DINERO BLANCO Y
DINERO NEGRO
- Oye, ¡pssch!… tú…¡eh… tú!
- ¿Es a mí?
- Sí, a tí. ¿Por qué te escondes?
- No me escondo. Es mi
naturaleza.
-¿Quién eres?.
- ¡Chssssssss!, habla más bajo,
que pueden oírte.
- Pregunto que cómo te llamas.
- Dinero en B
- ¿Qué nombre es ese?.
- Dinero negro, que pareces
tonto.
- ¿El opaco al fisco?.
- Ese. Si te preguntan, tú no me
has visto.
- ¿De dónde sales?.
- De las cloacas.
- Así vas tú, de guarro.
- Como que me crío en los
desagües del sistema.
- Debes conocer a muchas ratas,
entonces.
- Con nombres y apellidos. Otras
solo responden por las iniciales.
- Y, ¿qué haces por aquí afuera?.
- Busco algún negocio a ver si me
blanqueo.
- Podías haber aprovechado la
amnistía fiscal.
- A las ratas no les interesaba.
El diez por ciento era mucha pasta y el buen queso de importación está muy
caro.
- Además de ilegales son unas rácanas,
perdona que te diga.
- Dí lo que quieras, pero se lo
montan dabuti.
- Hasta que las pillen.
- ¿Quién, Montoro?. No me hagas
reír. Igual llega antes otra amnistía fiscal más barata y entran.
- ¿Qué medio de transporte usas normalmente
para viajar de incógnito?
- Antes el maletín, ya sabes, pero como cantaba mucho, me pasaron al sobre.
- Y, ¿qué tal?.
- En general, bien. Adopto la
forma de billetes de 500 y quepo en cualquier bolsillo fondón.
- Hace poco también te vieron en la rendija de un
muro.
- Cierto. En materia de depósitos
estratégicos tengo varias alternativas: huecos de árboles, boquetes en
fachadas, entre adoquines, debajo de una teja...
- Esos escondrijos son para corruptelas
de poca chicha, ¿no?.
- Depende. Si el unte se repite
con regularidad, no creas. De todos formas, para grandes cantidades lo que más
utilizo son las bolsas de basura.
- De las negras. Lo he visto por
la tele.
- Al principio, sí, pero daban
una impresión muy cutre. Ahora me meten en bolsas ecológicas con aroma de pino.
Dan otra presencia y, de paso, se respeta el medio ambiente.
- No sé qué haces, que últimamente
estás en boca de toda España.
- Sí. Tengo problemas porque hay quienes
tienen la costumbre de apuntarme en libretas de estrangis que luego se tiran a
la cabeza unos a otros.
- Con las ratas, ya se sabe.
- Bueno, mucho hablar de mí, pero
yo no sé quién eres tú.
- El dinero blanco.
- Qué suerte. Podías blanquearme,
ya que nos hemos encontrado.
- No puedo.
- ¿Por qué?
- Estoy de auditoría.
- ¿De auditoría? ¿Eso qué es?
- Un chequeo, a ver si tengo lo que
digo que tengo.
- ¿Lo tienes?.
- Si no lo tuviera no me harían
la auditoría.
- ¿Quién te la hace?.
- Los que saben que tengo lo que
tengo.
- Eso es como hacerse un examen
en el que uno mismo se corrige la pregunta que se ha puesto.
- Qué quieres que yo te diga.
- ¿Y qué pasa con la pasta que ves
moverse a tu alrededor pero que no te consta?
- ¿Te refieres a ti?
- ¿A mí?. Yo no sé nada. Ahora
mismo me vuelvo a la alcantarilla.
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