jueves, 4 de octubre de 2012

SANIDAD PÚBLICA A DOMICILIO

Llaman a la puerta
- ¿Quién es?
- El mensajero.
- Hola, buenas. ¿Qué quería?. No recuerdo haber pedido nada.
- ¿Vive aquí el enfermo Amancio Lista Despera?
- Sí. Está en la cama.
- Es de parte de la sanidad pública.
- ¿Qué trae ahí dentro?
- Un paquete con el instrumental para operaciones: bisturís, vendas, tijeras, anestesia, botella de suero, en fin…
- ¿Le van a operar aquí, en casa?
- Eso es.
- ¿Y cuándo viene el cirujano?
- ¿Qué cirujano?. Después de los recortes han quedado tan pocos que no dan a basto.
- ¿Quién le va a operar entonces?
- El mismo enfermo
- ¿A sí mismo?
- Él mejor que nadie sabe dónde tiene el mal.
- Pero si está anestesiado no va a…
- Anestesia local. No hay fondos para anestesiarle entero. Él se duerme la zona chunga y, cuando ya no la sienta, saca el bisturí y al toro que es una mona.
- Con lo cobardica que es, no sé si se atreverá.
- Le echa usted un par de lingotazos de coñac cabezón en la taza del desayuno y verá como sí.
- Además, lo que tiene mal es el riñón. No sé cómo se las va a apañar para operarse en la espalda.
- Es tan fácil como tumbarse boca abajo e instalar un juego de espejos en la habitación, de manera que pueda ver en cada momento y desde distintos ángulos, dónde se está metiendo mano.
- Un poco arriesgado, ¿no le parece?.
- También puede intervenirle algún familiar
- Menos mal que dan alternativa.
- Aquí le dejo el manual de instrucciones y un DVD para que observe con atención cómo operarse sin riesgo. Puede hacerlo usted misma, ya digo. Si sigue bien las directrices, será coser y cantar.
- Cortar y coser.
- Bueno, eso.
- Espere un momento: Veo que las instrucciones vienen en inglés, francés, alemán y japonés.
- Al final del todo hay un resumen en español
- ¿En esta página que dice: “Cómo operar por la vía rápida. Ahorre los pasos tontos”?
- Sí. Nosotros lo llamamos atajo quirúrgico.
- Me angustia un poco; no sé.
- Venga, señora, sea valiente. Ponga el DVD, verá qué sencillo.
- ¿Estará bien explicadito, verdad?
- No tiene pérdida. Primero vienen unas palabras de saludo que le mandan personalmente las autoridades políticas sanitarias. Preste atención porque inmediatamente después de que oiga decir: “La suma de todos”, empiezan los momentos de cirugía propiamente dichos.
- ¿Y, si la cosa se complica?
- Le da al Re-Play
- Estoy viendo que mi marido se me va.
- Seamos serios: ¿Adónde va a ir con el costado abierto?
- Que se me va, que se me muere.
- En ese caso, la Administración no se hace cargo, se lo advierto. Le traemos a casa el aparataje con las instrucciones y un apoyo visual de primer orden. Más no se puede hacer en estos momentos de crisis. Y ahora, por favor, firme debajo del recibí, y ponga su nombre y la fecha, que tengo pendientes otras siete entregas por aquí cerca. En quince días máximo vengo a recoger el utillaje.
- Si tuviera dinero, le operaría de pago.
- Pero no lo tiene, ¿a que no?
- Veré si puedo conseguirlo… ¡Eh, oiga, que se le ha caído del bolsillo una tarjeta!
- ¿Una tarjeta?... ¡Ah, sí!. Es propaganda de una clínica privada. Quédesela por si la necesita. Casualmente tengo más en la guantera del coche.

El comercial sanitario se mete en el furgón y acelera hacia la próxima entrega. La mujer, mira la tarjeta y mientras despide al agente, se la guarda en el bolsillo del delantal. Al cerrar la puerta, se dio cuenta de que hacía mucho que no le brotaba por todo el cuerpo un sudor tan frío.

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