sábado, 23 de enero de 2010



















SAN VALENTÍN

El.- ¿Hoy, me quieres más o menos que ayer?
Ella.- Por el estilo.
El.- Me hundes. ¿Y, eso?
Ella.- De ayer a hoy han pasado sólo unas horas, hermosura.
El.- Pero menos que mañana, seguro que sí me querrás
Ella.- ¿Mañana respecto a ayer o a hoy?
El.- No sé. Respecto a ayer, por ejemplo.
Ella.- Lo que pasa es que ayer en relación con mañana será anteayer
El.- ¿Y?
Ella.- Pues que no puedo contestar exactamente a lo que preguntas.
El.- ¿Y, respecto a hoy?
Ella.- Estamos en las mismas: mañana será hoy, y hoy, ayer ¿o es que no lo sabes?.
El.- Anda, que...
Ella.- El tiempo es lo que tiene.
El.- Antes, cuando éramos novios no lo liabas todo tanto.
Ella.- El que lo lías eres tú ahora, con lo de ayer, hoy, mañana, el más y el menos. Pregúntame que si te quiero, y punto.
El.- El día de San Valentín es eso lo que se dice, mujer.
Ella.- Que se diga, pero es un tostonazo oír siempre lo mismo.
El.- Entonces, lo de querernos eternamente, nada.
Ella.- Si la eternidad no durara tanto, a lo mejor.
El.- Yo, en cambio, te querré siempre
Ella.- ¿Siempre que qué?
El.- Siempre y ya está. No me lo chafes.
Ella.- Es que esas cosas no se pueden asegurar tan alegremente.
El.- Yo sí: siempre, y más allá de las estrellas.
Ella.- Sabes que no me gustan los fundamentalismos, y si son cursis, menos.
El.- ¿Aunque sean verdad?
Ella.- Pero, vamos a ver: ¿Qué es eso de querer más allá de las estrellas? ¿Me lo puedes explicar?
El.- Amar hasta los confines
Ella.- Por Dios. ¿Hasta los confines de qué?
El.- Del infinito
Ella.- El infinito no tiene confines, perdona.
El.- Pues hasta el infinito solo; sin confines ni nada.
Ella.- ¿No comprendes que un ser finito no puede ni aproximarse a lo infinito?
El.- No importa. Me da lo mismo.
Ella.- Cuando te pones irracional, no se puede contigo.
El.- ¡Cómo has cambiado, cari!
Ella.- Y no me llames así, haz el favor; que me da grima.
El.- Antes no te daba.
Ella.- ¡Y, dale con antes!
El.- Es que es verdad.
Ella.- Estaría atontolinada.
El.- Con lo que me gusta a mí decirte cosas bonitas el día de San Valentín, y tú, que no lo valoras.
Ella.- Si, sí lo valoro, lo que pasa es que parece mentira que todos los catorce de febrero me salgas con el mismo son.
El.- Dime: ¿Y, qué hago yo ahora con el regalo?
Ella.- Guárdalo y me lo das el 3 de marzo, que no celebramos nada.
El.- Si no celebramos nada, ¿por qué te lo voy a regalar?
Ella.- Porque se te antoje.
El.- Es que lo que se me antoja es dártelo hoy, que es San Valentín. Eres tú la que dice lo del 3 de marzo.
Ella.- He dicho esa fecha como podía haber dicho cualquier otra. Veo que no lo pillas.
El.- Bueno, pues el primer domingo de mayo, que es el día de la madre.
Ella.- Dame un beso, anda.

Ella se acerca a Él, le besa en una mejilla y, antes de separarse, dicen los dos a la vez: “¡Menos mal que mañana es viernes!”.

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