LADRÓN
APOCADO
¡Ringggg!
-
¿Quién será a estas horas?
¡Ringggg!
-
Voy, voy. Qué prisas.
Abre la puerta
-
Buenas noches
-
Pero hombre de Dios, que son las cuatro de
la madrugada. ¿Qué quiere?
-
Con su permiso. Vengo a robar.
-
Vaya horitas trae. ¿No puede venir después
de las nueve?
-
No. Estoy a tope.
-
Es que me coje usted en pijama.
-
A mí me da igual, pero si quiere, espero a
que se vista o vengo otro día.
-
No, no hace falta… pero haga el favor de
quitarse la media que lleva en la cabeza. Se va a asfixiar.
-
No debo. Soy un ladrón.
-
Ya, pero hay ladrones que se ponen un
antifaz. Es menos incómodo.
-
Con la media en la cabeza se mete más
miedo.
-
Bueno,
robe pero no haga ruido que están los niños durmiendo.
-
¿Qué tiene usted de valor?
-
Poca cosa
-
Alguna pulsera, un collar, una colección
de sellos, una cubertería de plata… no sé, algo.
-
Cuatro baratijas que compró mi mujer en el
mercadillo
-
¿Y aceite?
-
De colza. Medio litro.
-
Déjelo. Deme el dinero en efectivo que
tenga, si no es mucha molestia..
-
Suelo pagar con tarjeta, de manera que
solo tengo calderilla.
-
Menos da una piedra.
-
Tengo el monedero en mi cuarto.
-
Vaya, vaya a por él. No hay prisa.
Vuelve con el monedero en
la mano.
-
¿Quiere también las monedas de un céntimo
y de dos?
-
Llevo ya tantas, que no me caben en el
saco.
-
Se las cambian en el banco, pero antes de
entrar tiene usted que quitarse la media.
-
Me da corte.
-
Otra cosa no le puedo ofrecer.
-
Hoy llevo un día…
-
¿Están las cosas mal?
-
Peor que mal. Los ladrones de poca monta
estamos en las últimas
-
Convoquen una huelga frete al Ministerio
del Interior.
-
Quite, quite..
-
Digo yo una cosa: ¿por qué no se recicla
para ser ladrón de mucha monta?
-
Hay que hacer planos, controlar los tiempos,
comprar detectores, vigilar los movimientos… Es mucho curro.
-
Pero compensa el botín.
-
Yo es que robo por mi cuenta.
-
¿No tiene compinches?
-
Soy yo solo.
-
Eso tiene remedio
-
Es que estoy de bajón
-
Anímese, hombre. Así no saldrá nunca de la
miseria. Si quiere, yo puedo echarle una mano.
-
Se lo agradecería infinito.
-
Espere. Cojo una media de mi mujer y vamos
a tope.
-
No sé. Me da cosa.
-
¿Pero no es usted ladrón?
-
Si, pero siempre pido permiso antes de
robar.
-
Así no llega a ninguna parte.
-
Es mi carácter.
-
Véngase conmigo. Daremos los golpes entre
los dos.
Salen de la casa sin
hacer ruido y se dirigen a la gasolinera más próxima. El ladrón, siempre va
detrás. Le puede el remordimiento.
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