domingo, 20 de diciembre de 2009

MI NIETO, EL GRILLO

No se pueden ustedes imaginar el disgusto que tengo. Mi hija ha dado a luz un grillo. Los médicos no se lo explican, y menos aún Yony, su marido, al que más que los celos ha podido la impresión, y se ha dado aposta en la sien con el manillar de la camilla. Está inconsciente desde entonces, pero es mejor que siga así.

Siempre me había hecho ilusión tener un nieto diferente a los demás, sin embargo no contaba con que lo fuera tanto. Aunque tenga la ventaja de que nadie se atreverá a sacarle parecidos con alguno de la familia (eso espero), no compensa. Su madre, no digo que esté encantada, pero no lo lleva tan mal como yo; al fin y al cabo es su hijo. Ella, al verle por primera vez puso los ojos en blanco y tuvieron que ponerla oxígeno y una camisa de fuerza, pero cuando recuperó el conocimiento, un psicólogo argentino le ayudó a hacerse a la idea y ahora le ve hasta guapo.

Antes de que naciera había pensado regalarle la cuna y un buen chupete; ahora tendré que ver dónde venden jaulas y ponerle un potito de lechuga entre los barrotes. Cuando sus padres vayan a trabajar me le dejarán a mí, y si se pone enfermo o no echa los gases le llevaré al veterinario. Qué bochorno. Y cambiarle para que no se escueza... Pero, ¿hay pañales para grillos? ¿Cómo se ponen? ¿Y si se asfixia?
Mi hija quiere llamarle José, en mi honor. Ya le he dicho dos cosas: Una, que maldito honor me hace y, dos, que de José a Pepe va un paso, y de Pepe a Pepito, medio, de manera que nadie le va a llamar José Guzmán, sino Pepito Grillo. Esperemos que la criatura no salga tocapelotas.

Cuando me le dejen, durante el día no tengo problema porque le pongo un documental de la 2 o una peli de dibujos animados, y punto; no creo que sea más inteligente que los niños. Ahora bien, no quiero ni pensar en las noches que me va a dar este verano. Si supiera dónde hay correas para grillos, le sacaba todas las tardes a dar una vuelta por el campo hasta agotarle de cansancio, pero no venden. Y aunque vendieran. ¿Dónde tiene el cuello?. Joder, qué complicación de vida.
Como soy mayor, han pasado por mi cabeza las distintas etapas de la existencia que le esperan y me he tenido que tomar un tranquilizante. ¿Qué será de él cuando vaya a la escuela? ¿Le tratarán sus compañeros como a un bicho raro aunque no lo sea, puesto que el grillo es de lo más corriente? ¿Se podrá a cantar en medio de la clase?. Supongo que le apuntarán al coro del colegio. ¿Quién le enseñará a coger el lapicero sin que se le caiga encima del peso y le rompa una antena?. ¿Aprenderá a decir crí, crí, crí con acento inglés, vasco, catalán y gallego?. Duele tener un nieto así.

Después llegará el momento de hacer la Primera Comunión. Yo siempre quise ver a mi nieto vestido de marinerito, pero la vida me había preparado una frustración más. No creo que el cura ponga ninguna pega a darle la comunión por el hecho de que sea grillo; otra cosa es que además fuera homosexual. Todavía es pronto para ir pensando en la vestimenta alternativa, aunque ya le estoy dando vueltas al asunto para que no se me adelante nadie. Con lo inquieto que es, un trajecito de mosquetero le iría como anillo al dedo. Veremos a ver.

Si no vale para estudiar, tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Que aprenda un oficio y se ponga a currar. De antenista no estaría mal, sin embargo yo le aconsejaré que se dedique al cante. Aunque la pensión no me sobra, estoy dispuesto a pagarle clases particulares de solfeo; no puede estar toda la vida cantando la misma nota. Es evidente: o amplía el repertorio y los conocimientos elementales de música, o no hay futuro fuera de la jaula. Y es una pena, porque aptitudes tiene.

En cuanto a las relaciones de pareja que pueda tener, yo ahí no me meto. Sí me gustaría que hiciera buenas migas con una grilla moderna, trabajadora y, sobre todo independiente, para que mi nieto no se duerma en los laureles, o en las lechugas, ustedes ya me entienden.
Creo que el tranquilizante que me tomé hace un rato me está haciendo efecto. Tengo que dejarles. Que, ¿qué hace mi nieto ahora?. Está un poquillo fastidiado: le han puesto la trivalente y debe tener un poco de fiebre. Digo debe porque no hay manera de ponerle el termómetro.

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