noche y los días siguientes, sin recibir noticias. Los fines de semana Juan y Fernando salían juntos, casi siempre al cine. 

Escuchando a los ingleses es la  la mejor forma de aprender inglés, opinaba Juan. 

¿No te acuestas?- preguntó Fernando a su hermano cuando el domingo oscurecía.

Si, pero antes voy a meterme en internet un rato.-respondió Juan, abriendo el ordenador.

¿Para qué?

Tú duérmete. Ahora voy yo-acabó Juan. Con ansiedad, se introdujo en el chat y el corazón comenzó a latir aceleradamente.

Hola, Juan. Soy Natalia. He recibido la foto. Me gusta la expresión de tu cara. ¿Cuántos años tienes?.  Juan reaccionó inmediatamente, como si temiera que la conversación se interrumpiese.

Hola, Natalia. Diecinueve. ¿Y tú?

Dieciocho

Si te apetece podíamos chatear más a menudo - la invitó Juan

Bueno. ¿Dónde vives?

Ahora estoy estudiando en Edimburgo, pero soy de Barcelona. ¿Y tú?

Qué casualidad. Yo también

No es casualidad. Es el destino.

Puede ser.

Me gustas mucho, ¿sabes? -prosiguió Juan.

No te precipites

Así lo siento.

Juan, voy a dormir, que es tarde. El próximo fin de semana hablamos. Un beso.

Juan dejó de recibir mensajes.  Pensó que no podría aguantar hasta entonces sin hablar con ella. Se había enamorado solamente por la foto. Apagó el ordenador y fue al salón. Se sentó en una de las dos butacas que había frente al televisor y empezó a imaginar el próximo verano saliendo con Natalia. Estaba tan despierto y entusiasmado que cuando fue a la cama eran ya más de las dos.

Durante toda la semana, Fernando encontró raro y especialmente ilusionado a su hermano; como si hubiera sufrido una extraña transformación.

 ¿Ha pasado algo?- le preguntó.

Que me enamorado 

¿De quién? - insistió Fernando

Este fin de semana lo sabrás. 


(Continuará)





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