lunes, 21 de diciembre de 2009

SIN GALÁCTICOS, ADIÓS ESPAÑA

- Perdónenme. Este mes, como corresponde, tenía pensado invitarles a ver cómo beben los peces en el río y se doran los corderos en el horno, pero ha saltado a los medios la noticia más angustiosa desde el fin de la guerra fría y no tengo más remedio que centrarme en ella.

- ¿De qué se trata?

- No sé ustedes, pero yo he cogido un rebote que echo las muelas a pares; estoy que trino, colérico, aullador. Así me encuentro: a tope de ira irrefrenable contra el gobierno. Es de todo punto inaudito lo que está ocurriendo aquí, españoles todos.

- Pues, ¿qué pasa?

- ¿Cómo que, qué pasa?: que Zapatero y sus compinches parlamentarios se han propuesto entregar España al enemigo por donde más duele.

- ¿Por dónde es eso?

- Por el fútbol. ¿Es que no han oído que quieren subir el IRPF a los futbolistas de fuera que cobren más de 600.000 euros anuales?.

- Eso dicen, sí.

- ¿Y se quedan ustedes ahí tan tranquilos?. ¿No ven que si aprueban esa alevosía, deja de venir la crème de la crème balompédica y nuestra liga se convierte en una pachanga de peloteros y mindundis?.

- ¡Hala!

- Ni hala, ni halo. Hay que ir más allá y analizar las repercusiones de la medida. ¿No ven el panorama que se avecina?

- No, pero cuente, cuente.

- Parte ya se ha dicho, pero no me importa repetirlo para que tengan una visión global del cataclismo. La secuencia de las cosas será más o menos esta: Los equipos de fútbol españoles caen eliminados de la Champions a la primera de cambio; las cadenas de televisión que lo retransmiten pierden pasta por un tubo porque la gente se cansa de ver los sábados y domingos partidos de fútbol-risión. Ello lleva a la bancarrota a las televisiones, y a sus trabajadores al paro. Se acabó el piperviú, y con él se va a tomar por saco el consumo de pipas, palomitas, refrescos y cerveza. Decrece la plantación de girasoles y los excedentes de maíz y cebada hacen que baje el precio. Los agricultores cuelgan el tractor y los comercios dejan de suministrar palomitas a los cines, que también acaban cerrando.

- La cosa se pone fea.

- Y no ha hecho más que empezar. Los bares pierden lo mejor de su clientela; baja la venta de cañas y chupitos, pinchos de tortilla y raciones de oreja a la plancha, hasta que los dueños se ven obligados a bajar el cierre. A su vez, la gente deja de ir a los estadios y los clubs entran en quiebra irreversible. España entera se aburre, de modo que se dispara el número de suicidios, sobre todo masculinos, con lo cual aumentan las viudas, que se echan a la calle para sobrevivir, aumentando la prostitución y la delincuencia.

- Siga, siga.

- Para poder pagar la pensión a tanta viuda, el Estado se ve obligado a reducir, entre otros gastos, los de defensa nacional. En este clima de abatimiento, depresión social y debilidad defensiva, los moros se enteran por Internet y nos invaden de sur a norte aprovechando que no está Trillo para detenerles en la isla Perejil, ni don Pelayo en Covadonga para reiniciar la reconquista.

- Entonces, ¿qué hacemos: nos rendimos ya o esperamos acontecimientos?

Yo llevo en esta bolsa dos pares de chilabas del 42 y un turbante con la media luna en la frente.

- Pues, hale. Que Alá le bendiga.

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